Los personajes de Cambalache: generales, santos, mafiosos, boxeadores y estafadores como retratos de una época

El popular tango que escribió Enrique Santos Discépolo es una radiografía de la década del ‘30, en la que reinaron la corrupción y el fraude. Quiénes son los que desfilan en su letra. La explicación a la frase “herida por un sable sin remache, vi llorar la Biblia junto a un calefón”. Y las censuras que sufrió a lo largo de los años

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La partitura de Cambalache, de Enrique Santos Discépolo
La partitura de Cambalache, de Enrique Santos Discépolo

De entrada, la película pintaba para un drama, y no defraudó. Comienza con una fiesta que un estanciero millonario del interior brinda en honor a su hijo recién llegado, al que cree recibido de ingeniero agrónomo. Terrible golpe acusó el progenitor -que tenía todo listo para dejarle la administración de sus campos- cuando se enteró que el muchacho se pasó el tiempo en la ciudad componiendo tangos, muy lejos de la facultad. Luego de un ultimátum paterno, Fabián abandona el hogar y lo sigue Elda, su novia de siempre. En la ciudad, la pasan realmente mal sin dinero ni trabajo: se casan, tienen una hija que se enferma y muere. Encima, las radios rechazan sus composiciones porque, en las sombras, un tal Enrique, que siempre deseó a Elda, hace lo imposible para que el muchacho fracase en su carrera artística.

Luego de la muerte del bebé, Fabián abandona a su esposa para evitar que caiga en la miseria, y ella se va a vivir con su mamá, pero lo único que hace es pensar en él. Mientras tanto, con el seudónimo de Romeo Ibáñez, la suerte de Fabián cambia y triunfa como compositor, pero no va a buscar a su esposa porque la cree en un barajar y dar de nuevo por Europa. La película termina con un festival de tango en el Teatro Colón, al que Fabián es invitado como estrella. La esposa, acompañada por el padre del muchacho, a esta altura arrepentido de haberse distanciado de su hijo, sorprende a su marido y sube al escenario, donde canta el tango, que da título a la película, “El alma del bandoneón”.

Afiche de la película en la que se estrenó el tango Cambalache, en febrero de 1935. (Fuente Wikipedia)
Afiche de la película en la que se estrenó el tango Cambalache, en febrero de 1935. (Fuente Wikipedia)

En esta obra de Mario Soffici, estrenada el 20 de febrero de 1935, en la que Santiago Arrieta era Fabián y Libertad Lamarque, Elda, se dio a conocer, en el minuto 57 del film el tango “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo. Lo habían convocado para que escribiese un par de canciones pegadizas. Lo cantó Ernesto Famá con la orquesta de Francisco Lomuto.

A esa altura, Discépolo era un reconocido autor de tango, de obras musicales, de teatro y de guiones. Nacido en el barrio del Once, hijo de un músico napolitano, fue criado por su hermano Armando, 14 años mayor, un talentoso autor teatral que pintaba magistralmente lo grotesco.

Enrique Santos Discépolo, en una fotografía de la revista Caras y Caretas de 1929.
Enrique Santos Discépolo, en una fotografía de la revista Caras y Caretas de 1929.

Afirmaba que tenía la virtud de interpretar los gustos del público y que muchos se identificaban con sus tangos. Antes de Cambalache, ya había iniciado una revolución tanguera con piezas como Que vachaché, Malevaje, Esta noche me emborracho, Chorra, Soy un arlequín y Yira, Yira. El alma del bandoneón también le pertenece.

El “cambalache” era el negocio de compra y venta de objetos y prendas de las más variadas, generalmente dispuestas en forma desordenada y caótica, donde el regateo estaba a la orden del día.

Juan Galiffi fue un famoso exponente de la mafia que operó en la ciudad de Rosario. Era italiano y terminó deportado. (Fotografía Revista Caras y Caretas)
Juan Galiffi fue un famoso exponente de la mafia que operó en la ciudad de Rosario. Era italiano y terminó deportado. (Fotografía Revista Caras y Caretas)

La letra de denuncia, de desesperanza, de indignación que recorre esta composición -seguramente un vívido retrato del inicio de la Década Infame- enseguida caló hondo en el sentir popular, cuando los principales cantantes la incluyeron en sus repertorios y fue increíblemente exitosa.

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En un momento del tango, el autor se indigna:

¡Que falta de respeto, qué atropello a la razón! cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón... Mezclao con Stavisky va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín... Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto al calefón.

Un gigante en acción. Primo Carnera en una pelea de 1928.
Un gigante en acción. Primo Carnera en una pelea de 1928.

