
La rinitis es la más común de las enfermedades alérgicas y afecta a más del 25% de la población mundial. Tiene un pico de incidencia entre los seis y los siete años y luego vuelve a aumentar en la adolescencia. Es una enfermedad de índole genética, que causa inflamación de la mucosa que recubre las fosas nasales, está mediada por la inmunoglobulina E y se desencadena frente a la exposición a alérgenos que son inhalados.
En época otoñal, la mayoría de los alérgenos son intradomiciliarios, como es el caso de los ácaros, el polvo de la casa y mohos provenientes de las tuberías, entre otros. De esta interacción surge una reacción, que es una respuesta inflamatoria a nivel local y que se manifiesta con:
- Crisis de estornudos, generalmente en salva (pueden ser hasta 20 estornudos seguidos).
- Picazón de nariz y ojos.
- Secreción y obstrucción nasal.
Los síntomas de la rinitis alérgica son muy molestos y afectan la vida cotidiana: interrumpen el sueño, provocan ronquidos, cansancio, alteraciones cognitivas, falta de concentración en el trabajo y en la escuela, e irascibilidad.
En estos tiempos de pandemia, el uso obligatorio de barbijo (tapaboca y tapanariz) actúa como una barrera mecánica que impide la entrada de los alérgenos a la vía aérea, lo cual es beneficioso porque los alérgenos quedan atrapados en la capa externa del barbijo. Pero el problema aparece ante la obstrucción y el bloqueo nasal: el barbijo se presenta como una barrera adicional al pasaje de aire y, de esta forma, pueden empeorar los síntomas. Lo mismo ocurre en pacientes con obstrucción de las vías aéreas inferiores como los asmáticos, que sufren un empeoramiento de la respiración y tienen sed de aire.

Ante la presencia de secreción y goteo de la nariz, también se pueden sentir molestias, ya que las secreciones humedecen el barbijo; esto hace que se desprendan los hilos de la tela y cause picazón, lo cual aumenta las molestias del paciente.
El resfrío, otra afección típica de esta época del año, tiene como causa principal al rinovirus. El mayor tiempo que pasamos en lugares cerrados favorece la transmisión de los virus productores del resfrío, por lo que siempre, y más en tiempos de pandemia, es importante ventilar los ambientes. Las personas que, además, tienen una enfermedad alérgica de base, sentirán un aumento de los síntomas y de las molestias.
El epitelio respiratorio tiene unas estructuras pequeñas llamadas cilios, que normalmente son móviles y “limpian” el moco de toxinas provenientes del exterior. Las temperaturas bajas paralizan estos cilios, que no pueden ejercer su función, y así ingresa el virus del resfrío en el cuerpo.
Esta infección se transmite por las secreciones o por el aire cercano a la persona infectada, o por llevarse la mano a la cara luego de tocar superficies contaminadas. Se puede manifestar a cualquier edad, desde los bebés pequeños, y se conoce con el nombre de coriza. Estos niños respiran por la boca, dejan de alimentarse y se vuelven irritables. El cuadro dura aproximadamente una semana.
Los síntomas que causa el resfrío son febrícula (a veces), cansancio, secreción y taponamiento nasal, disminución de olfato y sabor, y estornudos. Aquí también el barbijo puede causar molestias. Por este motivo, es importante la hidratación, seguir una dieta adecuada, ingerir vitamina C y, en caso de necesidad, se debe consultar y no automedicarse. Esto es imprescindible a la hora de distinguir entre las diferentes patologías estacionales. El año pasado, por ejemplo, el 97% de la circulación viral fue a expensas del coronavirus.

Este año, con más personas circulando en la calle y, retomando sus tareas laborales y escolares, habrá un entrecruzamiento de virus y es muy probable que aparezcan cuadros de gripe, causada por el virus de la influenza. La gripe ocasiona un cuadro más sintomático, con fiebre, mialgias, artralgias, tos y congestión.
Por todo lo descripto, es importante recalcar el uso obligatorio del barbijo, que evitará la transmisión de varias enfermedades virales y evitar su manipulación excesiva. En caso de ser reutilizables, se recomienda lavarlos con regularidad y manejarlos solo por las zonas de sostén (los elásticos o cintas con las que se sujetan). En el caso de los barbijos desechables, se eliminan al llegar al hogar, seguido de un lavado de manos exhaustivo.
Es fundamental mantener las medidas de distanciamiento y toser o estornudar en el pliegue del codo.
Se recuerda la importancia de realizar siempre la consulta médica para recibir el diagnóstico y, de ser necesario, comenzar con el tratamiento sintomático. Esto evitará complicaciones como la sobreinfección con bacterias y probables neumonías que pueden requerir internación.
(*) La autora, la Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81.701), es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista y Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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