Leticia Bentancor, investigadora del Conicet: “El desarrollo del país tiene que estar apoyado en la ciencia argentina"

La experta es una de las investigadoras más destacadas en el país del "síndrome urémico hemolítico", la enfermedad conocida como "el mal de la hamburguesa".

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Las cifras son preocupantes: los expertos señalan que la Argentina tiene una de las mayores incidencias a nivel mundial, con 400 casos de síndrome urémico hemolítico por año. La licenciada en Biotecnología e investigadora del Conicet Leticia Bentancor trabaja en el Laboratorio de Ingeniería Genética y Biología Celular y Molecular de la Universidad Nacional de Quilmes, donde dirige un grupo que investiga esta enfermedad "que se conoce como el mal de las hamburguesas y que ocurre en niños menores de cinco años".

"Lo único que hay hoy en día es el tratamiento de diálisis peritonial que hizo disminuir al 4% la mortalidad, pero es la principal causa de falla renal aguda en la niñez y en la adolescencia y una de las principales causas de trasplante renal", sostuvo en diálogo  con Infobae la experta acerca de su objeto de investigación.

En cuanto a la reducción presupuestaria en las investigaciones científicas y la realidad del sector, la biotecnóloga detalló: "De un 0,65 por ciento del PBI que había en el 2015, ahora hay un 0,58 para el 2019". Además apuntó que todos los insumos que utilizan para investigar "se compran afuera en dólares".

-¿Qué es el síndrome urémico hemolítico?

-Es la enfermedad que se conoce como el mal de las hamburguesas que ocurre en niños menores de cinco años. Argentina tiene la mayor incidencia a nivel mundial, con 400 casos por año. Hoy en día no hay tratamientos, solo una terapia de sostén por diálisis peritonial. Esta enfermedad está dada por una bacteria que está contaminando la carne o las verduras o las aguas.

-¿Esta bacteria no se genera si la carne está bien cocida?

-Sí, el punto de cocción con respecto a la carne es hacerlo bien. Con respecto a las hamburguesas es porque la carne picada tiene mayor superficie que puede estar contaminada con esta bacteria y tiene mayor cantidad de bacterias en general. Con las carnes que son enteras simplemente con cocinarlas bien por afuera ya sería suficiente. Igual, cualquier tipo de carne siempre hay que cocinarla bien para menores de cinco años.

-¿A partir de los cinco años se deja de correr ese peligro?

-En realidad no se sabe muy bien qué es lo que pasa, pero en adultos hemos encontrado que tenemos anticuerpos con la toxina que genera esta enfermedad porque es una infección bacteriana, pero la causa principal es la toxina que la bacteria expresa a partir de un virus bacteriano que está inserto en su genoma.

-¿Cómo se manifiesta el síndrome en un nene o nena que tenga la bacteria?

-Hay un periodo de unos días en los cuales empiezan con diarrea, pueden tener diarrea sanguinolenta, pueden estar pálidos porque también genera anemia, pueden tener la característica de orinar menos. Todos esos parámetros son para tener en cuenta. O convulsiones, porque también afecta el sistema nervioso central.

-¿En cuánto tiempo empiezan a surgir los síntomas desde la ingesta de algo que tenga la bacteria?

-Entre dos o tres días. Después, hay una ventana donde se podría hacer un tratamiento para prevenir que se desarrolle el síndrome urémico hemolítico, porque sólo se desarrolla en el 30 por ciento de los chicos que se infectan con esta bacteria.

-¿Cómo hay que actuar en caso de que se desarrolle?

-Si se desarrolla, lo único que hay hoy en día es el tratamiento de diálisis peritonial. Gracias a esta terapia de sostén lo que se hizo fue disminuir al 4% la mortalidad, pero es la principal causa de falla renal aguda en la niñez y en la adolescencia y una de las principales causas de trasplante renal.

-O sea que quedan secuelas.

-Quedan secuelas que pueden ser renales o neurológicas porque el sitio blanco de la toxina es el riñón y el cerebro.

-En el período al que llamás "ventana" ¿qué tratamiento se hace?

-Hoy por hoy no hay. Lo único que se hace es, con la diálisis, tratar de disminuir la cantidad de toxinas. Entonces, una de las líneas que estamos tratando nosotros en el laboratorio es intentar bloquear al virus bacteriano que produce la toxina.

-¿En qué consiste eso?

-Hay un virus bacteriano que está inserto dentro del genoma de la bacteria, una vez que ingresa al organismo -dentro del intestino- ese virus bacteriano se sale de la bacteria, se replica y empieza a infectar otras bacterias intestinales. Y ahí, no solo la bacteria que estaba en el alimento sino nuestras propias bacterias intestinales empiezan a replicar y expresar la toxina, que es la que produce la enfermedad. Bloqueando este bacteriófago, que es como se llaman a los virus bacterianos, se podría evitar que se infecten otras bacterias intestinales y, a la vez, que ese virus pueda entrar en células humanas.

