El abandono repentino de los kurdos en Siria por parte de Trump deja a los aliados de Estados Unidos en la incertidumbre

Por David D. Kirkpatrick, Ben Hubbard y David M. Halbfinger

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Combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias respaldadas por Estados Unidos cerca de la aldea de Baghuz, la última ciudad en Siria en poder del grupo Estado Islámico, el 2 de febrero de 2019 (Ivor Prickett / The New York Times).
Combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias respaldadas por Estados Unidos cerca de la aldea de Baghuz, la última ciudad en Siria en poder del grupo Estado Islámico, el 2 de febrero de 2019 (Ivor Prickett / The New York Times).

La conformidad inesperada del presidente Donald Trump ante la incursión de los turcos en el norte de Siria esta semana conmocionó a los aliados de Estados Unidos, y no solo porque representó una traición a un socio leal. Lo más inquietante para ellos fue la total imprevisibilidad del mandatario.

Su cambio de postura incongruente y veloz en cuanto al Medio Oriente le ha inyectado un nuevo elemento de caos a una región ya de por sí volátil y ha dejado a los aliados con la duda de a quién respalda Estados Unidos y por cuánto tiempo.

Los formuladores de políticas anteriores eran claros respecto a sus intenciones, afirmó Mowaffak al Rubaie, exasesor de seguridad nacional iraquí.

“Este tipo es demasiado susceptible”, dijo. “Es impredecible”.

Esta incertidumbre solo acrecienta las preocupaciones latentes acerca de la durabilidad del compromiso estadounidense con Medio Oriente.

Durante casi quince años, los presidentes de Estados Unidos han prometido reducir la presencia de su país en la región, lo que había inquietado a socios como Israel y los monarcas del golfo Pérsico, que dependen de la protección estadounidense. Sin embargo, pocos líderes de esta nación habían llevado a cabo o anunciado decisiones significativas de política exterior con la celeridad y aparente improvisación con que lo ha hecho Trump.

El presidente Donald Trump, durante un encuentro con el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan, en la Cumbre del G-20 en Osaka, Japón, el 29 de junio de 2019 (Erin Schaff / The New York Times)
El presidente Donald Trump, durante un encuentro con el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan, en la Cumbre del G-20 en Osaka, Japón, el 29 de junio de 2019 (Erin Schaff / The New York Times)

Ahora que la posibilidad de que Washington se retire de la región ya no es solo una preocupación, los analistas afirman que a muchos aliados ahora les preocupa que este líder impredecible pueda huir por la salida más cercana sin previo aviso.

Al parecer, Trump tomó la decisión de permitir la incursión turca por mero impulso durante una llamada telefónica con el presidente turco, lo que dejó impactados a muchos de sus asesores. Le abrió la puerta a un violento ataque turco contra la milicia respaldada por Estados Unidos de los kurdos sirios, quienes fueron un elemento clave en la batalla para recuperar los territorios capturados por el Estado Islámico. El ataque contra los kurdos, a su vez, implica el riesgo de que regrese el Estado Islámico.

Este fue el más reciente en una serie de reveses abruptos de las políticas estadounidenses en la región, dos de ellos en Siria tan solo este año. En diciembre, Trump prometió retirar a todo el contingente de aproximadamente 2000 soldados estadounidenses en la zona. No obstante, más tarde cambió de parecer y retiró solo a la mitad.

En repetidas ocasiones advirtió que Estados Unidos estaba preparado para emprender una intervención militar en contra de Irán. Sin embargo, cuando Irán derribó un dron estadounidense de vigilancia este verano, Trump se retractó y canceló en el último minuto un ataque planeado con misiles.

Después, el mes pasado, denunció a Irán por haber orquestado un ataque contra las instalaciones petroleras sauditas, pero se rehusó a emprender una acción militar. Su indecisión hizo que los dos aliados más importantes de Estados Unidos en la región, Arabia Saudita e Israel, revaloraran el compromiso estadounidense con la contención de Irán y, por consiguiente, con su propia seguridad.

