Instagram podría arrastrarte a una espiral de pobreza

Por Hazel Sheffield; traducción por Mario Abad

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Instagram colabora con marcas y establecimientos para facilitarnos el consumo de sus productos, como por ejemplo etiquetando artículos que podemos comprar con un solo clic, lo cual puede ser problemático.

Rosie se dio cuenta de que su obsesión con Instagram se le estaba yendo de las manos cuando empezó a olvidarse de dónde estaba. Su trabajo de compradora en unos grandes almacenes de Londres la obliga a usar la aplicación a todas horas. Contar con el aval de una celebridad puede hacer que un producto acabe siendo un superventas, por lo que enviar regalos a los personajes más influyentes de Instagram forma parte del trabajo.

Sin embargo, cuando Rosie se siente estresada, Instagram deja de ser su herramienta de trabajo para convertirse en una realidad alternativa en la que evadirse. Hay días en los que Rosie se pasa todo el trayecto al trabajo investigando las vidas de las Kardashians y sus amigas modelos. A veces está tan enfrascada en la labor que casi se pasa la parada. Una vez en casa, puede pasarse perfectamente otra hora buscando fotos de gente, sentada en el sofá en silencio junto a su novio. "Cuando me voy a la cama, no puedo dormir porque todavía tengo en la cabeza todas esas imágenes", afirma.

Pero Rosie no es la única. Según datos de Facebook, pasamos una media de 50 minutos al día consultando sus productos, entre los que se encuentra Instagram. La publicidad llegó a Instagram en forma de publicaciones patrocinadas en 2014. Hoy, Instagram colabora con marcas y establecimientos para facilitarnos el consumo de sus productos, como por ejemplo etiquetando artículos que podemos comprar con un solo clic. Un cambio que, según algunos expertos, podría llevar al endeudamiento a personas como Rosie, que se ve obligada a estar al día.

El atractivo de Instagram reside en la ilusión de intimidad y control que ofrece. La plataforma es un mundo de ensueño para marcas y comercios, desesperados por entablar una relación contigo, el cliente, en un entorno en el que creas que eres el que toma las decisiones.

Hoy, Instagram colabora con marcas y establecimientos para facilitarnos el consumo de sus productos, como por ejemplo etiquetando artículos que podemos comprar con un solo clic

En ese mundo, las marcas se comunican con nosotros a través de personas cuya imagen admiramos. Personas atractivas con ropa bonita y vidas aparentemente perfectas, los llamados influencers. Personas como Pandora Skyes, editora de moda del Sunday Times con 115.000 seguidores en Instagram. "Nunca voy a ocultar cuándo me han pagado para crear contenido. Eso implicaría que me siento avergonzada y yo no me avergüenzo de decir que me pagan por hacer mi trabajo", afirma. Sin embargo, eso no quita que las marcas a menudo intenten imponerle sus condiciones respecto al contenido para que no parezca patrocinado. La paradoja de mentir para parecer auténtico.

"Yo sigo a blogueras y a mis amigas periodistas de moda", explica India, redactora de un sitio web de estilo de vida para mujeres. "De hecho, este vestido vintage de ASOS lo compré después de habérselo visto puesto a una de ellas en Instagram. Nunca lo habría comprado si no lo hubiera visto ahí, pero como a mi amiga le quedaba genial, le mandé un mensaje para que me dijera de dónde era".

Está probado que las publicaciones de influencers etiquetadas como #spon o #ad resultan menos efectivas porque rompen el espejismo de ser una recomendación de alguien en cuyo criterio los usuarios confían. ¿Habría comprado India el vestido si lo hubiera visto en una publicación patrocinada? "Probablemente no. Me habría provocado rechazo".

Esa es la razón por la que las marcas están intentando que los influencers dejen de utilizar las etiquetas que señalan que sus contenidos son publicitarios o patrocinados. Sin embargo, son estas mismas etiquetas las que permiten a los usuarios decidir cómo responder a la marca que les propone su oferta.

