Todavía hay pocas encuestas realizadas post PASO, pero la mayoría muestra un ordenamiento similar de los principales candidatos: primero Milei y, algo más lejos, Massa y Bullrich. Dando crédito a las mismas y sin tener en cuenta la poca confiabilidad que están teniendo, sorprende el resultado. Si este fuera realmente el caso, un porcentaje importante de la población no vería afectada sus preferencias por la enorme combinación de escándalos, inflación y recesión. Veamos sólo algunos ejemplos, dejando de lado muchos en favor de la brevedad.
El reciente affaire Insaurralde obligó al oficialismo a borrar de la cancha a uno de sus alfiles por ser protagonista de una “falta de ética”. Una falta de ética implicaría que fue algo incorrecto. Faltó aclarar cuál es el comportamiento que consideran incorrecto. Un hombre divorciado de vacaciones con una mujer soltera no debería ser el problema. Claramente el ser descubierto en semejante despilfarro y ostentación provocaron que el peronismo lo eyectara del espacio siendo todos muy discretos en siquiera insinuar algún ilícito. En lenguaje futbolístico le sacaron amarilla, pero no la roja directa. De no haber estado en plena época de elecciones esto hubiera sido un “siga, siga”. Sobran los ejemplos y los usuarios de marroquinería y relojes de lujo firmes en sus funciones para saber que esto es así.
La real falta de ética se vislumbra cuando uno se pregunta cómo una persona que fue funcionario público toda su vida adulta cobrando sueldos del Estado y con declaraciones juradas casi de pobreza, puede realizar regalos carísimos y alquilar yates para pasear en el Mediterráneo. Hubiera sido bueno que Massa afrontara este tema e hiciera la denuncia en vez de suavizar el tema como un pecado venial. Bandido es el nombre del yate…
Pero no sólo los temas de farándula y corrupción deberían golpear en la intención de voto del oficialismo sino también la situación de la economía. El candidato y ministro Massa se presenta con un argumento contrafáctico y, por lo tanto, imposible de probar: “No saben lo que sería esto si no estuviera yo”. Lo que sí se puede saber es cómo estaba la economía al momento de asumir como ministro y cómo está ahora. La inflación que estaba en el 7% mensual casi se duplicó, ahora está en el orden del 12%. El dólar blue pasó de $290 a $880 (en este momento y subiendo), una suba cercana al 200%. El stock de Leliqs (deuda del BCRA) casi se triplicó. Finalmente lo desgarrador, bajo su gestión la pobreza pasó del 36,5% al 40,1%. Si el hierro estaba caliente al principio, ahora está al rojo vivo.
Para terminar y volviendo al inicio de la nota, en cualquier otro país un gobierno que afrontara elecciones en esta situación se vería barrido del mapa y acá parece no ser así. ¿Será que la gente considera que todos los candidatos son iguales? ¿Existe el voto vergüenza y se miente en las encuestas? ¿Estas son manipuladas por quienes las contratan? ¿O el cambio en las comunicaciones hizo que las encuestas sean una mala herramienta? A la realidad sólo la conoceremos el 22 a la noche, hasta ese momento todo será pura especulación. Ojalá no todo sea lo mismo.