
Versiones cruzadas
La noche del domingo, en La Plata, fue el último intento de unidad. Pero cuando la reunión arrancó, Axel Kicillof le dijo al resto de los dirigentes que la decisión de desdoblar estaba tomada. Ya no había vuelta atrás. Desde ese momento hasta el presente, el peronismo bonaerense entró en estado de convulsión.
En el transcurso del encuentro, que duró cerca de ocho horas, las discusiones se dieron sobre una determinación que, a esa altura, ya era inamovible. Sergio Massa pidió más tiempo para seguir negociando, para alcanzar un acuerdo y terminar con los contrapuntos. No pudo imponer su reclamo.
En el final de la reunión, Kicillof manifestó que podía demorar la salida del decreto con la fecha de la elección. A cambio pidió que bajen la sesión en la Cámara de Diputados donde el kirchnerismo y el massismo pensaban tratar un proyecto de ley redactado por el legislador Rubén “Turco” Eslaiman para suspender las PASO y - con un artículo agregado - facultar al Ejecutivo para que convoque a elecciones concurrentes.
Si no la querían bajar, la otra opción que puso sobre la mesa fue que traten la suspensión de las PASO, pero que no incluyan el artículo de la concurrencia. En definitiva, estaba dispuesto a negociar solo si frenaban en la Legislatura la avanzada contra su decisión. Le dijeron que no. Con esa respuesta empezó a delinear las instancias definitorias del día siguiente.

Según pudo reconstruir Infobae, Kicillof les respondió que esa decisión era un golpe institucional y les anticipó que el decreto iba a salir por la tarde del lunes, antes de la sesión programada para el martes al mediodía. La idea de un golpe interno fue ratificada a viva voz por Andrés “Cuervo” Larroque en la mañana de hoy. La fractura quedó expuesta a partir de ese instante.
En el cristinismo aseguran que la negociación nunca tuvo un punto final. Incluso, esperaban que se concretara una nueva reunión en la tarde del lunes y que se siguiera discutiendo hasta alcanzar un acuerdo. Kicillof no quería que lo condicionaran a través del camino legislativo. Idas y vueltas. Presiones y tensiones. Cada uno jugó sus cartas. A su forma y a su modo.
“Axel le planteó a Máximo que tenía que desdoblar porque sino no tenía una respuesta para darle a todos los intendentes que lo habían acompañado hasta acá. Máximo le planteó que tenía que decirle lo mismo que Cristina, en el 2019, le dijo a los intendentes que no querían respaldar su candidatura a gobernador. Que era una decisión tomada”, le aseguró a este medio uno de los presentes en la cumbre platense.
Además, desde el cristinismo sostienen que el líder de La Cámpora se ofreció a tender un puente entre los intendentes Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada) para que se encuentren con Cristina Kirchner y acerquen posiciones. Un gesto político para descomprimir la extrema tensión de esas horas convulsionadas. Era un encuentro simbólico, con actores que tuvieron una relación estrecha apenas algunos años atrás. Esa idea no prosperó.
Con la decisión de Kicillof firme, Máximo Kirchner hizo la última advertencia. “Si desdoblás, va a competir Cristina”. El Gobernador se fue de la reunión con tres ideas claras: el desdoblamiento era un hecho, la ex presidenta iba a competir y el quiebre ya era indisimulable. “Creyeron que lo iban a amedrentar a Axel apretándolo con que jugaba Cristina”, señalaron en La Plata.
En el kicillofismo sostienen que en ningún momento pensaron en romper la coalición. Y que el líder de La Cámpora no planteó que la decisión de competir de CFK como una señal de ruptura, por eso se vieron sorprendidos con las acusaciones contra Kicillof, lanzadas después del anuncio.
Pase de facturas
Las primeras horas posteriores al anuncio del desdoblamiento electoral que hizo Axel Kicillof fueron vertiginosas, cargadas de verborragia y enojo, confusas. El cristinismo planteó en público lo que ya había dejado trascender ayer. Acusaron al Gobernador de romper la unidad de Unión por la Patria y de tomar una decisión unilateral.