Está probado que las publicaciones de influencers etiquetadas como #spon o #ad resultan menos efectivas porque rompen el espejismo

La Dra. Tara Swart, neurocientífica y profesora del MIT, destaca la importancia de este aspecto, ya que de otra forma, nuestro cerebro "no se lo piensa dos veces" antes de compararte con esa persona, lo que puede hacer que te sientas mal. "El cerebro busca una amenaza", afirma Tara, "por lo que verá la imagen y pensará, ¿Es tan bueno como yo, mejor o peor que yo?".

Rosie confiesa que su obsesión es Bella Hadid, cuyo abdomen perfecto la hace aborrecer su propio cuerpo. "No quiero ver sus publicaciones en mi cuenta", explica, "pero a veces necesito un subidón y miro sus fotos".

Según la Dra. Swart, ese "subidón" que menciona Rosie posiblemente sea el que produce la dopamina, una señal que el cerebro utiliza para identificar las recompensas. Al mismo tiempo que te compara con las celebridades de Instagram, tu cerebro llama tu atención hacia elementos que pueden hacerte más atractiva, como un vientre plano, un producto de belleza o determinadas prendas. Si compras un producto similar, liberas un poco de dopamina. En el momento en que ya tienes el producto en tus manos, tu cerebro suelta otra descarga de dopamina como agradecimiento.

Si los usuarios dejan de saber cuándo se les está vendiendo algo, ya sea una operación de reducción de estómago o un jersey, tampoco podrán elegir cómo reaccionar al respecto, y la presión por no quedarse atrás puede resultar destructiva.

La Dra. Alice Ashby, consultora psiquiatra de Londres, asegura que, aunque los cuerpos perfectos y retocados con Photoshop son paradigmas de estilos de vida exclusivos de las supermodelos de revista, hoy día cualquiera puede mostrar una imagen irreal de sí mismo en internet. Así, quizá creas estar compitiendo con personas como tú cuando su imagen realmente ha sido modificada y el contenido patrocinado. "La gente joven se ve sometida a muchísima presión para dar la imagen que se espera que den", afirma la Dra. Ashby. "Puede que crean que debe llevar un peinado concreto o determinadas marcas que les llevarían a comprar más de lo que pueden".

Si los usuarios dejan de saber cuándo se les está vendiendo algo, ya sea una operación de reducción de estómago o un jersey, tampoco podrán elegir cómo reaccionar al respecto

Una cuarta parte de las mujeres asegura estar endeudada. Un 39 por ciento de ellas asegura tener enormes dificultades para llegar a fin de mes, mientras que esta cifra se reduce a un 27 por ciento en el caso de los hombres, según un estudio llevado a cabo por Young Women's Trust en el que participaron más de 4.000 personas de entre 18 y 30 años. "A través del consumo proyectamos la imagen de nosotros mismos que queremos mostrar al mundo", señala Katie Evans, jefa de investigación y políticas del Money and Mental Health Policy Institute.

Por su parte, Instagram asegura no tener ninguna obligación de indicar cuándo un contenido es patrocinado, por lo que serán muchos los usuarios que acaben comprando un vestido avalado por la imagen de una celebridad o las nuevas Converse de una bloguera. No obstante, ya se han empezado a oír las primeras quejas formales respecto a esta nueva forma de publicidad no señalada como tal.

El aspecto de la transparencia es todavía más importante si tenemos en cuenta que Instagram está pasando de ser un look-book a convertirse en una especie de curriculum vitae en el mercado laboral. Por ello, determinadas instituciones como la agencia que regula los estándares de la publicidad en el Reino Unido (ASA) se están planteando la posibilidad de obligar a marcas e influencers a marcar con una etiqueta el contenido pagado. De este modo, sería posible bloquear este tipo de publicidad dirigida.

Hasta entonces, a los que estén en la misma situación que Rosie solo les queda lidiar como puedan con su obsesión. "Intento dejar el móvil lejos de la cama por la noche", explica. "Soy consciente de que te involucras tanto en la vida de los demás que te acabas olvidando de la tuya propia".

Publicado originalmente por VICE.com