
La tecnología llegó hace muchos años. Durante este tiempo, la disfrutamos, la padecimos y la aprovechamos, pero nunca pensamos vivir una pandemia. El uso que le damos ahora nos sorprendió a todos, inmersos en esta situación que hasta hace pocos meses ni siquiera estaba en nuestra imaginación.
Cada uno experimenta la cuarentena de distinta forma, y la pandemia versus confinamiento logró acelerar una tendencia que ya existía.
El componente emocional se hace presente, las contracturas, los cambios en el ritmo del sueño, aparece el agobio, el miedo y la incertidumbre de cómo será todo post pandemia.
Esta relación con la tecnología que comenzamos a tener estos meses seguramente perdurará, se quedarán, pues ya formamos parte de un mundo virtual tras la pandemia.
El coronavirus nos separa físicamente, pero las redes sociales nos unen. Su uso se extendió a casi todas las generaciones: muchas personas de la tercera y cuarta edad aprendieron a usarlas, más que nada, por la necesidad de comunicarse con sus afectos, y también para paliar el aburrimiento y entretenerse. En todas las edades, casi todos recurrimos a ellas para plasmar nuestra creatividad, pero también para realizar catarsis de estos tiempos difíciles. En época de confinamiento, lo primordial es buscar formas para compartir momentos con nuestros seres queridos, tan valorados en época de pandemia.
Las redes sociales hoy son verdaderas protagonistas de en nuestras vidas y acortan distancias siderales: hoy participamos en reuniones laborales, estudiamos, conversamos, hasta festejamos cumpleaños.
Una de las consecuencias es la exposición inevitablemente excesiva a la información. Esto aumenta el estrés y la ansiedad, por lo que es fundamental buscar datos de fuentes confiables y evitar los sitios y medios sensacionalistas que poco aportan al cuidado de nuestra salud.
Volviendo a las redes sociales, contribuyen a encontrar diferentes grupos. Algunos, muy interesantes, nacieron en esta pandemia, como aquellos que agrupan a personas con diferentes síntomas de COVID-19. Uno de estos síntomas, en ocasiones subestimado porque no es grave, es la anosmia (falta de olfato).
Es posible encontrar en las redes sociales grupos que reúnen a personas con anosmia: anósmicos hispánicos, anosmia y COVID, anósmicos recuperados, entre otros. En cada grupo, los integrantes comparten su vivencia, su experiencia, sus miedos, su estado y su recuperación.
Esto nos motivó, junto al médico infectólogo pediatra y vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica Roberto Debbag a diseñar un cuestionario, que permita reunir a las personas anósmicas en toda hispanoamérica.
Hasta este momento, era muy poco frecuente hablar de anosmia incluso dentro de la comunidad médica. Es un síntoma que causa mucho sufrimiento a quienes lo padecen e incluso los ponen en peligro: imaginemos no poder sentir el olor que emana de una pérdida de gas.
Con este cuestionario, nuestra intención es encontrar a todas aquellas personas que han sufrido anosmia reciente con dos objetivos: detectar en qué casos este síntoma se asocia a COVID-19 y detectar a personas que la padecen desde hace más tiempo y ayudarlas a resolverla.
Las personas que hayan tenido pérdida o disminución del olfato en época reciente o desde hace más tiempo pueden escribirnos a nuestras redes sociales.
* Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701), experta en olfato y alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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