Esta es la carta de Luigi Echeverri, exgerente de la campaña presidencial de Iván Duque, a los empresarios colombianos

El periodista Juan David Laverde dio a conocer en el diario El Espectador una misiva del influyente ganadero y abogado dirigida a los grandes empresarios colombianos. Pullas a sectores políticos, advertencias sobre los peligros del populismo y un pronóstico de hacia dónde deberían moverse las fichas hacia 2022, fueron algunos de los temas.

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Foto:  REUTERS/Luisa Gonzalez
Foto: REUTERS/Luisa Gonzalez

El periodista Juan David Laverde, del diario El Espectador, dio a conocer este sábado una carta en la que el ganadero y empresario Luis Guillermo Echeverri, exgerente de la campaña presidencial de Iván Duque, les envía a los más grandes empresarios del país algunas advertencias respecto a lo que se vendrá para las elecciones presidenciales del 2022, entre otros temas.

Echeverri, conocido como uno de los hombres más cercanos al uribismo y una de sus fichas más importantes, había sido noticia cuando le envió una carta al periódico El País de España en la que se quejaba por una entrevista que ese periódico le había hecho al senador Iván Cepeda.

“No encuentro la explicación para permitirle a Iván Cepeda, maestro del engaño, fabricante del testimonio falso, inquisidor moderno, líder de la guerrilla parlamentaria, amplificar como verdadera la falacia de la cual él mismo es autor intelectual, material y verdugo de la integridad humana y democrática de uno de los líderes políticos más importantes que tiene el mundo”, denunciaba la carta. Por ese señalamiento, Echeverri tuvo que retractarse por orden de un juez.

En una nueva carta, conocida y hecha pública por el diario El Espectador, Echeverri eligió como sus principales destinatarios a los empresarios colombianos frente a las elecciones presidenciales del 2022.

El documento, fechado el 7 de noviembre, está dividido en quince puntos sobre los cuales el ganadero invita a reflexionar sobre la coyuntura nacional de cara al panorama electoral que se empieza a configurar desde ya para el sucesor de Duque.

La carta empieza con una sugestiva frase: “¡El problema no es la jaula sino los pájaros!”.

Echeverri reitera en “un llamado a la unidad del sector privado con el fin de defender la economía de mercado y libertad de empresa”. En este sentido, esa carta es muy parecida a la enviada por el abogado al diario español. Luigi Echeverri advierte en varias ocasiones que “hay que tener cuidado” con varios sectores políticos, sin señalar con nombre propio a ninguno.

A quien sí señala casi directamente es al régimen de los Castro y a Nicolás Maduro, de quienes dice detentan el poder en “un sistema opresivo que esclaviza (a) doce millones de cubanos o la miseria que sufren treinta millones de venezolanos, atrapados entre el caos del marco totalitario derivado de populismo narcocomunista que domina el territorio que contienen sus fronteras”. A ellos se refiere cuando habla de la jaula y de los pájaros.

Luego cambia de tema para plantear el que considera debe ser el objetivo del país: “Colombia es ahora el momento de actuar y desarrollarse, sin dejar que unos pocos decidan de forma anárquica por la gran mayoría”.

Echeverri se hace una pregunta respecto a las elecciones del 2022, “¿Podrá subsistir una economía donde las leyes y las reglas las crea una clase política corrupta y alcahueta de un crimen organizado que se nutre de la anarquía? ¿Podrán los ciudadanos independientes hacer empresas que a su vez generen los empleos necesarios para que las familias puedan mercar y comer, pagar un techo, transportarse al trabajo y educar a sus hijos, bajo un régimen populista socialista o comunista?”.

Y sigue haciéndose preguntas capciosas y retóricas, apuntando directamente contra el sector progresista y de izquierda colombiano. “¿Por qué solo veo en las propuestas populistas la clara amenaza de un totalitarismo que, tras la máscara de un discurso socialista, galopa en el enflaquecimiento, producto del divorcio ideológico absoluto entre la boca, la cuchara y la comida? Esto es, entre el empleo, la empresa y la inversión privada”.

Y parece responderse a sí mismo en la misiva, publicada por el periodista Juan David Laverde en El Espectador: “Pongámonos a trabajar, hablemos y conversemos en familia sobre la familia, sobre lo que es correcto y lo que no lo es. Hablemos sobre el futuro con libertad y progreso. Si no lo hacemos entre trabajadores y empresarios, entre familiares y amigos, nos puede pasar que elijamos bebernos la cicuta populista que hoy controla naciones hermanas que padecen bajo el yugo de las falsas formas democráticas que se nutren del desfalco de la hacienda pública, del terrorismo y del negocio de la droga”.

Un “fantasma del socialismo” y la defensa a Duque

Echeverri dejó las pullas por un momento y en el siguiente apartado de la carta le dedicó elogios al presidente Duque: “Colombia tiene hoy un gran presidente. Está al comando del país un líder culto que ni dice ni hace bobadas; es honesto, inteligente, trabajador, digno, respetuoso, tiene carácter sin hacer alarde de ello y es poco dado a los abusos de poder que ya vivimos”.

Luego, dice que “ya es hora de dejar de culpar a Uribe de todo lo que ocurre en el país”.

Rodear a Duque

En el sexto punto de la carta presentada por el diario El Espectador dice que “la democracia colombiana no puede darse el lujo de cuestionar la legitimidad del Gobierno”. En ese sentido, pide apoyar a la administración Duque en la batalla de “crear cultura de la legalidad en medio del momento más difícil que ha tenido nuestra civilización desde la depresión económica”.

Sobre sus colegas, los empresarios, recordó que generan “empleos formales y dignos” y que no debe permitirse que el país quede en manos de quienes solo son políticos profesionales.

Al final, Echeverri concluye la carta diciendo que lo que hoy vive Colombia es el resultado de haberle vendido “el alma al diablo”, sin señalar puntualmente a alguien, pero dando claras pistas de que se refiere al proceso de paz con las Farc. “Vivimos la inevitable consecuencia ética de ‘haberle vendido el alma al diablo’ por interpuestas personas al negociar con la delincuencia narcoterrorista”.

Concluye diciendo que “el país no puede seguir dependiendo de quienes bien o mal ya le prestaron sus servicios y viven reclamando espacios, huérfanos de poder y hambrientos de figuración y protagonismo en una Colombia que cambió”. Incluso, les dice a esos políticos que no nombra específicamente que “su función es dar guía y consejo, no gestionar contratos y repartir laburos estatales”.

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