
Hoy siento vergüenza cuando veo que los candidatos a la próxima presidencia de la Argentina no incluyen a la crisis climática y ecológica en el debate y la campaña electoral. A esta altura ya escuchamos bastante: dolarización, bimonetarismo, peso libre, salario básico universal, retenciones, planes integrales, grietas. Pero, ¿en qué momento entra el ambiente en la discusión? ¿Acaso alguno tiene un plan acorde a la situación de emergencia actual? ¿Cuál de todos propone que Argentina baje sus emisiones de carbono y avance hacia una transición energética justa? ¿O es que acaso el único verde que interesa es el de cara grande?
La crisis ya tocó nuestras puertas. Es aquí y ahora. El impacto ambiental ya no solo pasa por un oso polar en el Ártico que se derrite o una tortuga que traga un plástico en el mar. Tampoco hace falta leer todos los informes de los científicos y la abundante información a la que podemos acceder. Basta con ver las consecuencias que están frente a nosotros: sequías, inundaciones, pérdida masiva de la biodiversidad, epidemias, olas de calor, incendios, contaminación, falta de recursos, migraciones y podría seguir. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Para hacer frente a esto, ya no podemos pensar más a corto plazo. Los planes no pueden cambiar cada 4 años según el gobierno de turno. Un presidente de la Nación tiene que proyectar una Argentina a 30, 40, 50 años e incluir al ambiente de manera transversal en todos los planes de gobierno. Sin un proyecto cuyo pilar sea el cuidado de la naturaleza, no hay país que aguante. Si colapsan los ecosistemas, colapsa la economía, la industria, los mercados, la sociedad, los poderes, la democracia, la soberanía. La cuenta es fácil: sin ambiente, no hay humanidad.
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Este reclamo no es de un grupo de idealistas ecologistas bobos, tampoco de privilegiados tontos. Sabemos la realidad de nuestro país: más de 40% de pobreza, más de 100% de inflación interanual. Argentina tiene muchos problemas, pero hay que entender que todo se complicaría aún más si no hacemos algo urgente para cambiar la forma en que nos relacionamos con el ambiente. Todo lo que consumimos, todo aquello en lo que nos apoyamos depende de los servicios y beneficios ecosistémicos que la naturaleza nos da gratuitamente. No queremos que Argentina se frene, sino que transicione hacia un modelo de país sostenible. Y que lo hagamos en serio.

A quienes quieran liderarnos: queremos propuestas claras y factibles. Parte de la democracia es, justamente, saber qué van a hacer a futuro los candidatos al momento de poner un sobre en la urna. No queremos discursos vacíos, queremos que respondan preguntas simples: ¿cuánto presupuesto irá hacia el ambiente? ¿Seguirán teniendo un Ministerio dedicado a esto? ¿Impulsarán las leyes que aún faltan legislar, como la Ley de Humedales, la Ley de Impacto Ambiental, las de Responsabilidad Extendida del Productor, entre tantas otras? ¿Se cumplirán? ¿Cómo se seguirá explotando el litio? ¿Y Vaca Muerta? ¿Y la exploración petrolera offshore? Seamos claros. Claros como el agua.
Esta carta la escribo en el marco de la campaña #YoVotoAmbiente que busca poner sobre la mesa las propuestas políticas socioambientales de los candidatos durante el año electoral 2023. Y no solo hablamos de las elecciones presidenciales, sino de todos los dirigentes que nos piden a los argentinos y las argentinas que los votemos para representarnos. Y todas las elecciones que vendrán, acá en Argentina y en el resto del mundo. Ninguna sociedad puede prosperar en el tiempo si le da la espalda a su entorno natural. Los ciudadanos exigimos acción climática y ecológica ya.
Se lo debemos a nuestro país: a la selva Paranaense y a las Yungas. A los Andes, a todas las montañas, sierras y llanuras. A los humedales, a la puna, a la estepa y a los bosques patagónicos. A los glaciares del sur, a nuestro mar y a todos los ríos que recorren el país. A nuestros hijos, nietos y sobrinos que son los que verán los frutos de las decisiones que tomemos hoy. A nuestros antepasados que trabajaron por una nación próspera. A los que lucharon por nuestra patria, ya sea cruzando los Andes o peleando en Malvinas. A los pobladores originarios que más cuidaron a la Pachamama. Y a todos y todas los de hoy y mañana. No les fallemos; tenemos las herramientas, tenemos los conocimientos, tenemos las advertencias. El momento es ahora. Aquí y ahora.
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