Desgobierno y hacinamiento: cómo es el penal de Puebla donde fueron encontrados los restos de Tadeo

El hallazgo del cadáver de un bebé en un contenedor de basura representó tan solo la punta del iceberg de las atrocidades que han ocurrido al interior del Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel

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El Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel, Puebla, acaparó los reflectores (Foto: Google Maps)
El Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel, Puebla, acaparó los reflectores (Foto: Google Maps)

El Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel, Puebla, acaparó los reflectores hace unos días por el indignante hallazgo del cadáver de un bebé en un contenedor de basura. Sin embargo, dicho incidente representó tan solo la punta del iceberg de las atrocidades que han ocurrido al interior de dicho centro penitenciario.

Considerado como uno de los penales más conflictivos del estado de Puebla, el Cereso de San Miguel tiene capacidad para albergar un máximo de 2 mil 100 internos, aunque actualmente la población es de 3 mil 693, lo cual se traduce en una sobrepoblación de más del 43% (además, se estima que el 62% de los internos aún no tiene sentencia dictada).

El 24 de marzo de 2020, unos 3 mil efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla —apoyados por elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano— irrumpieron sin previo aviso en el Cereso de San Miguel; y luego de revisar cada una de las celdas, encontraron 118 gramos de “cristal”, 82 envoltorios de heroína, cuatro gramos de cocaína, 100 envoltorios de marihuana y cuatro básculas “grameras”.

No fue lo único. También hallaron 11 teléfonos celulares, 108 armas punzocortantes “hechizas”, 228 navajas, 84 utensilios diversos para consumir droga, 96 charrascas, 106 pantallas de televisión, más de 100 mil pesos (que se hallaban en poder de una veintena de internos) y sellos con los que algunos de ellos fabricaban facturas falsas de automóviles, según una investigación del periodista Héctor de Mauleón.

El Cereso de San Miguel tiene capacidad para albergar un máximo de 2 mil 100 internos, aunque actualmente la población es de 3 mil 693 (Foto: Cuartoscuro)
El Cereso de San Miguel tiene capacidad para albergar un máximo de 2 mil 100 internos, aunque actualmente la población es de 3 mil 693 (Foto: Cuartoscuro)

Dos semanas más tarde, la Secretaría de Seguridad Pública regresó de madrugada al Centro de Reinserción Social de San Miguel. Si la primera vez aparecieron 11 teléfonos celulares, en esa ocasión se aseguraron 121 y se detectó que los internos escondían los celulares en bolsas de basura colocadas en diversas áreas que cada mañana eran recuperadas por los reclusos.

Las autoridades también aseguraron 111 cargadores de teléfono, así como otras 26 armas punzocortantes, 72 audífonos, ocho memorias USB y cuatro utensilios para fumar marihuana. En un comunicado difundido el pasado 13 de enero por Reinserta, se denunció que al interior del penal se cometen actos de prostitución, consumo de estupefacientes y apuestas con perros de pelea (cuyos cadáveres son desechados en bolsas de basura).

En 2019, la Comisión Nacional de Derechos Humanos hizo un diagnóstico nacional de supervisión penitenciaria. De 12 centros penitenciarios y de reclusión, la mitad fueron reprobados y solo cinco obtuvieron promedios que apenas les permitieron aprobar los exámenes. San Miguel fue uno de los reprobados, pues ahí fue detectada la presencia de actividades ilícitas y cobros. También se determinó que el personal de seguridad y custodia era insuficiente y se catalogaron las condiciones de hacinamiento como graves.

De igual forma se detectaron focos de alarma en las condiciones de gobernabilidad y aspectos que garantizaban la seguridad personal de los internos. Se hizo hincapié en que existían fallas en la supervisión del centro por parte del titular, así como insuficiencia de programas para la prevención y atención de incidentes violentos. Sin mencionar que las condiciones de higiene eran lamentables.

Otros episodios sangrientos

Los restos de uno de los presos terminaron en un cazo de carnitas (Foto: Cuartoscuro)
Los restos de uno de los presos terminaron en un cazo de carnitas (Foto: Cuartoscuro)

Jorge Pellegrini, un antiguo capitán de la Policía Federal de Caminos, fue ingresado al penal de San Miguel por asesinar en enero de 1983 a cuatro militares durante un retén, dos de ellos mediante estrangulamiento.

Sentenciado a 32 años de cárcel, en mayo de 1988 fue el responsable de organizar un motín para destituir al director Enrique Zárate. Tiempo después organizó un segundo motín que tenía como fin arrebatarle el autogobierno del centro a un interno conocido como El Mongol (Alejandro Morales Enríquez).

Con ayuda de Florentino Fajardo, un multihomicida que purgaba una sentencia de 70 años, Pellegrini asesinó y descuartizó al Mongol. Sin embargo, su cabeza nunca apareció.

La leyenda de San Miguel cuenta que los restos terminaron en un cazo de carnitas que fue degustado por la población penitenciaria sin que nadie supiera el verdadero origen de los ingredientes.

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