Cómo un grupo de personas con discapacidad se reinventó para poder trabajar en plena pandemia

Miembros de la fundación En Buenas Manos lograron seguir trabajando y a la vez ayudar a los demás en medio de esta crisis sanitaria. Personas sordas desinfectan oficinas y camiones y personas ciegas ofrecen actividades de meditación y relajación online

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En el año 2007, Hernán Español vivía en Australia y trabajaba en un laboratorio, cuando se encontró con una dinámica laboral que lo cautivo desde el minuto cero: una vez por semana, la organización en la que trabajaba, le ofrecía como un beneficio un servicio de masajes realizados por personas ciegas.

En Argentina, al mismo tiempo, Lorenzo Gauna sufría un accidente en moto que provocó un desprendimiento de retina y que llevó a que perdiera de a poco la visión hasta quedarse completamente ciego. “Lo primero que pensé fue que mi vida laboral estaba terminada, más allá de la necesidad que tenía de trabajar, no pensé que iba a volver a sentirme útil”, confesó a Infobae Gauna.

Al llegar al país, lo primero que sintió Español es que tenía que replicar lo que había visto en Australia, ya que las personas ciegas le habían comentado lo felices que estaban al poder trabajar en una organización y valerse por sí mismos sin los prejuicios constantes a los que se someten las personas con discapacidad en el mundo laboral. Fue así que volvió al país y se reunió con una fundación de personas ciegas. Pero no logró convencerlos.

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Lejos de dejar de lado su idea y proyecto de lado, Español se reunió tres años después con otra fundación para volver a proponerles la idea. “Lo primero que hicieron fue presentarme a Javier, una persona ciega para escuchar su testimonio, compartirle mi idea y poder juntos pensar en cómo funcionaría para él esta idea y al instante le gustó el proyecto ya que una de las cosas que me contó es que solo le brindaban capacitaciones para poder conseguir un trabajo pero nunca conseguían un empleo por las distintas barreras de los prejuicios a los que se enfrentan constantemente. Así fue que nació en el 2011 En Buenas Manos y la respuesta fue increíble”, comentó a Infobae Hernán Español.

Corría el 2015 y en una sala de rehabilitación Gauna escuchó las charlas inspiracionales que venían a brindarle desde la fundación: “Estaba en búsqueda de salida laboral. Al quedarme ciego completamente no sabía qué iba a poder hacer e incluso tenía mis dudas de si iba a poder volver a trabajar. Me contacté con la fundación y empecé con los cursos de capacitación para dar masajes. A los tres meses ya volví a trabajar. Me cambió mi vida, porque volver a tener una rutina, fue como volver a sentirme completo. Tenía 40 años en ese momento y no poder trabajar era para mí muy difícil lidiar. Aparte de la necesidad económica, también era la necesidad de sentirme útil, me volví a completar”.

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Conforme creció la demanda, se fueron reclutando y capacitando profesionales para brindar un tipo de masaje que contemplara la dosis justa de presiones, amasamientos, golpeteos y movimientos suaves. El alivio de tensiones que se lograba en 15 minutos gracias al servicio fue sólo uno de los factores por los cuales el nombre de En Buenas Manos empezó a circular con más fuerza en el ámbito corporativo.

En este sentido, la organización trabaja desde hace 9 años para visibilizar el empleo de las personas con discapacidad, mostrando a través de ejemplos concretos cómo agregan valor cuando se insertan en el mercado laboral de manera igualitaria. Según un estudio del INDEC publicado a fines de 2018, en Argentina hay más de 3 millones de personas con discapacidad y sólo el 32,2% de esta población en edad laboral logra acceder a un empleo.

Lejos de quedarse con una única capacitación, Gauna, realizó cursos intensivos para volverse profesional: ”Hoy soy terapeuta con título profesional. Ahora también estamos haciendo un curso de gestión de empresas y tenemos las expectativas de en el futuro poder activar un proyecto que tenemos con la idea de trabajar y crear un call center”.

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A pesar de que en sus comienzos, desde la fundación empezaron ofreciendo masajes a las organizaciones, de a poco, se fueron expandiendo y ofrecen servicios como: digitalización de expedientes y trabajos realizado por personas sordas, distribución de frutas, ensaladas y alimentos por personas con retraso intelectual y sordas, servicio de manicuría brindado por mujeres en sillas de ruedas, catering, entre otros. Sin embargo, la llegada de la pandemia los sorprendió totalmente y tuvieron que reinventarse para no perder todo lo que habían logrado.

Es así que desde el 2011 hasta la actualidad, logró posicionarse dentro del ámbito corporativo como el primer paso hacia la inclusión laboral de personas con discapacidad. Desde entonces, 130 empresas incorporaron los servicios con el compromiso de generar un cambio. “Lo más interesante en este proceso es ver como a veces las mismas organizaciones, al ver como trabaja la persona con discapacidad decide contratarlo y que forme parte de la organización formalmente”, enfatizó el fundador de En Buenas Manos.

La llegada del COVID-19

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El impacto de la nueva enfermedad en el mundo laboral provocó la baja del 100% de sus servicios, dejándolos sin trabajo. Ante esta situación, de acuerdo su fundador, optaron por no bajar los brazos y se sumaron a la lucha contra el coronavirus reinventando sus servicios: “Antes, salíamos a combatir los prejuicios de la sociedad, ahora salimos a combatir el virus. Es una transformación del individuo, un cambio de mirada”.

Fue así que el equipo de personas sordas se capacitó y actualmente ofrece un servicio de desinfección contra el coronavirus, bajo el protocolo de seguridad y sanidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, con la misión de sumar otra herramienta para erradicar el virus, están trabajando en la construcción de distintas cabinas, columnas y pórticos de sanitización.

A esto fueron sumándole distintas soluciones que apuntan a combatir la nueva enfermedad como la confección de barbijos a cargo de personas sordas y con discapacidad motriz. Mientras que las personas ciegas y disminuidas visuales que brindaban masajes relajantes en distintas oficinas se reinventaron y ofrecen actividades de pausas activas, automasaje y meditación vía streaming. Además, se están capacitando para poder llevar adelante un call center.

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Nuestro objetivo es generar un cambio de mirada respecto a la empleabilidad de las personas con discapacidad. Poder cambiar el prejuicio de las personas y demostrar con los trabajos concretos que al igual que para cualquier persona, tener un empleo, valerse por sí mismos y demostrar que si pueden es muy valioso”, enfatizó Español.

El trabajo de las personas con discapacidad contra el COVID-19 muestra su tenacidad y capacidad de autosuperación. Resulta un alentador mensaje de inclusión, cooperación y unidad, alineado con el llamado a la sociedad: “al virus lo vencemos entre todos”.

“Queremos que nos den oportunidades, porque lo más importante es que las posibilidades están. Nunca pensé que podía trabajar después de mi accidente y hoy creo que tengo todas las fuerzas para hacer muchas cosas e incluso hacer más cosas de las que podía hacer antes de que me quedara ciego. Nunca proyecté así, pero en este tiempo que no veo, aprendí cosas y es lo que me impulsa a despertarme todos los días”, concluyó Gauna.

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