La historia de Micaela Chauque, la primera mujer indígena autorizada para hacer algo que sólo se le permitía a los hombres

Recibió la "bendición" de los ancianos de su comunidad para tocar la quena, instrumento exclusivo para los hombres. Nació en Salta, se mudó a Tilcara, compone y canta a los paisajes andinos. Además, gana premios en el país y es aplaudida en el mundo

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Micaela Chauque
Micaela Chauque

"Canta con la sensibilidad de la Pachamama y la autoridad del cóndor", la definen quienes conocen a la mujer norteña que escribe la letra y compone la música de los temas con los que recorre el mundo e invita a andar los paisajes andinos. Es docente, luthier, artista multifacética y fundadora del "Encuentro de Mujeres Artistas de la Quebrada".

Micaela Chauque compartió escenario con artistas que testifican sobre la cultura argentina: en sus inicios integró el grupo de Jaime Torres y fue invitada y anfitriona de Divididos. A los 11 años compuso su primera canción y su último trabajo, Jallalla, mereció el Premio Carlos Gardel como "Mejor álbum de Folklore Artista Femenina" de 2019.

Y es, ante todo —como señala con orgullo— la primera mujer de la Quebrada de Humahuaca que fue autorizada para tocar la quena, un instrumento por tradición exclusivo de los hombres.

Video: Micaela Chauque interpreta "Romance de Viento y Quena"

La aceptación de los ancianos 

Micaela Chauque nació en la comunidad indígena colla de Finca Santiago, departamento de Iruya, provincia de Salta y se mudó a Tilcara, una de las principales ciudades de la Quebrada de Humahuaca (Jujuy), razón por la cual también se la incluye entre los músicos jujeños.

De niña se dejó seducir por la música y a los 15 años comenzó a tocar el instrumento que era permitido solo para algunos hombres de la comunidad, la quena. Debió pasar una prueba de fuego para ser aceptada. Lo hizo, y desde entonces lleva el sonido norteño por el mundo.

"Las tradiciones indican que los instrumentos de viento solamente los ejecutan los hombres", cuenta Micaela a Infobae y sigue: "Pasaron muchos años, terminé de estudiar en Salta y volví a vivir a Tilcara. Hasta ese momento, yo salía a tocar en escenarios, pero no es lo mismo que tocar dentro de las fiestas (de la comunidad) donde hay respeto por las tradiciones y por los roles. Entre ellos que algunos de los hombres son quienes tocan los instrumentos de viento, por eso lo que hice fue presentarme a tocar en una fiesta de la comunidad".

Lo hizo sin dudarlo. "Dije que quería tocar la quena y, como ya me conocían porque me habían visto, me dijeron: 'A ver, ¡tocá!'. Esa fue la primera vez que me animaba a hacer algo así y me escucharon. Las mujeres que estaban alrededor comenzaron a cantar, armaron ruedas y bailaron ¡Fue muy lindo ver que se movían al ritmo de lo que yo tocaba! Tuve que tocar varias horas porque la costumbre es que los instrumentos se ejecuten durante muchas horas y yo quería hacerlo como ellos y mostrar que podía. Así que toqué toda la tarde, iba parando de a ratitos, iban cambiando de ruedas, de espacios y me dijeron: '¡Bien, bien! Ahora sí podés tocar la quena!'. Esa fue la aceptación que tuve".

Micaela Chauque: “Me dijeron: ‘¡Bien, bien! Ahora sí podés tocar la quena!’. Esa fue la aceptación que tuve”. (Prensa)
Micaela Chauque: “Me dijeron: ‘¡Bien, bien! Ahora sí podés tocar la quena!’. Esa fue la aceptación que tuve”. (Prensa)

¿Quién dijo que sí podías ejecutar la quena?

—¡Los ancianos! No fue una persona sino que fueron los ancianos del Encuentro de Cantos de Copla. Allí la mayoría son personas de la tercera edad. En esos encuentros se toca de a uno. Entonces quienes estaban tuvieron que escuchar o bailar o participar o irse, pero se quedaron y me permitieron hacerlo.

—En el momento en que te dijeron que toques ¿llegaste a pensar que quizás no te aceptarían?

—Yo quería participar de esa manera en la fiesta porque hacía varios años que tocaba y buscaba esa aceptación. Es la aceptación de la gente que conoce, participa, canta… y son todas personas ancianas. Ellos son los que  siguen las tradiciones, porque prácticamente los jóvenes ya no lo hacen, lamentablemente.

¿Por qué los jóvenes se alejan de las tradiciones?

—Creo que es parte de la globalización, de la necesidad de encontrar una forma de trabajo más estable que los obliga a salir del ritmo de vida que acá se mantienen por la gente grande y que tiene que ver con la vida de campo, con las fiestas y las celebraciones del calendario. Pero también es por la aceptación social de cantar o tocar instrumentos como los que yo toco. En mi caso, me dediqué a hacerlos y a aprender a tocarlos, pero a los jóvenes no les interesa o quizás les interesa otra cosa y no estos estilos.

