Queremos tanto a Messi

Son varias las razones para querer tanto a Messi. Algunas son imprecisables, modos alrededor del futbolista genial

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Argentina's Lionel Messi reacts after a World Cup group C soccer match between Poland and Argentina at the Stadium 974 in Doha, Qatar, Wednesday, Nov. 30, 2022. (AP Photo/Natacha Pisarenko)
Argentina's Lionel Messi reacts after a World Cup group C soccer match between Poland and Argentina at the Stadium 974 in Doha, Qatar, Wednesday, Nov. 30, 2022. (AP Photo/Natacha Pisarenko)

Son varias las razones para querer tanto a Messi. Algunas son imprecisables, modos alrededor del futbolista genial: el aire que lleva consigo, entre la serenidad y una ansiedad domada – en cierto tiempo sentía náuseas y aún vómitos antes de algún partido-, los andares que pueden confundirse en indolencia en lugar de caminar y leer el juego en su totalidad. No pierde detalles y posibilidades, un estratega que puede cambiar de ritmo para ser un rayo capaz de pasar entre rivales a una velocidad que parece fantasía.

Con la extensión de la intensidad y planificación de Asia, consciente del poder imparable de fútbol como hechizo y como negocio colosal, Messi es el hombre más conocido del mundo. Hombres y mujeres esperan del jugador de barba casi rojiza magia, arte y victorias.

Los niños quedan embelesados y reciben de manera natural el cariño con que Messi se aproxima a ellos, como un ser irreal que se corporiza. Hay una foto en redes que lo dice todo: camina por uno de los encuentros en Qatar ya vestido y se topa de frente con el mexicano Andrés Guardado, un tótem de su fútbol amado por los hinchas. Guardado tiene un bebe en brazos muy vivaz y lindo, el hijo. Guardado le dice algo a Messi, que toma al mexicanito y posa con los dos para que Guardado padre pudiera hacer la foto que se llevará como un tesoro siempre.

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“¿Cuánto tiene?”, dice Messi. “Tres, tiene tres años”. “Bien grande”, dice Messi y lo devuelve a los brazos del padre. Antes, el chiquito ha tendido la mano al verlo: “¡Messi!!”, y pone la palma para tocar la cara con la cara: se encuentra con la palma de Lionel. Los hombres se dan un abrazo corto. Messi sigue camino.

Un poco de historia y de verdad

Los Messi llegaron a América desde Recanati, donde nació el conde Giacomo Leopardi, poeta y pensador, cumbre del romanticismo italiano. Hay muchos Messi en la región y no pocos en la América Latina.

El océano genético, el azar, la guerra, los antiguos de Lionel Messi llegaron en el barco habitual de los embarcados en una política que la Argentina quería poblar. El apellido tiene traducción aunque no unánime. Algunos dicen que significa “nacido de noche”, mientras otros eligen “alguien que traslada algo”, puede ser un cartero, un enviado, algo que lleva alguien para entregar a alguien.

(Twitter: @FCBarcelona_es)
(Twitter: @FCBarcelona_es)

Afincados en Rosario, los primeros Messi dieron con el padre de Lionel, un ojo entrenado para encontrar capacidades y para formar equipos juveniles- Jorge, su consejero y representante, con la sorpresa de que su tercer hijo de cuatro era un fuera de serie antes de que la familia viajara a Barcelona para probarlo.

Fueron todos. Lionel fue aceptado –los dirigentes y entrenadores deslumbrados- y se incorporó a La Masía, fábrica de futbolistas que viven en el lugar: allí estaban Piqué, Iniesta, Busquets, Carles Puyol. Debió someterse a un doloroso tratamiento para crecer hasta una estatura determinada durante tres años. Y a los 16, a la cancha en la primera del Barça donde empezó a fascinar y a enamorar al todos, el noi mágico y lacónico que, de pronto, hacia prodigios hasta entonces desconocidos.

Algo resistente hace que entienda pero no hable catalán sino en rosarino puro y que se haya negado a nacionalizarse para entrar en el seleccionado español en su momento. Ahora con rajaduras, pienso que a partir de la entrada en juego del independentismo que no prosperó ni hizo pie en la gente del común

Piqué, pongamos, ha sido abucheado y silbado en estadios de la península por su proclamado separatismo radical. Pero Messi está en otro lugar, en jugar, en su casa, con su preciosa mujer y sus chiquitos alegres y felices. Como se ha escrito acerca de historia y de verdad, se dirá que Lionel Messi fue llamado a la Selección argentina.

Nov 26, 2022 
Foto del sábado del capitán de Argentina Lionel Messi celebrando tras marcar ante México 
REUTERS/Pedro Nunes
Nov 26, 2022 Foto del sábado del capitán de Argentina Lionel Messi celebrando tras marcar ante México REUTERS/Pedro Nunes

La tribuna desconfió y fue hostil: juega bien allá, es un pecho frio, se cuida para no lesionarse aquí. El mejor no fue recibido y, deprimido, no jugó bien en la prueba inicial. Tuvo que ganarse los sudores y decepciones de esa etapa, hasta que se produjo no solo la adopción sin recelos sino también el afecto y la admiración general.

Pero costó. La muchedumbre es irracional y zafia, y al ponerse el brazalete de capitán se dio cuenta de que había sido formado en un lugar sin fútbol violento y a menudo criminal, militarizado – los jugadores tienen miedo en los micros que los llevan a los estadios-, a canchas que parecen campos de concentración. Con el subidón y el buen juego reciente de la Selección ha de sentirse confortado y ejerce el liderazgo sin aspavientos ni reproches, sin protestarle al árbitro, sin quejarse en las entradas fuertes- está muy preparado para caer y protegerse- con la actitud de que el grupo no se resienta. Se llama inteligencia.

Y sí es paradoja y contradicción indiscutible que queremos tanto a Messi por aquello que en el país desquiciado y pobre que dirige un grupo de freaks sin brújula no existe. Queremos tanto a Messi por gentileza, por proximidad, por respeto, por el prodigio que jamás hace alardes ni lloriquea o se enfurece si algo no salen del todo bien.

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Es decir, queremos tanto a Messi porque ha sido forjado de otra manera, que no había visto aficionados encerrados en un estado durante horas, con hinchas que mueren. Es formidable transcurrir al mismo tiempo que Messi, nosotros, los que vivimos otra realidad construida de modo que cada día puede deparar el abismo.

¿Quiere decir, entonces, que Messi no es argentino? No, Messi es argentino, quiere y hace un gran esfuerzo por serlo, pero su yunque es distinto.

Es argentino –buena para la suerte en la taba de la Selección-, pero no del todo.

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