Cuál fue el origen del “dedazo presidencial”, la vieja práctica del PRI

Desde Plutarco Elías a Calles hasta Enrique Peña Nieto, se ha señalado a los presidentes del Revolucionario Institucional de “imponer” a su sucesor con el fin de que se continúen los proyectos de gobierno que se implementaron en el sexenio anterior

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En 1928 se tiene vestigios del primer "dedazo" (Foto: Mediateca INAH)
En 1928 se tiene vestigios del primer "dedazo" (Foto: Mediateca INAH)

Durante el siglo pasado en México, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba en todos los rubros políticos, se popularizó una presunta práctica que realizaban los Presidentes de la República para designar a su sucesor, dicho proceso fue conocido en el país como “dedazo”.

Aunque nunca hubo una confirmación oficial de que fuera realizado, fue una creencia popular a voces -que también fue estudiada desde la academia- en donde se señaló que todos los jefes del Ejecutivo Federal decidían, sobre los perfiles más populares que “levantaban la mano”, cuál era el candidato ideal para que su remplazo.

Una de las principales características que tenía que cubrir el perfil designado era garantizar que se continuarían los planes y proyectos sociales, políticos o económicos más trascendentales que se habían implementado, por lo que la mayoría de las veces la persona elegida formaba parte del gabinete anterior debido a que conocía como era que se desarrollaba el plan gubernamental.

Alrededor de dicho término se difundieron muchas historias, por lo que desde los estudios sociales se comenzó a tomar interés por tal acción y se definió al “dedazo” como la decisión indiscutible sobre quién sería el elegido para suceder en la silla presidencial, reduciendo así la capacidad de agencia del electorado y de la militancia, pese a que se realizaban procesos democráticos en toda la sociedad y al interior del principal instituto político del país.

Pese a que se dice que los presidentes elegían a su sucesor, se hacían elecciones internas para seleccionar a los candidatos oficiales (Foto: Mediateca INAH)
Pese a que se dice que los presidentes elegían a su sucesor, se hacían elecciones internas para seleccionar a los candidatos oficiales (Foto: Mediateca INAH)

Conviene recordar que en los últimos años de la Revolución Mexicana y con la necesidad de establecer instituciones sólidas para dar paso a la consolidación del Estado, desde el aparato gubernamental nació la idea de crear un partido político que congregara la mayoría de las demandas sociales, por lo que se formó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929.

Aquel partido fue fundado por el expresidente Plutarco Elías Calles (1924-1928), a quien se le acusó de querer seguir teniendo el poder, aunque dejara la silla presidencial, por lo que nombró no solo a su sucesor, sino a quienes lo continuaron: Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) y Lázaro Cárdenas; a esta época se le conoció como el Maximato.

“El que quiera la silla presidencial, que se forme”, Plutarco Elías Calles.

De acuerdo al texto La Sucesión Presidencial, escrito por Daniel Cosío Villegas, la primera muestra de este proceso dató en 1928; sin embargo, debido a las disputas por no aceptar que un exmandatario, como lo fue Calles, siguiera tomando decisiones en el país, aunque tuviera años sin gobernar, llevó al último presidente del Maximato, Cárdenas del Río, a refundar el partido en 1938 y así nació el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

No obstante, pese a que se alejó de la toma de decisiones a Calles, la práctica de seguir designando al sucesor presidencial no cambió, pues se dijo, también, que Lázaro Cárdenas y los demás presidentes que continuaron siguieron señalando a la persona idónea para continuar con el proceso de desarrollo del país.

En su mayoría, los sucesores presidenciales habían sido parte del gabinete anterior (Foto: Mediateca INAH)
En su mayoría, los sucesores presidenciales habían sido parte del gabinete anterior (Foto: Mediateca INAH)

En 1946 nació el actual PRI, ya en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, pero la práctica no solo continúo en el partido tricolor, pues, incluso, tras el triunfo del Partido Acción Nacional (PAN) en el año 2000 con Vicente Fox, se comenzó a decir que en el blanquiazul querían continuar con la tradición de designar al sucesor, razón por la cual hubo un quiebre que llevó a una no continuación de gobierno entre el exgobernador de Guanajuato y Felipe Calderón.

Más allá de las políticas cuestionables para un sector de la población que implementó Calderón Hinojosa, se dice que tal disputa por saber quién lo iba a suceder llevó a que el grupo “calderonista” eligiera a un perfil no popular, Josefina Vázquez Mota, por lo que el PRI pudo recuperar la presidencia en 2012.

Ya en el sexenio de Enrique Peña Nieto, también hubo una disputa interna por saber quién sería el candidato del instituto, aquel que tendría que enfrentar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el cual arrasaba con las encuestas antes de siquiera los demás partidos eligieran a sus perfiles. José Antonio Meade, el último “elegido” del PRI, quedó muy bajo en la votación en comparación con el ganador.

En el presente, a dos años de que se lleven a cabo las elecciones para renovar el ejecutivo, en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) muchos ya levantan la mano; sin embargo, el presidente López Obrador ha referido que él no elegirá entre sus “corcholatas”, que será la militancia la que tome la decisión, pero la oposición no ha dejado de referir que el morenista querrá revivir “el dedazo”.

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