Micaela Chauque fue la primera mujer a la que se le permitió tocar la quena, uno de los tantos instrumentos que eran limitados a los hombres de la comunidad. (Prensa)
Micaela Chauque fue la primera mujer a la que se le permitió tocar la quena, uno de los tantos instrumentos que eran limitados a los hombres de la comunidad. (Prensa)

Micaela aprendió a tocar la guitarra cuando era niña, luego siguió con el charango. En la adolescencia llegó un sikus y no hubo vuelta atrás a ese sonido: aprendió el instrumento desde cero, tanto así que construyó su primer sikus con cañas secas de bambú "por necesidad", pero así descubrió una actividad que ama, la luthería.

Hoy disfruta de elegir las cañas, cortarlas, dejarlas secar mientras el sol norteño les da color. Las afina, les da forma y toca. El procedimiento también lo enseña a sus alumnos "cuando hay oportunidad", dice, y además brinda seminarios.

—¿Cómo decidiste seguir tus raíces y tradiciones y no ser parte de los jóvenes que las dejaron?

—A mí siempre me gustó estudiar y leer. Siempre tuve un carácter muy curioso y mi papá, al ser docente, aceptó mi decisión y mi mamá no se opuso. ¡Ellos sabían que algo bueno iba a suceder si estudiaba música…! A lo sumo sería profesora o algo. Y a mi siempre me gustó la música y la danza.

Desde Tilcara al mundo

Micaela habla con Infobae desde Tilcara. Cuenta que en ese momento (cuando en Buenos Aires la sensación térmica se perfila a ser la más baja hasta la fecha) la temperatura es agradable "como siempre" y que allí se vive con tranquilidad. Como buena observadora destaca que desde hace un tiempo "hay mucha gente nueva que se viene a vivir a esta zona".

Se refiere a las familias que, como en su caso, llegan desde el campo. "También hay una sociedad de jóvenes y familias jóvenes que se conformaron y están aquí, adaptándose a la la vida de esta ciudad".

—Tilcara es una de las ciudades obligadas a conocer cuando se hace turismo en el Norte argentino ¿cómo es para quienes viven allí esa convivencia constante con el turista?

—La gente aprendió a convivir. Hace décadas uno de los grandes atractivos turísticos de Tilcara era la actividad cultural, y más tarde se desarrolló también la actividad turística por el paisaje. Pero lo cultural siempre fue muy fuerte. Por ejemplo, en De la Cárcova hay muchos grandes artistas y siempre llegaban otros que se internaban acá durante el verano para desarrollar su arte: músicos y poetas venían y se quedaban toda la temporadas para trabajar. Creo que ellos fueron los precursores de la difusión de la Quebrada de Humahuaca.

La enorme actividad artística en Tilcara se realiza en el verano durante el Enero Tilcareño, que es el festival de música más grande de la región, incluso más antiguo que el Festival de Cosquín aunque menos difundido. "Yo decido quedarme a vivir aquí por el valor cultural tan vivo y tan fuerte que tiene Tilcara. Aquí vive también Rita Segato, una de las personalidades del movimiento femenino y de la música; esto marca cómo ha cambiado".

“Yo decido quedarme a vivir aquí por el valor cultural tan vivo y tan fuerte que tiene Tilcara”.

El Encuentro de Mujeres Artistas de la Quebrada de Humahuaca

Micaela ejecuta la quena y se deja abrazar por el poder del viento en la Quebrada de Humahuaca. (Prensa)
Micaela ejecuta la quena y se deja abrazar por el poder del viento en la Quebrada de Humahuaca. (Prensa)

El Jallalla Warmi se enmarca en el calendario cultural del Enero Tilcareño y en el 2020 será la quinta edición de las jornadas que reúne a mujeres artistas del norte argentino y del país entero.

¿Qué marcó la necesidad de crear el Encuentro de Mujeres? ¿Cuándo surgió?

—Al Jallalla Warmi lo hicimos sin querer, así como quien dice: "Bueno, organicemos algo"… Y lo organizamos. Surgió por la misma necesidad de identidad de las mujeres artistas que habíamos planificado un recital para enero, éramos dos, y de repente empezamos a recibir pedidos de artistas de toda la región para participar. Al  año siguiente más artistas supieron lo que estábamos haciendo y tuvimos una programación de actividades de más de 5 horas. Llegaban artistas de todas partes que querían participar. Así fue como decidimos llamar Jallalla Warmi al encuentro, que era la idea con la que llegué por haber nombrado así a un disco. Y es una expresión que significa "sacar hacia afuera con energía positiva" y de eso se trata.

Además de arte ¿comparten inquietudes sociales?

—Es un Encuentro Nacional de Mujeres Artistas en el que trabajamos el intercambio de conocimientos entre las que tocan su música y presentan sus números. También participan escritoras que presentan sus libros, hay charlas, difusión de arte y presentaciones de películas documentales.

