Duelo por suicidio: ¿qué pasa con los que se quedan?

Se habla muy poco de las vidas que se apagan por suicidio, pero todavía menos de los que tienen que vivir con el dolor de saber que esa persona ya no está más físicamente.

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Los que pierden a un ser querido por suicidio se convierten en un grupo de riesgo. (DPA/Christin Klose)
Los que pierden a un ser querido por suicidio se convierten en un grupo de riesgo. (DPA/Christin Klose)

Disclaimer: en este informe se hablará de muerte por suicidio. Si consideras que este tema puede afectarte de alguna manera, por tu propia seguridad, evita leerlo.

La vida como la conocía se esfumó. No como el tibio viaje del humo, sino como un gran socavón, que se abrió bajo mis pies y me enterró bajo tierra. Sin saber hacia dónde ir, qué hacer, qué sentir. Así describe Amapola a la sensación que la invadió cuando se enteró que su hermana Amaranta había muerto por suicidio en 2019.

“Recuerdo que cuando nos llamaron para avisarnos, mi mamá miró el reloj y dijo: esta es la hora en que mi vida se acabó, también. Yo sentí muchísimo miedo, porque temí también perderla a ella”, cuenta a Infobae.

A partir de ese momento, ellas se habían convertido en supervivientes; el término con el que se describe a las personas que se ven afectadas por un suicidio. Amapola explica que una muerte de estas características las convierte en un grupo de riesgo e incrementa en un 30% la posibilidad de que puedan fallecer de la misma forma.

Así han atravesado (y siguen haciéndolo) un duelo que, a veces, se siente como desenredar las luces de Navidad, en donde a veces hay luz y otras oscuridad y en donde se intentó responder a muchas preguntas que finalmente que no tenían respuesta. Pero, sobre todo, se trató de lidiar con la culpa que la sociedad les trasladaba al hacerles sentir que no habían hecho lo suficiente.

“Ahora sabemos que hicimos lo que pudimos con lo que tuvimos a la mano. Ojalá en el futuro las personas tengan más conocimientos para lograr hacer más que nosotros”, reflexiona.

Aumenta en un 30% la posibilidad de que los supervivientes puedan fallecer de la misma forma. (Getty Images)
Aumenta en un 30% la posibilidad de que los supervivientes puedan fallecer de la misma forma. (Getty Images)

Han pasado tres años desde ese doloroso día y ahora ella se ha colgado la bandera de la posvención al cuerpo y lidera un proyecto en el que cuenta la historia de Amaranta y la suya para visibilizar lo que es ser una superviviente y hacerle saber a las personas que han pasado por lo mismo que no están solas. Tanto los que piensan en irse como los que se quedaron.

“La posvención es un acto preventivo que idealmente debe realizarse en las comunidades afectadas por un intento de suicidio o un suicidio consumado. Es vital que estas reciban herramientas para bajar el nivel de traumatización al que fueron expuestas”, menciona.

Y en ese sentido las comunidades pueden ser no solo familiares directos, sino amigos, parejas e incluso fanáticos. Ningún dolor se debe desestimar. De hecho, Amapola organizó un evento en diciembre de 2021 para hablar sobre las experiencias de posvención por el aniversario de la muerte de Jonghyun, quien fuera vocalista de la exitosa banda surcoreana Shinee.

Para ella, cuando no se habla del tema, el suicidio se transforma en una especie de fantasma, que siempre va a estar ahí, aunque no lo quieran ver y ese espectro termina atormentando a los afectados.

“Quisiera que los supervivientes sepan que no fue su culpa, que se puede reconstruir la vida a pesar del dolor, que no se supera, pero se aprende a sobrellevar si hay personas dispuestas a escuchar. Que sepan que merecen apoyo y contención y que muchos estamos en el mismo bote remando hacia un mismo lado para que nadie más tenga que pasar por lo mismo”, dice.

Pero también tiene un mensaje para la gente que siente que es una carga y que piensa que yéndose le aliviará el dolor al resto y es que esta idea está equivocada, porque en la realidad pasa todo lo contrario. Aunque espera que no se queden por esa razón, sino porque encontraron algo por lo que vivir.

En lo que va del 2022 se han registrado 500 suicidios en el Perú. (Getty Images)
En lo que va del 2022 se han registrado 500 suicidios en el Perú. (Getty Images)

La prevención va de la mano

En la página web de Sentido, Centro Peruano de Suicidología y Prevención del Suicidio se puede leer la frase ‘Salvar una vida no es lo mismo que prevenir una muerte’.

Fiorella Roa, psicóloga del centro, explica en sus propias palabras que eso significa que el objetivo no es solo evitar el suicidio sino acompañar a la persona y ayudarla a transitar el dolor para que pueda acercarse cada vez más a una vida que merezca la pena ser vivida.

En el Perú, según el último informe del Ministerio de Salud (Minsa), se han registrado más de 500 suicidios en lo que va del año. El 55% de casos corresponden a adolescentes y jóvenes entre 12 y 25 años de edad.

Para ella, una manera de afrontar esta problemática es empezar a ver a las personas de forma integral e identificar las complejidades que vienen con cada historia.

“Se trata de empezar a pelar las capas como una cebolla. Ahí vamos a poder encontrar temas sociales, económicos, familiares, laborales y, a veces, trauma. A la par de ayudar a la persona a encontrar un sentido, es importante también poder abordar las situaciones que puedan seguir sumergido en una situación en la que no quiere estar”, dice. Y subraya que no es un problema meramente emocional sino social.

Si alguien tiene dificultad de acceso a alimentación o vivienda de calidad, va a ser mucho más difícil que pueda pensar en cuidar su salud mental, asegura. Que las personas puedan tener una vida digna también es prevención del suicidio.

“Cuando hablamos de prevención o posvención no nos podemos quedar en el ve a terapia o habla con alguien. La atención uno a uno es importante, pero este es un tema comunitario, no solo una responsabilidad individual”, dice.

Otra clave que menciona es que es importante dejar de ponerle un adjetivo a las personas que mueren por suicidio: porque no son ni valientes ni cobardes y no quieren morir, solo quieren dejar de sufrir. Juzgar la situación es, de alguna manera, criminalizar a la víctima. Eso evita que otras personas puedan buscar ayuda y además lastima a sus seres queridos.

Y agrega que la mejor manera de abordar el tema de un suicidio responsablemente es no hablar de la forma en que pasó, porque eso puede generar contagio psicológico. Tampoco preguntar por qué, menos usar adjetivos y siempre tratar de ser lo más objetivos posibles. Sin olvidar compartir líneas de ayuda, porque siempre van a existir personas que se puedan ver movilizadas que necesiten soporte oportuno.

Sentido tiene un grupo de ayuda gratuito para todos aquellos que se encuentran en duelo por suicidio. Para más información puedes hacer hacer click.

Si tú o alguien que conoces tiene pensamientos en torno a la muerte pueden llamar a cualquiera estos teléfonos:

La Voz Amiga: 0800-4-1212. Es un servicio telefónico gratuito, confidencial y anónimo que busca ayudar a personas que estén pasando momentos difíciles.

Sentido, Centro Peruano de Suicidología y Prevención del Suicidio: 498-2711.

Minsa: Línea 113 opción 5. Línea gratuita del Ministerio de Salud.

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