
Mariana Hortal Sueldo secundará al secretario de Trabajo, Omar Yasín, en la Subsecretaría de Relaciones Laborales luego de que el ala dura del Gobierno logró desplazar de ese puesto a Horacio Pitrau, a quien responsabilizaron de promover una estrategia negociadora con el sindicalismo.
Hortal Sueldo es una abogada que ya se estaba desempeñando como subsecretaria de Seguridad Social dentro de la Secretaría de Trabajo y tiene algo en común con Yasín y Pitrau: mantiene lazos con el ex ministro de Trabajo Jorge Triaca porque lo asesoró cuando fue diputado nacional del PRO. Ahora, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, decidió que ocupe un rol clave del área laboral.
Además, según figura en su perfil de Linkedin, la reemplazante de Pitrau integra desde 2018 la consultora Eficci, fundado y dirigido por Clarisa Locisano, esposa de Triaca. Ambas también fueron socias del estudio Loccisano, Hortal Sueldo y Asociados entre 2004 y 2011.

Durante el gobierno de Cambiemos, la abogada integró el equipo del secretario de Seguridad Social, Juan Carlos Paulucci, dependiente del Ministerio de Trabajo (otro dato que la une a Triaca).
Por otra parte, Hortal se desempeñó como abogada en la ANSES desde 1991: estuvo en la Gerencia Jurídica hasta 2015, luego fue directora Legal Interior y Asuntos Administrativos hasta 2019 y desde 2020 estuvo a cargo de Servicios Jurídicos en Campana hasta que llegó al equipo de Yasín.
En las últimas elecciones tuvo un paso por la política: fue precandidata a concejal del partido bonaerense de Pilar en las PASO de Juntos por el Cambio. Ocupó el sexto lugar de la lista de la precandidata a intendenta Adriana Cáceres, quien respaldó a Patricia Bullrich, pero perdió en manos de la nómina liderada por Sebastián Neuspiller, el candidato local de Horacio Rodríguez Larreta.

Aun así, con un perfil más académico y vinculado con temas de seguridad social, Hortal Sueldo parece la antítesis de una figura como el desplazado Pitrau, quien contaba con experiencia en la gestión (fue secretario de Trabajo de Triaca) y fluidos contactos en el sindicalismo y en el empresariado.
La nueva funcionaria de la Secretaría de Trabajo asumirá en un momento de máxima tensión entre el gobierno de Javier Milei y el gremialismo, que se unificó en rechazo de la reforma laboral contenida en el DNU 70 y ya logró frenar su aplicación gracias a que la Justicia del Trabajo dictó la semana pasada una medida cautelar en ese sentido a partir de una presentación efectuada por la CGT.
La central obrera, en su escalada contra el DNU, decidió un paro general de 12 horas con movilización al Congreso para el 24 de enero. Y el desplazamiento de Pitrau simbolizó el final de las estrategias desplegadas desde Trabajo para dividir a los sindicalistas y debilitar la huelga.

La principal de las jugadas de Yasín y Pitrau fue haber logrado, en en medio de las tensiones con la CGT por la reforma laboral que figuran en el DNU, el acercamiento del titular del Sindicato de Comercio, Armando Cavalieri, quien maneja el gremio más numeroso del país, con 1.200.000 afiliados.
El decreto de Milei puso límites a las cuotas solidarias, un sistema adicional de recaudación sindical a través de los convenios colectivos, al establecer que podían cobrarse sólo si había un “consentimiento explícito” de los trabajadores. La clave de ese recurso de financiamiento de los sindicatos es justamente que una vez que se pacta con los empresarios en los convenios se descuenta un porcentaje determinado de los salarios a todos los trabajadores de una actividad, sean afiliados o no.
Tras alertar que ese cambio en las cuotas solidarias iba a llevar a “la quiebra” a su sindicato, Cavalieri se reunió con la ministra Pettovello para plantear su reclamo sobre las cuotas solidarias y obtuvo la promesa oficial de una solución a su reclamo. En rigor, le dijeron que, a pedido de él, podía emitirse un dictamen de interpretación para que siguiera cobrando sin cambios las cuotas solidarias.

Yasín y Pitrau imaginaron esa jugada como una forma de meter una cuña en el mundo sindical porque cada dirigente se vería obligado a gestionar una audiencia para pedir el mismo dictamen que había obtenido Cavalieri, ya que esa decisión oficial no tendría alcances generales. En el fondo, era una forma de intentar debilitar a una CGT que empezaba a pintarse la cara contra el Gobierno, sacándole respaldos como, en este caso, el del gremio más numeroso de la Argentina.
Pero, además, Cavalieri le anunció a Pettovello su decisión de adherir desde su convenio al nuevo sistema de indemnizaciones previsto en el DNU con la creación de un Fondo de Cese Laboral como el que rige en la UOCRA. Esa decisión iba ser imitada por otros importantes sindicatos.
Sin embargo, el acuerdo entre Pettovello y Cavalieri desató una tormenta en el Gobierno. Primero fue Federico Sturzenegger, el cerebro del plan para desregular la economía, quien le planteó a la ministra su rechazo a la decisión que benefició a Cavalieri para el cobro de las cuotas solidarias. De una primera charla entre ambos surgió un encuentro presidido por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, acompañado por dos abogados laboralistas de perfil duro que elaboraron la reforma laboral libertaria, Miguel Angel Ponte y Julio Cordero, en ambos casos vinculados con el Grupo Techint.

Allí se resolvió llamarlo a Yasín para “pedirle la cabeza” de algún responsable del “error” que flexibilizó el pago de las cuotas solidarias porque entendían que había que endurecerse ante el sindicalismo luego de que la CGT avanzara con su ofensiva judicial contra el DNU (que finalmente logró frenar la reforma laboral) y dispuso el paro con movilización al Congreso del 24 de enero.
Por eso finalmente se decidió desplazar a Pitrau de la subsecretaría de Trabajo, que, en la práctica, era el funcionario laboral con mayor experiencia y en las últimas semanas su participación fue clave para las reuniones reservadas que Yasín mantuvo con gremialistas de peso.
Ahora, en la CGT admitieron que ya no tienen interlocutores con la Casa Rosada. El primero fue Guillermo Francos, ministro del Interior, quien les prometió a los sindicalistas una reforma laboral limitada, pero algunos puntos polémicos terminaron en el DNU y se produjo el conflicto con la central obrera. Por eso Francos fue corrido de las negociaciones y el diálogo pasó a Yasín y Pitrau. Ahora, no hay diálogo ni puentes tendidos. El choque será inevitable, con epicentro en el paro del 24.
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