Juan Grabois: "El kirchnerismo como proyecto político no integró verdaderamente al otro"

Juan Grabois cuestiona las políticas sociales durante la presidencia de Cristina Kirchner y también las de Mauricio Macri por no solucionar la pobreza estructural. También resalta que el gobierno actual "gestiona al excluido" pero que no apunta al desarrollo humano. El fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos y amigo del Papa Francisco considera que la clase media tiene un rol clave para que la sociedad no se termine de fragmentar. Y dice que la grieta la incentivan los que tienen poder. "La violencia la alimentan discursos como el de Patricia Bullrich, provocaciones como que recién después de veinte días la ministra de Educación de la ciudad reciba a los estudiantes", aseguró.

En diálogo con Infobae, Grabois analizó su discusión con Lanata, contó los avances de la causa del "Polaquito", habló de la relación del Papa Francisco con la política argentina y defendió las tomas y los cortes de calle: "La voz de los que sufren la violencia cotidiana es muchísimo más terrible a tener que esperar quince minutos o una hora que se libere un carril o a que haya una semana sin clase".

La entrevista completa a Juan Grabois en los estudios de Infobae:

-¿Quién es el otro?

El "otro" es aquel por quien tenemos la obligación de dar nuestro tiempo, nuestra vida, nuestra energía, nuestro trabajo, nuestro sacrificio. El otro en la sociedad argentina son los millones de hermanos y hermanas, compatriotas que están sumergidos en la miseria fundamentalmente los pibes que nadie ve.

-¿Y la clase media y la clase alta?

La clase media y la clase alta son los "unos". Son para los cuales está formateada nuestra sociedad, los integrados, los que viven dentro de las murallas a veces visibles e invisibles de este sistema. Pero en definitiva son los que más responsabilidad tienen para que esta sociedad no se termine de fragmentar definitivamente.

-Desde esta concepción que estás diciendo, ya hay una grieta…

La grieta que existe en la Argentina tiene muy poco que ver con los partidos políticos. En la Argentina existe una fragmentación social tremenda que empieza en los 70, se profundiza en los 90 y cada día se abre un poco más y es la grieta entre integrados y excluidos.

-¿A este Gobierno le importa el "otro"?

Este gobierno gestiona al otro. La gestión del otro, la gestión del excluido es como la gestión de la basura. Hay dos mecanismos básicos en el mundo de los residuos. Uno terrible es la incineración. El ejemplo básico es por ejemplo el de las seis chicas de Lanús calcinadas en incendios evitables. Y otro es la contención. La contención se puede hacer de mala manera o de buena manera. Los buenos modales son las políticas asistenciales, los malos modales son las políticas represivas. Pero en definitiva ninguna de las dos apunta a un desarrollo humano integral de ese otro excluido

-Repregunto: ¿les importa el otro?

Les importa en tanto sujeto de contención, no sujeto de desarrollo

-En alguna entrevista marcabas la diferencia entre algunos funcionarios del macrismo y otros…

Eso va al nivel de las personas no de los procesos políticos y económicos. Pero el plan para erradicar situaciones de indigencia o pobreza, que no es más ni menos que una justa distribución de la riqueza que produce nuestro país, no pareciera estar en agenda.

-¿Al kirchnerismo le importaba el otro?

Era un proyecto que tenía una concepción más cercana a la asistencia y un discurso más despegado de la represión. Ahora si como proyecto político integraba verdaderamente a nuestros compañeros yo tengo que responderte que lamentablemente no. Algunas medidas que eran de la más absoluta obviedad como el registro y la urbanización de las villas y asentamientos, de los cuatro mil cien que hemos podido registrar con el esfuerzo de las organizaciones populares durante este período, el desarrollo de la economía popular o la protección de los campesinos y los pueblos originarios no fueron prioridad.

-¿Quién alimenta la grieta?

La grieta la alimentan los que tienen poder. La violencia la alimentan discursos como el de Patricia Bullrich, provocaciones como que en 20 días la ministra de Educación de la ciudad no se haya dignado a recibir a los alumnos y recién lo haga ahora, en la falta de respeto a Derechos Humanos y los derechos sociales elementales. Y desde luego, la desigualdad social.