¿Quiénes son estos personajes que repetimos como una suerte de credo?

En el primer trío que arma, incluye a un estafador, a un santo recién canonizado y a una amante: Stavisky, Don Bosco y La Mignon.

Alexandre Stavisky, un ucraniano nacido en 1886 y nacionalizado francés en 1910. Estafador profesional, defraudó a la comuna de Bayona, con la complicidad de su alcalde, en 200 millones de francos. Descubierto, huyó y cuando se vio acorralado por la policía, se suicidó en enero de 1934. Por sus implicancias, fue un caso resonante que ocupó mucho espacio en los diarios de la época.

Don Bosco, un sacerdote italiano, es el creador de la orden de los Salesianos. Educador y artífice de una obra que se replicó en muchos países, fue canonizado en 1934.

El estafador Alexandre Stavisky, otro personaje del tango
El estafador Alexandre Stavisky, otro personaje del tango

La Mignon, en el lunfardo porteño, referencia a la figura de la amante, a la mujer mantenida.

Luego, relaciona a un mafioso, Don Chicho, con el emperador francés Napoleón Bonaparte:

Don Chicho no es otro que Juan Galiffi, un siciliano que llegó a la Argentina en 1910. Comenzó como obrero en una fábrica en Gálvez y nadie sabe cómo, en tiempo récord, fue dueño primero de una barbería, luego de bares hasta ser propietario de campos y de caballos. La ciudad de Rosario era su radio de acción, en tiempos en que era conocida como “la Chicago argentina”. Involucrado en el secuestro y muerte del joven Abel Ayerza, se le revocó la ciudadanía y fue deportado a Italia, donde murió en 1943 durante un bombardeo.

De Napoleón poco queda por decir: el talentoso militar que manejó Francia y que se transformó en amo y señor de gran parte de Europa por quince años, entre 1799 y 1814.

Por último, une a José de San Martín -el libertador de América- con Carnera, una estrella del box del momento.

La millonaria estafa de Stavisky fue un escándalo de proporciones en Europa.
La millonaria estafa de Stavisky fue un escándalo de proporciones en Europa.

Cuando nació, en 1906, el italiano Primo Carnera pesó ocho kilos. A los 22 años, cuando medía dos metros y un par de centímetros y pesaba 128 kilos, lo descubrieron como boxeador. Debutó en septiembre de 1928 con un nockout en el segundo round, cuatro años después obtuvo el título europeo en su categoría y en 1933 el mundial. Cuando dejó el boxeo, se dedicó a las exhibiciones, a participar de películas y a atender el restorán de comida italiana que había abierto en Estados Unidos, donde se radicó.

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El tango encierra otra metáfora, que no es más que una pincelada de la vida cotidiana de entonces. “Igual que en la vidriera/irrespetuosa/de los cambalaches/ se ha mezclao la vida,/y herida por un sable sin remache/ves llorar la Biblia/ junto al calefón”.

En tiempos en que el papel higiénico era un producto que no todos podían adquirirlo, se encontró un reemplazo. Por entonces, la Sociedad Bíblica repartía biblias en forma gratuita, impresas con un papel extremadamente fino. “El sable sin remache” era un gancho que no tenía cabeza, que colgaba del calefón que solía instalarse en los baños, especialmente de los conventillos. De ese gancho yacía ensartado un ejemplar y solo había que tomar una hoja y arrancarla. Tal vez lo que Discépolo quiso decir que, ante una necesidad básica, lo religioso o sagrado pasaba a un segundo plano, o que siempre llevaba las de perder.

Discépolo con Tania, su mujer
Discépolo con Tania, su mujer

Cambalache es uno de los tangos que los gobiernos de facto se encargaban de prohibir. Fue uno de los que sucumbió en la ola moralista de los golpistas de 1943 que prohibieron el uso del lunfardo en los tangos, muchos de cuyos títulos cayeron en lo insólito cuando debieron adaptarse al idioma español. Integró una lista negra por derrotista por la dictadura instalada en 1976.

Discépolo también la pasó mal. Había conocido a Juan Domingo Perón en una gira artística cuando el militar era agregado en la embajada de Chile. Adhirió al peronismo y lo defendió en el ciclo radial “A mi me la vas a venir a contar”, donde el personaje al que llamó Mordisquito defendía a capa y espada al gobierno. Esto le costó que muchos colegas y amigos le diesen la espalda. Falleció, entristecido, víctima de un cáncer, el 23 de diciembre de 1951, atrapado en sus facetas de artista y militante, en una vida que, lejos de ser un cambalache, bien merece un tango.

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