
El plan para encumbrar a Máximo Kirchner en el PJ bonaerense camina y no muestra marcha atrás. Es más, no sofoca los enojos de intendentes que reclaman espacios en ese tablero, pero para muchos estaría asegurado internamente y habrá que resolver cuestiones operativas. Esa mirada se apoya en un dato que consideran inapelable: la movida –dicen- fue acordada entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner y como contrapartida incluye la designación del Presidente al frente del Consejo Nacional del PJ. Resulta paradójico, porque ese mismo trato expresa un funcionamiento que consolida al kirchnerismo duro en el principal distrito del país y consagra el juego dual en el máximo nivel del poder. No es el final de la disputa, sino seguramente su expresión más clara hasta ahora.
Fuentes del peronismo bonaerense consideran que no queda mucho espacio para la resistencia, con perspectivas de éxito, frente al avance del titular del bloque de diputados oficialista como parte de un acuerdo de reparto de funciones a escala nacional. Pero la ofensiva muestra más que eso. Es un proyecto con nombre propio, que combina “nestorismo” y sello de CFK. Manejar la Provincia y la principal estructura del PJ es el paso más trascendente de consolidación de espacio interno para el proyecto del kirchnerismo duro, empezando por La Cámpora.
Nadie asegura que la pelea doméstica sea resuelta sin heridos. En rigor, el malestar no sería sólo con el avance de Máximo Kirchner sino también con la caída del escudo que representaba colocarse como referentes del Presidente para equilibrar la interna provincial. La aceleración de la disputa para renovar antes de tiempo la conducción del peronismo bonaerense descolocó a los cotitulares partidarios y a una pieza que se suponía fundamental para Olivos: los intendentes Fernando Gray, Gustavo Menéndez y Juan Zabaleta.

Eso supone un renovado pase de cuentas entre jefes municipales, no sólo el más visible alineamiento de Martín Insaurralde, pero sobre todo expone una señal alarmante para los posibles respaldos del Presidente a escala nacional. El tejido con jefes comunales fue concebido de entrada como expresión bonaerense de un esquema que a nivel nacional debía apoyarse en los gobernadores. El clásico de lo que se define como soporte territorial.
Desarmar esa construcción presidencial ha tenido hasta ahora expresiones públicas menos explícitas aunque visibles por parte de la ex presidente. De hecho, sus fuertes pronunciamientos sobre los ministros, la Corte, la Justicia en general y últimamente la economía, apuntan contra un poder presidencial indiscutido y único en términos de la interna. Es una experiencia novedosa, cuyo límite de confrontación declarado es la preservación del frente que permitió la vuelta al gobierno.
La avanzada de Máximo Kirchner en la Provincia sube un escalón. En primer lugar, porque pondría en sus manos el manejo de la principal estructura oficialista del país. En segundo término, porque para desanimar a los intendentes enojados la decisión es presentada como fruto de un acuerdo entre el Alberto Fernández y CFK. Y consecuencia directa, porque ese mensaje convalida de hecho un poder en discusión o con dos fuentes, Olivos y la presidencia del Senado.
La idea de realizar en simultáneo las dos renovaciones de autoridades, colocaría casi en un mismo plano el ascenso de Máximo Kirchner en el peronismo bonaerense y la formalización de Alberto Fernández como titular del Consejo Nacional del PJ. No sería igualitario en los cálculos de poder. Y agregaría otro mensaje, que algunas fuentes provinciales dan por descontada: la decisión presidencial de no involucrarse, al menos abiertamente, en los asuntos domésticos del peronismo provincial.
Por lo pronto, Máximo Kirchner aspira a lograr apoyo amplio para su instalación como autoridad partidaria. Insaurralde, como se descontaba, fue el primero en pronunciarse, con el argumento de que esa es la posición de la “mayoría de los dirigentes y militantes”. Y llegaría ahora una sucesión de pronunciamientos de consejos distritales del PJ, como acaban de exponer el peronismo de Escobar y de Malvinas Argentinas, para allanar el camino y darle marco al proceso orgánico que debería terminar en el cambio anticipado del Consejo provincial.
No es todo. Se completaría así un esquema que en la visión kirchnerista iba a demandar tiempo. Axel Kicillof está alineado sin intermediarios con la ex presidente, pero no tenía proyección alguna en el complejo armado político de la provincia en general y del peronismo en particular. Por el contrario, acumulaba desencuentros en ese terreno. Ese espacio será ocupado ahora sin vueltas por Máximo Kirchner. El armado partidario y no solo de gestión tendrán entonces un mismo sello.
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