Una nueva serie revive el escándalo Clinton-Lewinsky y plantea un interrogante: ¿el caso sentó las bases para el movimiento #MeToo?

La nueva temporada de “American Crime Story: Impeachment” se refiere al affaire entre el ex presidente y la becaria de la Casa Blanca. Desde ese momento, y por muchos meses, no se habló de otra cosa en el mundo generando un debate sobre el sexo y el poder

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Trailer de "Impeachment", la serie que muestra el escándalo sexual que involucró a Bill Clinton y Monica Lewinsky

La semana pasada se estrenó la tercera temporada de la serie American Crime Story: Impeachment, que viene de tratar los casos de O.J. Simpson y Gianni Versace en sus anteriores dos ediciones. Ahora, la última entrega de la serie de FX trata sobre la escandalosa relación entre el expresidente Bill Clinton y la empleada de la Casa Blanca Monica Lewinsky. La serie, que tiene a la ex becaria como una de las productoras y está basada en el libro “Una vasta conspiración: La verdadera historia del escándalo sexual que casi hace caer a un presidente” de Jeffrey Toobin, narra en 10 capítulos cómo se sucedieron los hechos.

En 1998 Estados Unidos fue sacudido por un escándalo presidencial que hasta el día de hoy quedó impregnado en la memoria popular: el caso Clinton-Lewinsky. La relación sexual entre ambos comenzó como un asunto privado y se transformó no solo en motivo de juicio político para el entonces presidente de la nación, sino que también derivó en un intenso debate acerca del sexo, el abuso de poder, las mentiras y la privacidad.

Durante meses fue de lo único que se habló tanto en los medios de comunicación como en todos los ámbitos privados. Lewinsky, de 22 años al momento de salir a la luz los hechos, habría tenido encuentros sexuales con el presidente Clinton, de 49 años, al menos nueve veces entre 1995 y 1997, según la acusación del fiscal Kenneth Starr.

Starr había recibido de parte de Linda Tripp varias horas de grabaciones telefónicas en las que su -en ese momento- amiga Lewinsky le confiaba los detalles de su relación con Clinton. Tripp había capturado secretamente todas las conversaciones y luego, en el marco de una denuncia al presidente por acoso sexual hecha por Paula Jones, las entregó al fiscal a cargo.

El caso era atractivo para todo el mundo. Para aquellos a los que le interesaba la política, estaban ante el escándalo político más grande de los últimos tiempos; por los hechos en sí, el tono novelesco y espectacular con el que lo trataron los medios, y el posterior juicio político al que fue sometido el presidente. Para aquellos a los que la política no les interesaba, el caso trataba el tema que atrae la atención de todos: sexo.

La cobertura mediática del tema puso de manifiesto el tabú que existía a la hora de hablar sobre sexo. Hasta ese momento, por lo menos en Washington, los medios eran reticentes a hablar sobre situaciones privadas, sobre todo las de este tipo, y cuando lo hacían utilizaban un lenguaje eufemístico. El hecho obligó a los periodistas a salirse de su zona de confort y a hablar sobre el sexo de manera más cruda y directa. Y esta tendencia se profundizó luego de la publicación del “Reporte Starr”, el informe que publicó el fiscal del caso en el que se relatan los hechos de la manera más explícita posible. Esto, para algunos, plantó las semillas del reciente movimiento #MeToo.

Juliet Williams, profesora de estudios de género en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) declaró al diario The Washington Post que los fragmentos tan detallados del “Reporte Starr” ayudaron a “romper una barrera cultural muy importante”. Y agregó que “El cambio a un lenguaje más explícito, incluso cuando se utilizó por razones partidarias, ayudó a contrarrestar la idea de que el sexo nunca debe ser parte del discurso público; y provocó discusiones francas que ayudaron a conducir al movimiento #MeToo”. Si bien en un principio la cobertura mediática apuntaba, como en la mayoría de los casos de este estilo, a señalar a Lewinsky, luego hubo una evolución hacia un debate más matizado acerca del consentimiento y el acoso sexual.

Monica Lewinsky junto a Bill Clinton
Monica Lewinsky junto a Bill Clinton

Claro que esto ocurrió después de un tiempo y la mayor parte de los artículos de prensa producidos al principio, en el momento culmine de la noticia, apuntaban mucho más a los detalles mórbidos de los encuentros sexuales que a promover un debate maduro acerca de las relaciones de poder y el sexo. Mike Isikoff, autor del libro “Descubriendo a Clinton: La historia de un reportero”, declaró al mismo periódico que “Es una lástima que los aspectos sensacionalistas del asunto Clinton-Lewinsky -el cigarro, el vestido azul y cosas por el estilo- llegaran a eclipsar lo que en mi opinión eran acusaciones bastante creíbles de acoso y abuso sexual”.

Hace falta aclarar que el ex presidente estaba siendo investigado por otras dos causas de acoso sexual además de la que incluyó a Lewinsky. Paula Jones, por su parte, declaró que mientras Clinton se desempeñaba como gobernador de Arkansas, instruyó a un agente de policía a que la fuera a buscar y que la trajera a su cuarto de hotel. Allí, según Jones, el entonces gobernador se bajó los pantalones y le demandó que le practicara sexo oral. Por otro lado, luego de que se conocieran estos casos, la voluntaria en la casa blanca Kathleen Willey declaró que fue a ver al ya presidente Clinton por una oferta de trabajo y que éste la manoseó, la besó y le puso las manos por debajo de la falda.

El expresidente siempre negó estos cargos en su contra. En un principio, la acusación de Jones fue desestimada, pero en una apelación la defensa de Clinton llegó a un acuerdo con la víctima por 850 mil dólares.

Si bien el movimiento #MeToo surgió casi dos décadas después, en 2017 y en el marco de las acusaciones generalizadas de acoso sexual en contra del gigante de Hollywood Harvey Weinstein, el escándalo Clinton-Lewinsky sentó las bases para empezar a discutir temas sexuales en la agenda pública y a romper con los tabúes que rodeaban al tema.

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