El deporte se transformó en la válvula de escape de Ronaldinho, quien lleva casi un mes preso en el edificio de la Agrupación Especializada de la Policía de Asunción, acusado, junto a su hermano, de haber ingresado a Paraguay con pasaporte falso, en una causa en la que suyace la sospecha de una organización dedicada al lavado de dinero detrás de la documentación apócrifa.
Alojado en una oficina administrativa acondicionada especialmente para albergarlo (tiene dos camas, heladera, TV, aire acondicionado y cafetera), el ex astro del Barcelona, que pasó su cumpleaños N° 40 en la cárcel, se entretiene con el deporte, su pasión. Jugando al fútbol sala, según Blas Pérez, jefe del penal, “la magia está intacta”. En su primera incursión en la cancha, anotó cinco goles en la victoria de su equipo 11-2. No aceptó participar del certamen interno, del que forman parte agentes y prisioneros (el premio es un cerdo de 16 kilos), pero descolla de manera recreativa. Incluso, ante los pedidos recurrentes de sus compañeros, les enseña a algunos de los trucos que lo transformaron en leyenda.
Este martes, el periodista Hernán Rodríguez filtró imágenes de otro pasatiempo de Dinho. El fantasista surgido de Gremio de Porto Alegre brilló jugando al vóley 3 versus 3 en la cancha de arena del penal.
El domingo ya había pisado el mismo espacio, pero con otro objetivo: disputar un certamen de fútbol-tenis o ‘piki vóley’, la disciplina en la que se destacó su amigo Fernando Lugo, campeón mundial en 2016 de la actividad y uno de los que lo visitaron en la dura situación que atraviesa en Paraguay.
Con los pies y la cabeza, Ronaldinho Gaúcho tuvo una enorme actuación, en compañía de un oficial primero en actividad, según informó el diario ABC de Paraguay. Sin embargo, hubo una dupla que logró que el ganador del Mundial de Corea Japón 2002 con la selección brasileña cayera de rodillas sobre la arena.
Se trata de Yoni David Mereles Martínez y Edgar Ramón Otazú, ambos ex policías, egresados de la Academia de su país en 2007. Claro que, en el camino, ambos desviaron su vocación. Yoni, de 33 años (en las imágenes, con la camiseta azulgrana de Cerro Porteño), cumple una condena de 10 años de prisión por su participación en el robo de una empresa de caudales, hecho por el que también fue apresado el chofer del camión.
Sobre Edgar, de 36, pesa una sentencia de 18 años por el asesinato de Fabio Ramón Cuenca Giménez el 15 de mayo de 2010: pareció con un disparo en la cabeza tras una “batalla campal”, tal como la define ABC, en un festival desarrollado en el municipio de Mbuyapey.
Pues bien, ambos podrán ufanarse de haber vencido a Ronaldinho en una cancha... de arena.
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