
Los teléfonos móviles dejaron de ser simples dispositivos de comunicación para convertirse en una extensión casi inseparable de la vida de los jóvenes. Para muchos de ellos, el celular es su principal herramienta de entretenimiento, comunicación y, en muchos casos, la única forma de interacción social diaria. Según un estudio de la organización juvenil OnSide, un alto porcentaje de jóvenes de entre 11 y 18 años utiliza la mayor parte de su tiempo libre frente a una pantalla.
Entre las actividades preferidas, destacan ver contenido en streaming, jugar videojuegos y chatear con amigos. Esta dependencia de los dispositivos se debe, en gran parte, a tres factores clave: la costumbre, el aburrimiento y el miedo a perderse algo (o FOMO, por sus siglas en inglés). La facilidad y disponibilidad de los teléfonos convierten su uso en un hábito cotidiano que desplaza otras formas de ocio.
El deseo de reducir el uso del teléfono: una lucha sin estrategias claras
El estudio revela un dato contradictorio: aunque los teléfonos son omnipresentes en sus vidas, más de la mitad de los jóvenes expresan el deseo de reducir el tiempo que dedican a estos dispositivos. Sin embargo, el 42% de los que más los utilizan reconocen no saber cómo hacerlo.
Este dato pone en evidencia la paradoja de una generación atrapada en un círculo de dependencia tecnológica sin las herramientas para romperlo. El acceso constante a redes sociales, contenido bajo demanda y juegos plantea una barrera para establecer límites claros de uso. Además, la misma naturaleza de estos contenidos, diseñados para atraer y retener la atención, dificulta aún más el abandono de los dispositivos.

OnSide bautizó a este grupo de jóvenes como la “Generación Aislamiento”, debido a que el 75% pasa la mayor parte de su tiempo libre en casa. La dependencia de las pantallas y el confinamiento en el hogar limitan las interacciones sociales cara a cara, lo que afecta el desarrollo de habilidades interpersonales.
Este fenómeno se intensificó con la pandemia, pero su persistencia sugiere un cambio más profundo en las rutinas sociales juveniles. Al mantenerse en casa, los jóvenes optan por la comodidad de sus dispositivos móviles en lugar de buscar experiencias en el mundo físico, lo que restringe su crecimiento social y su capacidad para formar relaciones significativas fuera de las redes virtuales.
Impacto en el bienestar emocional y la socialización
Aunque el teléfono es una constante en sus vidas, solo el 15% de los jóvenes afirma que el uso de su dispositivo es la principal fuente de su felicidad, según el informe de OnSide. Esto sugiere que, aunque los teléfonos ofrecen entretenimiento, no necesariamente contribuyen al bienestar emocional de los jóvenes.
Un ejemplo es Ethan, un joven de 15 años miembro de The Hive Youth Zone, quien comparte que su experiencia en el club juvenil le permitió mejorar su salud mental y sus habilidades para socializar. Ethan asegura que, gracias a las actividades en el centro juvenil, se despierta cada día sintiéndose más positivo.

Ante la creciente dependencia de los dispositivos, OnSide recomienda que los jóvenes se unan a clubes juveniles como una alternativa saludable que permita reducir el tiempo en pantallas. En estos espacios, los adolescentes pueden interactuar, participar en actividades recreativas y desarrollar habilidades sociales en un entorno supervisado y libre de pantallas.
Según el estudio, el 93% de los jóvenes que asisten a centros juveniles perciben un impacto positivo en sus vidas. Estos entornos permiten que los adolescentes encuentren un espacio de pertenencia fuera del ámbito digital, disminuyendo la necesidad de recurrir al teléfono para satisfacer sus necesidades de conexión social. Al fortalecer la oferta de actividades en centros juveniles, las organizaciones buscan proporcionar herramientas prácticas que ayuden a los jóvenes a reducir su uso de pantallas y a construir relaciones interpersonales sólidas.
Preocupaciones sobre los riesgos en línea y el miedo a “quedarse afuera”
No todos los jóvenes tienen una relación positiva con el entorno digital, y algunos experimentan situaciones de riesgo. Un informe reciente de Girlguiding, llamado Girls’ Attitude Survey, reveló que muchas niñas y mujeres jóvenes fueron víctimas de acoso u otros daños en línea. Sin embargo, aunque son conscientes de los peligros, muchas no se atreven a dejar las redes sociales por miedo a perderse algo importante o quedarse fuera de sus círculos sociales.
Este miedo a la desconexión impulsa el uso de los dispositivos, a pesar de los riesgos psicológicos y emocionales asociados. La tendencia muestra que el entorno digital, aunque puede ofrecer entretenimiento y conexión, también representa un desafío importante en términos de seguridad y bienestar.
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