Eternos Gladiadores

La vida no transcurre como nosotros la diseñamos. La cantidad de obstáculos que se presentan en el camino hacen que muchos desistan de sus sueños y otros que sigan adelante

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(Foto: cortesía)
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Enrico Becuzzi es un jugador de tenis italiano que lleva 270 partidos perdidos en los últimos 26 años. Su objetivo es ganar un partido que le otorgue puntos para entrar al ranking ATP (Asociación de Tenistas Profesionales) La historia de este jugador nacido hace 47 años llegó a ocupar la página que el Wall Street Journal dedica al deporte.

Bajo el titular “La leyenda del retador de tenis”, el diario económico, hace 4 años, contó la historia de este tenista que viajaba por el mundo para intentar conseguir un puesto en la ATP.

Esta semana un periodista argentino descubrió que Becuzzi, a pesar de sus fracasos, continúa jugando. “El tenis es mi pasión”, dijo en una entrevista. “También comencé a competir tarde, a los 21 años. Me decían que ya era grande. No me importó. No hay edad cuando se trata de cumplir un sueño. Una vez en 2003, en un torneo en Sofía, estuve a punto de ganar mi primer partido. Al día siguiente estaba entrenando más fuerte. Hasta que tenga fuerzas y ganas lo voy a intentar. No quiero abandonar. Busco una victoria, solo una, y después me retiro".

La vida no transcurre como nosotros la diseñamos. La cantidad de obstáculos que se presentan en el camino hacen que muchos desistan de sus sueños y otros que sigan adelante. ¿Qué hace que una persona durante 26 años no se dé por vencida? A mi entender, la única explicación es la motivación. Cuando la motivación es importante, al día siguiente de perder un partido, se entrena más fuerte. No se toma la vida en términos de éxito o fracaso sino en términos de objetivos a cumplir y adversidades a sortear.

Quienes persiguen sus sueños sin negociar con la derrota, son verdaderos gladiadores. Abraham Lincoln desde los 23 años a los 51 (durante 28 años) fue derrotado de manera consecutiva en cada una de las elecciones a las que se presentó. La primera que ganó fue con su candidatura a presidente. Ese fue un final feliz, pero la historia podría haberse escrito de otra manera. Hay científicos que se pasan la vida intentando conseguir la cura para una determinada enfermedad y no lo logran. Quedan en el anonimato, pero sus vidas, lejos de los brillos y aplausos que otorga el éxito, están llenas de sentido y de felicidad. Al final de cada uno de sus días, saben que han puesto lo mejor de sí, y que seguirán persiguiendo sus sueños, independientemente del resultado que obtengan.

No sucede lo mismo cuando la motivación no es tan fuerte. Cuando no es motor de nuestros actos, nuestro cerebro no nos ayudará a seguir intentando. Aunque usted no lo crea, dentro de nuestro cabeza tenemos un “centro de evaluación del esfuerzo” que cuando dudamos o no estamos lo suficientemente motivados o convencidos, el cerebro toma las riendas y decide por nosotros. Evalúa automáticamente en términos de cuanto esfuerzo precisa una tarea y cuál será el resultado y combina ambas evaluaciones para decidir si vale la pena realizarla. Si el esfuerzo es mucho y la recompensa es poca, nos hace desistir. La recompensa se traduce en la liberación de dopamina (la hormona de la felicidad). Nuestro cerebro es sensible a todo esfuerzo inútil e injustificado y trata de prevenirlo, hasta el punto de alterar nuestra forma de pensar o nuestro comportamiento. Es entonces cuando decimos “no vale la pena”, es demasiado esfuerzo para recibir tan poca gratificación y decidimos dedicarnos a otra cosa.

Pero cuando hay mucha motivación, la exigencia, el dolor, el esfuerzo y hasta el sacrificio para lograrlo “valen la pena” y entonces nuestro cerebro se siente recompensado, (se llena de dopamina) es decir, lo invade una sensación de placer y de regocijo provocada por saber que estamos poniendo lo mejor de nosotros por alcanzar nuestros sueños, y eso es más que suficiente para sentirnos bien.

Cuando alcanzamos rápidamente nuestros objetivos, la motivación se desvanece y tenemos que salir a la búsqueda de nuevos sueños. Hace algunos años, leí una publicidad de una bebida gaseosa que decía: Somos los numero 2 del mercado. ¿Por qué elegirnos? ¡Porque nos esforzamos más! No conseguir resultados rápidamente puede no ser tan malo. Becuzzi en estos 26 años se hizo más fuerte, más potente, mas aguerrido. No obtener aun lo que desea, lo fortaleció y hoy Becuzzi es mejor que hace 26 años y todos los que persiguen sus sueños y aún no lo han conseguido, también.

No reneguemos si no conseguimos lo que queremos en el momento que lo deseamos, si nuestra motivación es fuerte, será suficiente para ayudarnos a sortear los obstáculos que se nos presenten en el camino, y eso no solo nos fortalecerá, sino que nos ayudará a ser mejores.

Cuando algo “vale la pena” no hay resultado negativo ni situación desfavorable que nos detenga, tal vez sea porque mientras perseguimos nuestros sueños, tenemos garantizada una buena cuota de felicidad.

*Psicóloga y escritora

Lo aquí publicado es responsabilidad del autor y no representa la postura editorial de este medio