-En las tomas o protestas en las que cortan la calle siempre se plantea el choque de derechos: están los chicos que ahora no están teniendo clases o una persona que es un laburante que necesita llegar porque pierde su día de trabajo. ¿No ves otras mejores maneras de diálogo?

Cuando hay un conflicto el que mayor responsabilidad tiene es el que más poder tiene. La protesta y la necesidad de expresar con fuerza, en paz pero con firmeza, la voz de los que sufren la violencia cotidiana que no se televisa que es muchísimo más terrible a tener que esperar quince minutos o una hora que se libere un carril o a que haya una semana sin clase donde verdaderamente se hipoteca el futuro.

-Con el diario del lunes, ¿dónde quedó el "otro" en la discusión con Lanata?

Con el diario del lunes, estoy absolutamente convencido de la necesidad de enfrentar a la nueva inquisición. Este oscurantismo de este poder monstruoso que tiene alguien que con la capacidad de llegar a millones puede destruir una vida. Con el diario del lunes estoy absolutamente convencido, y ya se está demostrando en fuero judicial, que ese niño fue coaccionado de manera violenta por una patota de la Municipalidad de Lanús. Y con el diario del lunes,  te digo que estamos muy orgullosos del laburo que hacemos en más de 40 comunidades terapéuticas y centros de atención.

-¿Cómo está "El Polaquito" ahora?

En virtud de una resolución del Juzgado de Familia yo sobre el caso concreto no puedo hablar. Sí puedo hablar de cómo funcionó el aparato comunicacional de la sociedad en relación al otro, cómo se manipuló y se utilizó impúdicamente su imagen para tratar de imponer la idea de la baja de imputabilidad que es la misma idea con la cual los populistas de derecha y los neonazis en Alemania están ganando votos porque lamentablemente en una sociedad en crisis hay un sector creciente que se agarra de estas propuestas mágicas de que con el endureciendo de las políticas represivas se van a resolver los problemas.

-¿Te arrepentís de algo con respecto a esa discusión?

Para nada, todos estamos muy orgullosos de cómo mantuvimos la entereza frente a un ataque muy fuerte.

-¿Cómo es la relación de Juan Grabois con el Papa y cómo es la relación de los argentinos con el Papa?

Es una relación de respeto y aprecio mutuo, pero de absoluta independencia de mi parte. Para mí el Papa es una inspiración no una conducción. Acá hay otra grieta, no es lo mismo la relación que tienen la gente de las villas de la capital donde él solía predicar o los sectores populares que un sector muy influenciado por esta idea narcisista, egocéntrica de la Argentina de que un hombre que es tal vez el máximo líder espiritual de la humanidad y que tiene una prédica en miles de millones está obsesionado para ver cómo se conforma la lista de concejales de Almirante Brown.

-Francisco fue cuestionado por algunos hechos como cuando le envió el rosario a Milagro Sala o recibió a determinados líderes políticos del kirchnerismo. ¿Por esos gestos cayó de un lado de la grieta?

De ninguna manera. En Colombia no había una grieta, había una guerra civil con miles de muertos. Estamos hablando de personas que secuestraron y mataron y a nadie le llamó la atención. Qué enferma está la sociedad para que alguien, que ni siquiera fue el Papa, le entregase un rosario y se genere semejante escándalo. El Papa ha recibido a personalidades argentinas del más amplio espectro político. A veces se quiere aplicar un cierto reduccionismo para que las cosas encajen en la grieta mental de quien la comunica.

-¿Cómo se sale de esta grieta?

Primero no hay que dramatizar. Comparado con el resto del mundo la Argentina es un jardín de infantes. Después la responsabilidad está en el que más poder tiene. El gobierno tiene que tener un discurso, como dijo en la campaña el Presidente, de unidad de los argentinos. Y eso implica que los ministros no puedan salir con discursos intolerantes, xenófobos, agresivos, ni hacia otro sector de la política ni a determinados sectores sociales.

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