-¿Con cuánta gente trabajás?

-Mi doctorado lo hice en la Academia Nacional de Medicina, que es uno de los grupos más grandes del síndrome urémico hemolítico y son cinco o seis personas. Volví con el sistema de repatriación en 2012 de Estados Unidos donde estuve tres años. Desde entonces tengo un becario doctoral, un tesista que es el que hizo la mayor parte del trabajo, y ahora con un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica Tecnológica tengo una becaria doctoral.

El Síndrome Urémico Hemolítico es la enfermedad que se conoce como el mal de las hamburguesas que ocurre en niños menores de cinco años. Argentina tiene la mayor incidencia a nivel mundial, con 400 casos por año. Hoy en día no hay tratamientos, solo una terapia de sostén por diálisis peritonial. Esta enfermedad está dada por una bacteria que está contaminando la carne o las verduras o las aguas

-¿En el área de las ciencias muchos se están empezando a ir otra vez?

-Sí, está pasando eso porque se redujo mucho el ingreso a carrera de investigador científico en Conicet. En los últimos años está creciendo entre el 2,5 al 4% cuando se venía ingresando a una tasa anual del crecimiento del CONICET del 10% que era lo que estaba en el plan Argentina Innovadora 2020. Hay chicos que se están yendo porque no sacan becas postdoctoral o no ingresan a carrera de investigador, y afuera nuestra formación es bien recibida.

-¿Por qué se dio esto? ¿hubo una reducción de presupuesto?

-Sí, se redujo: de un 0,65 por ciento del PBI que había en el 2015, ahora hay un 0,58 para el 2019. Y lo que pasa también es que todos nuestros insumos se compran afuera en dólares. Estamos tratando de que llegue un anticuerpo, un reactivo que usamos en investigación, que sale 1000 dólares. Lo pedí el año pasado y todavía no llega porque también está la demora de las importaciones, entonces es muy complicado trabajar.

-Sale muy caro en pesos.

-Mucho más caro pero inclusive es el mismo.

-Y tenés que comprar en dólar en función a lo que se va devaluando el peso y eso traba el avance en la investigación.

-Uno se traba para avanzar porque los recibos no llegan, porque las empresas que antes tenían en stock ahora, como no hay muchos fondos disponibles, ya no tienen tantas cosas en stock y tienen que pedir, se importan, demoran tres meses a veces o más.

El presupuesto se redujo de un 0,65 por ciento del PBI que había en el 2015 a un 0,58 para el 2019. Y lo que pasa también es que todos nuestros insumos se compran afuera en dólares. Estamos tratando de que llegue un anticuerpo, un reactivo que usamos en investigación, que sale 1000 dólares. Lo pedí el año pasado y todavía no llega porque también está la demora de las importaciones, entonces es muy complicado trabajar

-Qué hacer con la ciencia y la investigación. ¿Creés que será un tema que se pueda sumar este año a la campaña electoral?

-Debería ser un tema central porque el desarrollo del país tiene que estar apoyado en la ciencia argentina. Hay muchos desarrollos que quedan en una patente y que después no se puede avanzar porque no hay fondos para seguir con esas investigaciones.

-Desde el 2012 que volviste, ¿cómo fuiste viviendo en lo personal y en tu grupo de trabajo lo que sucede en el campo de las ciencias?

-Desde que volví hay ciertos experimentos que no lo vamos a poder hacer porque cada anticuerpo sale 1000 dólares y es inviable. Eso está pasando ahora. Y cuando volví era justo cuando estaban ingresando más personas. Había más plata para comprar insumos y la diferencia se nota. Ahora se ahorra hasta el papel, en todo.

-Igual, eso no debe haber pasado de un día para otro, ¿no?

-Fueron los últimos dos años más que nada, cuando se empezaron a disminuir los presupuestos en los subsidios para que los investigadores podamos investigar. Y también hubo muchos problemas con los desembolsos. Yo tengo uno de 2014, que estoy terminando de ejecutar, y el del 2017 estuvo aprobado, pero recién ahora recibí un correo de que va a estar el primer desembolso.

-¿No tiene actualización en base a la situación económica actual?

-Hay ciertos ajustes que se hacen. Por ejemplo, el año pasado habían hecho un ajuste del 15, 20% pero que tampoco alcanza del todo porque es por el total, no por año.

-¿Cuáles son los destinos de los científicos que se van?

-Estados Unidos y Europa.

-¿Conocés mucha gente que se quiere ir o que se fue?

-Que se quieren ir y que ya se fueron.

-¿Y vos qué pensás hacer?

-Yo volví para quedarme pero hay que lucharla. Lo que se hace mucho y lo que hago es colaborar, mi becario fue dos veces a Barcelona, dos veces a Brasil. Uno tiene tratar de compensarlo con alguien en el exterior. Así es como se puede.

-Pero es una actitud personal y no una política pública.

-Sí, y debería ser una política de estado.

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