“Había un pedido de unidad y de votar en una sola elección, que era un pedido concreto de Cristina para cuidar la fuerza política y a todos los bonaerenses contra Milei. Y Axel terminó haciendo otra cosa. Rompió esa unidad y dividió el peronismo también lamentablemente”, expresó la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.
El kicillofismo no se quedó atrás. El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque, planteó que la agrupación de Máximo Kirchner llevó adelante un golpe institucional contra el gobierno de Kicillof. “Nos dejaron sin presupuesto, sin endeudamiento, sin fiscal ni impositiva a fin de año. La Cámpora articuló todo ese movimiento”, precisó.
Además, fue contundente respecto a si hay retorno en la relación entre Kicillof y la organización ultra K. “Esto tiene retorno si aceptan que Axel no es un empleado, sino el gobernador de la provincia”. La sentencia no hizo más que exponer el malestar que hay en las entrañas de la gobernación, donde hay una convivencia forzada con el camporismo, a quienes le achacan poner trabas en la gestión en forma sistemática.

Desde que se concretó el anuncio hubo distintos rumores acerca de la renuncia de los tres ministros camporistas que tiene el gabinete provincial. No hay confirmaciones oficiales. De ninguno de los dos lados. Lo único que está claro es que el Gobernador no va a echar a nadie. Si alguien quiere dar un paso en ese sentido, el único que lo puede hacer es Máximo Kirchner.
En los ministerios que conducen Juan Martín Mena (Justicia), Daniela Vilar (Medio Ambiente) y Nicolás Kreplak (Salud) hay absoluto hermetismo. Una eventual salida de los ministros escalaría la tensión a un nuevo nivel y empezaría a correr riesgo la estabilidad de la coalición peronista.
La unidad vacía
Después del desdoblamiento y el quiebre en el kirchnerismo, en los distintos sectores empezaron a hacer pedidos para lograr la unidad en las listas legislativas. Advierten que una competencia interna será conflictiva y beneficiosa para el gobierno nacional.
Los pedidos de unidad caminan más lentos que los reclamos por el desdoblamiento. La furia está enquistada en el corazón cristinista, donde por estas horas se inclinan por no darle a Kicillof la suspensión de las PASO y dejar abierto el mecanismo electoral para saldar las diferencias a través de los votos.
“Con el desdoblamiento y sin PASO, no sé cómo se van a conformar las listas. Falta todavía. Pero ayer terminó una novela y hoy arrancó otra”, se sinceró un legislador cristinista. Un intendente que respalda a Kicillof pidió calma: “No hay que salir a romper todo. Todos queremos la unidad, pero hay que ver la actitud que tiene cada uno”.
En este punto de la disputa política, la unidad ya no es a cualquier costo. No es hasta que duela, sin importar consecuencias. Kicillof tomó una decisión trascendente para el proceso de autonomía de CFK iniciado el año pasado. Ahora debe sostener el poder acumulado y estabilizar la convivencia lentamente, sabiendo que puede tener bloqueos permanentes en la Legislatura por parte de sus propios socios políticos.
Un paso más allá de las duras respuestas contra la decisión del Gobernador, la pelota ahora está en la cancha del cristinismo. ¿Hablará CFK? ¿Anunciará formalmente su candidatura con anticipación? ¿Intentarán una nueva mesa de acuerdo?
La mayor incertidumbre que hay luego del desdoblamiento está vinculada al armado de listas. ¿Habrá dos listas en una PASO? ¿Kicillof armará un frente nuevo? ¿Llegará la ruptura a los bloques de la Legislatura y los Concejos Deliberantes? Nadie tiene claridad pero con el desdoblamiento concretado, lo que se empieza a medir con un grado mayor de detalle son las consecuencias de una ruptura que, al día de hoy, no se sabe si tocó fondo.
En el peronismo existe una unidad vacía de contenido. Similar a la del gobierno de Alberto Fernández. Cuando Kicillof se mira en el espejo y advierte la guerra en la que está metido, ya tiene una seguridad que le da cierta tranquilidad. No será la versión moderna y kichnerista de un caso similar al del ex presidente. Decidió discutir poder y está dispuesto a enfrentar las consecuencias.
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