
(Desde SAN PABLO).-“La Argentina precisa de Brasil y nosotros precisamos de la Argentina”. La frase es de Jair Bolsonaro y revela, ante todo, que comenzó el giro hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Con esto, el presidente brasileño parece haber enterrado sus ideas de pedir la suspensión de los argentinos en el Mercosur, pero también de que los brasileños abandonen el bloque. Este corrimiento hacia más diplomacia y menos prepotencia, sugerido hoy por el gobernante, ocurre no por casualidad horas después de que Donald Trump llamara por teléfono a Alberto Fernández para felicitarlo por su elección.
Desde luego, Bolsonaro procuró mantener algo del tono si se quiere agresivo que había disparado después del 27 de octubre, tras el triunfo electoral del candidato del Frente de Todos. Insistió: “No pienso llamarlo (a Alberto) para desearle suerte. Ni tampoco voy a ir a la asunción del mando. Si alguien del gobierno quiere ir, basta que me hable; si hubiera algún voluntario, está libre para ir”.
Esto indica que en su entorno, ya deliberan con la posibilidad de enviar un ministro, o tal vez el propio vicepresidente, general Hamilton Mourao, para estar presentes durante los actos del 10 de diciembre en Buenos Aires.
A principio de esta semana, Bolsonaro expresaba aún su falta de confort con el presidente argentino electo. Y su hijo, el diputado federal Eduardo (jefe del bloque de su partido en la Cámara Baja), llegó a publicar un Twitter con dos imágenes: una, la suya propia, con una ametralladora apoyada entre sus piernas. La otra, la de Estanislao Fernández (hijo de Alberto) vestido con ropas coloridas y maquillado. A ese mensaje nada diplomático, Estanislao le respondió con altura al agradecer al pueblo brasileño los mensajes de disculpas, por lo dicho por Eduardo Bolsonaro, y el apoyo que recibió.

En verdad, hubo gestos posteriores de Alberto Fernández que provocaron suspicacias en Brasil. Uno de los más importantes es que el futuro presidente haya resuelto visitar en su calidad de electo al jefe de Estado de México, Andrés Manuel López Obrador.
Pero prefieren basar su irritación en otra actitud de Alberto: su pedido de libertad a Lula da Silva y la publicación de una carta afectiva, que saludaba su victoria y que le envió el ex presidente desde su prisión en Curitiba. En Brasilia decían que el festejo de “Lula libre” el día del triunfo fue una “descortesía” con Bolsonaro.
Antes de eso, y desde Oriente Medio donde se encontraba de gira, el brasileño llegó a decir: “Lamento, no tengo la bola de cristal. Pero creo que Argentina eligió mal”. Y había añadido a continuación: “No digo que nos iremos del Mercosur. Pero nos podemos juntar con Paraguay y tal vez Uruguay, dependiendo de los resultados de las elecciones, y entonces decidir si Argentina hiere alguna cláusula del acuerdo. Si la hiere, entonces podemos alejarla”. En esa oportunidad, dejó de lado sus avisos de que estaría dispuesto a abandonar el bloque sureño si no hubiera acuerdo con la reducción de los impuestos de importación desde terceros países.
Esa idea de facilitar el ingreso de importaciones desde el resto del mundo, por la vía de una baja en el arancel externo común del Mercosur, será debatida el próximo 5 de diciembre en la cumbre presidencial que se realizará en Bento Gonzalves, en el estado de Río Grande del Sur. El ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, elaboró una propuesta que plantea reducir a la mitad ese impuesto aduanero. La iniciativa, sin embargo, no cuenta con el visto bueno de los sectores empresariales de Brasil. Lejos de ello, la Confederación Nacional de la Industria (CNI) expresó su desacuerdo con una medida que desprotegerá a amplios sectores industriales brasileños. Según la entidad, la industria brasileña aún no logró la productividad necesaria como para enfrentar la competencia de bienes fabricados en el exterior (especialmente, los chinos). Por otro lado, la CNI recordó el papel clave de Argentina como país comprador de 80% de las exportaciones brasileñas de manufacturas.
Las actitudes negociadoras de Washington, la predisposición de Mike Pompeo y del propio Trump de “trabajar en conjunto” con el próximo gobierno argentino, más las propias advertencias del establishment brasileño a su presidente, explican la atenuación de las declaraciones conflictivas. “Pido a Dios que tenga éxito. Hinché por el otro lado (Mauricio Macri). Pero ya ganó (Alberto) y vamos hacia adelante. No pretendo ninguna clase de retaliaciones de mi parte”, había dicho, el viernes, Bolsonaro. Fue un anticipo de su pronunciamiento de este sábado.
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