
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona de recuperarse frente a la adversidad y seguir adelante.
Los chicos necesitan ser resilientes en muchas situaciones: cuando les va mal en un examen, cuando se pelean con un amigo, cuando se sienten rechazados, si sienten miedo o nervios al pasar de primaria a secundaria, entre otras muchas situaciones.
Una persona resiliente puede trasformar un obstáculo o un desafío en fuerza motora para salir adelante. Aquellos chicos que van desarrollando una resiliencia emocional aprenden a mantener la calma, y a responder en vez de reaccionar, y esa respuesta es por lo general rápida. Es decir, frente a una caída u obstáculo, se levantan rápido.
Son chicos que aprenden a ver a los desafíos como oportunidades, y no como limitaciones, y que pueden adaptarse a las circunstancias con mayor facilidad.
¿Se enseña a ser resiliente en la escuela?
Muy poco. Pareciera más ser más una cuestión de suerte (a qué escuela van o qué docente les toca) que a un proyecto educativo integral.
A ver, pensemos en esto:
-¿De qué le sirve a un niño saber la tabla de 9, las partes de una célula y dónde queda Saturno si no puede manejar su ira, o en un ataque de impulsividad, producto de su propia frustración, rompe en segundos una maqueta que le llevó dos semanas de preparación?
-¿De qué sirve que un alumno sepa hacer cálculos combinados si no puede escuchar a un compañero y en vez de mejorar su propio argumento, termina descalificándolo?
-¿De qué sirve saber idiomas, si un alumno maltrata emocional o físicamente a sus compañeros?
Si bien el contenido es importante, por sí solo no ayudará a los chicos a tener mejores oportunidades en la vida, ni a relacionarse efectivamente con él mismo o con los demás.
De la escuela del saber a la escuela del ser
Históricamente el colegio ha formado alumnos en lo cognitivo y en lo cultural. La escuela hoy debe asumir el desafío de formar a personas, además, con herramientas sociales y emocionales que les permitan afrontar los desafíos de la vida. Al incorporar un programa de educación emocional en la escuela, no solo colaboramos con la salud mental de los chicos, sino que los ayudamos a desarrollar sus habilidades socioemocionales, lo que les servirá aún mucho después de salir de la escuela.
Sin embargo, no alcanza con hablar del tema en el aula de vez en cuando o referirnos a la educación emocional cuando surge una situación que así lo requiera. Lo que no se diseña no se enseña, lo que no se enseña no se aprende y lo que no se aprende no se puede evaluar. Para trabajar de manera seria y a consciencia la educación emocional debemos desarrollar un programa sólido a cargo de un equipo interdisciplinario.
¿Cómo se enseña a desarrollar la resiliencia?
Con paciencia, entendiendo que es una habilidad que requiere de práctica.
Algunas propuestas:
1- Ayudando a los alumnos a identificar y a manejar sus emociones (más fácil escribirlo que hacerlo)
2- Alentándolos a valorar el esfuerzo, no solo el resultado. Ellos deben saber que son responsables de su esfuerzo, no del resultado.
3- Enseñándoles a transformar los obstáculos en oportunidades.
4- Poniendo foco en el proceso.
5- Brindándoles herramientas para trabajar la resolución de problemas.
6- Trabajando con metas y con la oportunidad de reflexionar acerca de los logros, aunque sean pequeños.
7- Aprendiendo del error. Debemos enseñarles a los alumnos a fracasar ahora para que capitalicen los fracasos. Sino, serán adultos sin perseverancia, y no creerán en sus habilidades de esforzarse para tener éxito.
8- Permitiéndoles rehacer sus producciones. Al aceptar y naturalizar los errores, capitalizándolos, el docente comunica una lección invaluable sobre la vida: al no esperar la perfección la primera vez, el docente acentúa la noción de que podemos mejorar, aprender y ser cada vez más mejores.
9- Y por sobre todas las cosas, trabajando la frustración; esto es, enseñarles a fracasar con dignidad. Sí, debemos enseñarles a los chicos a tolerar el malestar que genera no lograr lo que uno quiere y poder capitalizar la enseñanza que eso nos deja. En la vida a veces se gana, y a veces se aprende.
Ahora bien, resulta fundamental la formación permanente de los docentes para que puedan trabajar en su propia educación emocional y confiar en sus habilidades para poder acompañar a sus alumnos en el desarrollo de su educación socioemocional.
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