
La necesidad de escribir y contestar rápido en el celular nos ha llevado a generar expresiones que están muy cerca de la antipatía o la falta de conexión con el otro. A esta tendencia se llama dry texting, una situación generada por la evolución de los teléfonos móviles, WhatsApp y otras plataformas.
Esto ha causado que en muchas situaciones el lenguaje sea interpretado de diferentes maneras o que se generen situaciones conflictivas por la falta de empatía que tienen.
Qué es el dry texting
El término dry texting se refiere a una modalidad de respuesta breve, escueta y carente de contenido emocional. Estos “mensajes secos” suelen reducirse a monosílabos como “ok”, “vale”, “jaja”, o la simple utilización de algún emoji sin más explicación.
Lejos de funcionar como un vehículo de cercanía, este intercambio tiende a bloquear la fluidez de cualquier conversación e instala en el receptor una sensación de distancia, desinterés o incluso hostilidad.

Esta práctica comenzó a ganar notoriedad con la proliferación de los chats y redes sociales. Al instante de reconocer respuestas cortantes, muchos usuarios dudan si proseguir, cambiar de tema o dar por terminada la conversación para no parecer pesados o invasivos. De ahí que el dry texting haya llegado a considerarse una red flag, un alerta o señal de advertencia, en el incipiente vínculo entre dos personas.
De acuerdo con especialistas en comunicación digital, detrás del dry texting suele haber múltiples factores: desde una falta de intencionalidad ofensiva (cansancio, automatismo, poca habilidad expresiva) hasta un mensaje tácito de desinterés.
“El dry texting es un claro reflejo de la desconexión emocional que viven las sociedades hiperconectadas. Respuestas frías y escuetas, sin intención de generar vínculo, pueden doler más que el silencio dependiendo del contexto”, dice Ami Bondía, comunicadora y conferencista, en declaraciones publicadas por Mundo Diners.
La interpretación depende de las emociones y la perspectiva de quien lee: lo que para uno puede ser simplemente una respuesta funcional, para otro se siente como un rechazo o falta de respeto.

Por qué el dry texting es una señal de alerta en las relaciones digitales
El dry texting aparece frecuentemente en la etapa inicial del contacto con alguien. Mientras se intenta conocer los gustos e intereses del otro, este estilo comunicativo bloquea cualquier posibilidad de profundidad en el intercambio. Una conversación salpicada de monosílabos únicamente conduce a una sensación de incomodidad, impidiendo sugerir nuevos temas o seguir una interacción fluida.
Este comportamiento suele percibirse como un síntoma de falta de interés. Cuando las respuestas breves se vuelven persistentes, muchos aconsejan dejar de responder para observar si existe un intento del otro por retomar o profundizar el diálogo. Si el patrón se repite y predomina la frialdad, puede ser la manera implícita (o no tanto) de anunciar que la relación no prosperará.
Sin embargo, cabe matizar que no siempre el dry texting esconde una intención de cortar el vínculo. Hay personas naturalmente secas para expresarse por texto, o poco atentas al teléfono. Otras se sienten más cómodas detrás de una pantalla pero se muestran elocuentes y receptivas cara a cara o por llamada. Por ello, recomiendan explorar otras formas de comunicación antes de extraer conclusiones definitivas sobre el interés de la otra parte.
Cuál es el impacto emocional de estos mensajes
Los mensajes secos no solo son motivo de insatisfacción en los intercambios amorosos o de amistad, sino que también afectan al ámbito laboral o profesional, donde la mayoría de los contactos se desarrolla por canales digitales. Responder de forma cortante puede minar amistades, deteriorar la confianza en proyectos conjuntos o provocar desencuentros innecesarios en equipos de trabajo.

La incomodidad y la frustración generadas por el dry texting se vinculan directamente a la ausencia de elementos clave en la comunicación presencial: tono de voz, gestos, contextos inmediatos y la posibilidad de aclarar o matizar en tiempo real.
Como explica Emily Lawrenson, experta en comunicación, “la mensajería instantánea elimina muchos de los elementos que nos ayudan a entendernos. Los malentendidos digitales suelen trasladarse a conflictos en la vida real y afectan de forma duradera a los vínculos”.
Además, la tendencia a decodificar cada signo, palabra o emoji ante la ausencia de matices, puede hacer que una simple palabra adquiera un significado excesivo para el receptor. Un simple “me parece bien” puede interpretarse como indiferencia, y un “vale” podría sonar tan fuerte como un portazo según el estado emocional y las expectativas de quien lo recibe.
El fenómeno ha cobrado tal protagonismo que incluso existen casos legales derivados de la interpretación de mensajes digitales. En julio de 2023, un tribunal canadiense consideró que el uso de un emoji “pulgar arriba” en una conversación por WhatsApp tenía valor legal y podía entenderse como aceptación contractual.
Esto confirma que la comunicación escrita, por básica que parezca, puede adquirir un peso significativo.
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