Crítica de "Infierno en la tormenta": un cóctel de adrenalina fílmica no apta para impresionables

El filme funciona entre el cine catástrofe y elementos del género de horror

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Tráiler de "Infierno en la tormenta"

Una mujer, experta nadadora, queda atrapada en un sótano de la Florida tras intentar salvar a su padre de las consecuencias de un huracán de categoría cinco. Además del agua, los vientos y las inclemencias meteorológicas, ambos deberán enfrentar a una horda de cocodrilos que han escapado y ahora merodean el lugar en busca de alimento.

Esta entretenida aventura clase B, es dirigida por el francés Alexandre Aja, responsable de interesantes filmes de terror como Alta tensión o la nueva versión de Las colinas tienen ojos. El cineasta galo despliega toda su pericia para generar momentos de frenético suspenso, valiéndose de una puesta claustrofóbica y manejando la cámara subjetiva para transmitir la escalofriante presencia de los depredadores.

Sin caer en la demencia de sagas como Sharkneado, el filme tiene por momentos un toque paródico inevitable, condimentado también por cierto humor negro que ayuda a descomprimir las escenas más opresivas.

Hay gore, aunque no en demasía, teniendo en cuenta los antecedentes fílmicos del realizador. De todas maneras, los noventa minutos de filme contienen desmembramientos, cadáveres masticados y miembros amputados haciendo que el metraje no sea apto para espectadores de estómagos débiles.

En los apartados interpretativos tenemos buenas actuaciones de Kaya Scodelario, quien realiza una performance sumamente física y de Barry Pepper, a quien los guionistas le han reservado los momentos más intensos. A pesar de que elenco es más extenso, esta pareja sin dudas carga con el peso dramático de la historia, y lo hace de manera correcta.

En los rubros técnicos, más allá de los gigantes caimanes, generados digitalmente, que lucen creíbles y aterradores, la utilización de una fotografía que aprovecha las sombras, y los claroscuros, es ideal para que los sustos/sobresaltos que abundan en la segunda mitad del largometraje, sean efectivos.

Sin ser una maravilla fílmica, ni ocupar un lugar trascendental en la historia del séptimo arte, Infierno en la tormenta funciona como una atracción de feria que asusta y divierte, apelando a los terrores primarios y manteniendo al espectador al filo de la butaca esperando que se cumpla aquel viejo refrán que rezaba que "Cocodrilo que se duerme, es cartera".

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