El presidente Donald Trump se reúne con altos líderes militares en la Casa Blanca en Washington, el 7 de octubre de 2019 (Doug Mills / The New York Times)
El presidente Donald Trump se reúne con altos líderes militares en la Casa Blanca en Washington, el 7 de octubre de 2019 (Doug Mills / The New York Times)

Los detractores dicen que el sube y baja de las políticas de Trump ha envalentonado a los rivales regionales, desconcertado a los aliados estadounidenses e invitado a Rusia y otros actores en la región a buscar maneras de ejercer su influencia.

“Es un caos”, opinó Michael Stephens, académico de la región del Royal United Services Institute en Londres. “La región es un caos porque la potencia hegemónica no parece saber qué quiere hacer, así que nadie más lo sabe”.

Cuando Trump dio marcha atrás a su decisión de retirar a los soldados estadounidenses que quedaban en Siria, pareció haber aceptado las advertencias de los jefes del Ejército y sus asesores de que una retirada abrupta podría acarrear graves consecuencias.

La presencia de los soldados estadounidenses en el norte de Siria había ayudado a preservar el área como un refugio seguro para la milicia kurda, que ha sido la aliada más crucial de Washington en la batalla en tierra contra el Estado Islámico. Ahora, esas fuerzas militares lideradas por los kurdos fungen como los carceleros de miles de combatientes del Estado Islámico que se encuentran detenidos en campamentos y prisiones al norte de Siria, cerca de la frontera con Turquía.

Los líderes de la nación vecina de Turquía, que han luchado contra los separatistas kurdos en su territorio durante décadas, veían a la milicia kurda siria como una amenaza y hablaban abiertamente sobre una campaña transfronteriza para derrotarla si los soldados estadounidenses llegaban a quitarse de en medio.

No obstante, a pesar de las advertencias acerca de la importancia para los intereses de Estados Unidos de proteger a sus leales aliados kurdos y contener a los prisioneros del Estado Islámico, esta semana Trump dio a entender que el sufrimiento de los kurdos no era problema de Estados Unidos. Se refirió a los turcos y kurdos como “enemigos naturales” y declaró: “Es hora de que otros en la región, algunos con una gran riqueza, protejan su propio territorio”.

Otros países se están apresurando para adaptarse a esta nueva realidad.

Tropas de las Fuerzas Especiales de EEUU, cerca de Manbij, Siria, el 7 de febrero de 2018 (Mauricio Lima / The New York Times)
Tropas de las Fuerzas Especiales de EEUU, cerca de Manbij, Siria, el 7 de febrero de 2018 (Mauricio Lima / The New York Times)

“Creo que muchas naciones de Medio Oriente ahora están considerando hacer cambios importantes en sus planeamientos estratégicos de defensa porque ya no consideran a Estados Unidos como un aliado de confianza”, comentó Gamal Abdel Gawad Soltan, asesor del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, financiado por el Estado, en El Cairo.

“Creo que será muy difícil convencer a las naciones de Medio Oriente de que Estados Unidos cumple con su palabra, y este es un cambio importante en el panorama de Medio Oriente”.

Algunos analistas dicen que los enemigos de Estados Unidos quizá también estén tomando nota.

“Si eres rival del otro bando —si eres iraní, ruso, turco, miembro del EI, de Hezbolá—, comprendes que este es el momento de ganar ventaja”, argumentó Shimrit Meir, columnista del periódico israelí Yediot Ahronot.

“Este es el momento, porque cuando el presidente de Estados Unidos no se guarda nada y dice: ‘Odio la interferencia militar en Medio Oriente, y para esto me eligieron, para detener esto’, entonces los iraníes no necesitan más explicaciones para entender que tienen mucho margen para maniobrar”.

Al Rubaie, el exasesor iraquí de seguridad nacional, dijo que dos guerras, miles de millones de dólares gastados y la pérdida de miles de vidas estadounidenses debieron haber hecho de Irak “la joya” de la política estadounidense respecto de Medio Oriente. Pero Trump “no ve a Irak” y, en cambio, solo se enfoca en el nivel de la influencia iraní.

Los iraquíes se “sienten decepcionados. Sienten que esta gente los ha abandonado a ellos y a su país, que los desampararon a su suerte”, mencionó Al Rubaie.

“Para los estadounidenses, sus amigos son desechables”, afirmó. “Nosotros buscamos a los estadounidenses y ellos buscan la salida más cercana. Cuando volteas, ya no los puedes encontrar”.

c.2019 The New York Times Company