—Es un encuentro muy relevante para las artistas

—Es importante porque es la única manifestación de este tipo y de esa magnitud que reúne a mujeres artistas. Es el único evento de la región que involucra artistas, pero hemos recibido a gran cantidad de artesanas que llegaron de todas partes del país como Córdoba, Rosario, Tucumán. Y lo hacemos de manera autogestiva buscando todas las formas posibles para recibir a todas las mujeres que quieran sumarse.

Dejarse llevar por el viento

A los 13 años, Micaela aprendió por necesidad cómo se construye un sikus y luego comenzó a tocarlo. A los 15, como regalo de cumpleaños, uno de sus maestros le llevó una quena y poco después pidió autorización para tocarla.

Como música admite que ejecutar un instrumento de viento difiere de cuando toca uno de cuerdas y explica por qué.

"Un instrumento de viento es la fuerza misma de uno, es una especie de voz intervenida por ese instrumento", define y cuenta que está entrenando su voz para hacerla tan potente como siente que lo son sus instrumentos.

"Cantar es tener un instrumento más, la voz. Para mí el hecho de cantar es la prolongación del cuerpo, de las emociones, de las necesidades y es también un proceso muy corporal como la danza, porque para el canto hay que poner el cuerpo", asegura.

¿Qué representa para vos la música?

—Representa una manifestación interna. Aquello que no puedo decir, hacer o manifestar en mi vida diaria lo hago a través de la música. Yo manifiesto todo lo que me sucede a nivel emocional y a nivel ideas, sean éstas reales o irreales. Pero todo se vuelve realidad cuando hago música, cuando compongo una canción.

Ese don lo descubrió de niña cuando se encontró frente a su propio sonido. "Estaba aprendido a tocar la guitarra y, sin darme cuenta, estaba ejecutando algo que no era exactamente lo que me habían enseñado en las clases de música. Eran canciones que estaba creando, pero después dejé de hacerlo porque me centré en los estudios", recuerda.

¿Cuándo volviste a componer?

—Cuando aparecen los instrumentos de viento empecé con la composición más formal. Así nació El bailecito del saltarín. Y cuando aprendí a tocar el sikus surgieron nuevas melodías. En este último período empecé a componer letras y antes les he puesto música a los poemas de otras personas.

Video: Micaela Chauque interpreta "Zamba de Lozano". (Gentileza: Jujuy Suena)

El feminismo en Tilcara y la música andina en Europa

"Hace dos décadas se creó la primera banda de sikuris en Tilcara y se conformó con la necesidad de muchas chicas que querían tocar juntas porque estaban cada una por su lado. Hoy hay más de 2.500 mujeres sikuris y hace 20 años eran todos varones. Actualmente, de 68 bandas 5 están íntegramente compuesta por mujeres. Además, otras chicas integran bandas de varones, lo que quiere decir que ahora sí se puede tocar, que está permitido o que las chicas se animan y las familias lo aceptan. Entonces esa es la actividad que hacemos nosotras, no diría que es una actividad feminista sino una actividad de Derechos Humanos", define Micaela a la actividad que encabeza.

“Hoy hay más de 2.500 mujeres sikuris y hace 20 años eran todos varones”

—Los cambios sociales y culturales son evidente, pese a eso ¿hay rechazo o algún tipo de manifestación contra de la intervención de mujeres en las bandas que tocan instrumentos de viento?

—Al principio había un poco de rechazo y no sólo de hombres sino también de otras mujeres. Pero con el tiempo se dieron cuenta de que nuestro rol era formar parte de las bandas de sikuris sin ánimos de sobresalir sólo por ser mujeres. Se aceptó que la intención es tocar. Las músicas que tocan el sikus tienen entre 15 y 40 años.

Micaela Chauque en los Premios Gardel.
Micaela Chauque en los Premios Gardel.

En lo que resta del año, Micaela continuará las giras por las provincias argentinas que incluyen su regreso a Buenos Aires, en agosto, y la celebración a la Pachamama. El 2020, la espera con la quinta edición del Jallalla Warmi y una gira por Europa. Allí su público, que la sigue por las redes sociales, la espera ansioso.

"En Europa nuestra música sorprende, por eso me invitan a festivales y a eventos. Siempre soy muy bien recibida. Me tratan muy bien", confiesa.

¿Qué sensación tenés cuando estás en Europa tocando la quena y transmitiendo el sonido de los Andes?

Para mí la sensación tiene que ver con el hecho de saber y sentir que se están reconquistando espacios que por ahí siempre ha sido negados... Siento que las personas están abiertas a escuchar el mensaje que llevamos, y encontramos lo que siempre intentamos encontrar: el respeto.

 

¿Cuál es tu deseo?

Me gustaría que la gente de acá escuchara más música argentina. Nuestra música refleja nuestra identidad.

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