El papa Francisco en Chipre y Grecia

Durante su gira el Santo Padre habló sobre las problemáticas de los refugiados y la inmigración

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El Papa Francisco habla en el palacio presidencial de Atenas, Grecia. 4 diciembre 2021. REUTERS/Guglielmo Mangiapane
El Papa Francisco habla en el palacio presidencial de Atenas, Grecia. 4 diciembre 2021. REUTERS/Guglielmo Mangiapane

Un retorno a las fuentes

El Santo Padre Francisco en la Audiencia General del miércoles 1 de diciembre, con las valijas listas para el viaje dijo: “Lo que comienza hoy será un viaje a las fuentes de la fe apostólica y de la fraternidad entre los cristianos de diversas confesiones”. Y nosotros nos preguntamos: ¿Por qué un viaje a las fuentes?

Parece ser que el Cristianismo no nació en Jerusalén sino en Antioquía, donde lo divulgaron Bernabé y Pablo y donde se produjo una gran conversión y pudo hablarse a partir de entonces conceptualmente del “cristianismo” como religión y como filosofía. Antes están los hechos. El Papa sigue las huellas de Bernabé y Pablo en este viaje cuyo lema es “Consuélanos en la fe” ¿Quiénes eran Bernabé y Pablo?

Después de la crucifixión de Jesucristo, sus seguidores fueron el primer grupo de cristianos entre quienes se encontraban Pedro, Bernabé y otros discípulos que asumieron el encargo de anunciar el Reino de Dios. Y fueron perseguidos.

San Bernabé

Bernabé era oriundo de Chipre, de nombre José su apodo significa “hijo del consuelo”. Por eso el lema del viaje del Papa es “Consuélanos en la fe”. Integrante de la primera comunidad cristiana enviado a Antioquía, fue a buscar a Pablo, en Tarso y con él se dedicó a la evangelización de esa importante ciudad y después realizaron otras misiones con gran amistad, con contrastes, controversias, perdones y reconciliaciones.

San Pablo

Pablo, Judío de Tarso, hijo de un fariseo, burgués que le dio a su hijo la ciudadanía romana, un tanto soberbio fue perseguidor de cristianos a quienes consideraba herejes. En una encrucijada del camino a Damasco, lo envolvió una luz y cayó al suelo, entonces oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Él respondió: “¿Quién eres tú, Señor?”, “Yo soy Jesús a quien tú persigues.” Y Pablo se convirtió y se bautizó. En Jerusalén, se encontró con Pedro y los demás apóstoles, quienes desconfiaron de él pero Bernabé lo respaldó y Pablo fue entonces acogido por la comunidad cristiana de Jerusalén. Viajaron a Chipre, en Anatolia y de nuevo en Antioquía y a Jerusalén. Antioquía era considerada la capital de oriente, tercera ciudad en importancia del imperio romano, hablaba griego y arameo. Después Pablo fue al sur de Galacia y luego a Macedonia y Grecia. Permaneció en Corinto durante más de un año. En un tercer viaje permaneció tres años en Éfeso y luego llegó a Macedonia, Corinto y otros lugares siempre abriendo nuevos caminos al Evangelio. En Atenas, en particular, pronunció un famoso discurso en el Areópago y de Grecia llegó su predicación al resto de los pueblos europeos. El cristianismo cobró a partir de entonces dimensión universal.

Francisco en Chipre

El último Jueves, 2 de diciembre de 2021 a las 11 el papa Francisco partió del aeropuerto de Fiumicino en Roma rumbo al aeropuerto de Lárnaca, Chipre donde fue recibido a las 14 horas por las autoridades oficiales.

Chipre como urdimbre de proyectos de paz

“Chipre es una encrucijada geográfica, histórica, cultural y religiosa y gracias a esta posición puede promover proyectos de paz”, dijo el Papa al llegar a la Isla de Chipre.

Debemos recordar que esta nación partida es una isla en la cuenca oriental del mar Mediterráneo que desde la antigüedad fue sometida al dominio del imperio Romano de occidente y de Bizancio, del imperio Otomano y del imperialismo inglés. Poblada por grecochipriotas y turcochipriotas, los intereses de Europa y particularmente Gran Bretaña impidieron su unidad formal y real. El rápido acceso al sur de Europa, la Anatolia, Turquía, Medio Oriente, Norte de África y canal de Suez colocó a la nación en un punto geopolíticamente estratégico.

En Nicosia con los refugiados

El segundo y último día de la visita del Papa Francisco a Chipre terminó el viernes con un importante encuentro simbólico y de oración en la Iglesia de la Santa Cruz en la Puerta de Pafos, símbolo de la Nicosia dividida desde 1974. Cientos de migrantes se reunieron por la tarde fuera de la iglesia, esperando al Papa, mientras que 50 refugiados que el Pontífice llevará consigo en Roma asistieron a la iglesia.

Dijo el Papa Francisco a los cristianos de Nicosia: “Ustedes no son forasteros, sino conciudadanos” (del Apóstol San Pablo a los cristianos de Efeso). Y dijo al mundo: “No podemos quedarnos callados y mirar para otro lado, en esta cultura de la indiferencia”.

Y mirando a los migrantes llegados de diferentes naciones, a quienes escuchó atentamente les dijo: “Escuchándote, mirándote a la cara, el recuerdo va más allá, va al sufrimiento. Has llegado aquí, pero ¿cuántos de tus hermanos y hermanas quedan en el camino? ¿Cuántas personas desesperadas inician su viaje en condiciones muy difíciles, incluso precarias, y no han podido llegar? Podemos hablar de este mar tantos que han sido secuestrados, vendidos, explotados, todavía están en camino, no sabemos hacia dónde. Pero es la historia de una esclavitud, una esclavitud universal”.

La indiferencia, una enfermedad

Al mundo actual le dijo: “No podemos caer en la grave enfermedad de “acostumbrarnos” a leer estas tragedias en los periódicos o escucharlas en otros medios… la cultura de la indiferencia.”

“Miremos la esclavitud que hay hoy”

“Mirándote -le dijo a un migrante- pienso en muchos que tuvieron que volver porque los rechazaron y terminaron en campos de concentración, verdaderos campos de concentración, donde las mujeres son vendidas, los hombres torturados, esclavizados”, dijo el Pontífice, al recordar que no son solo los esclavos del pasado, “los de los nazis, los de Stalin” sino lo de hoy: ¡Está sucediendo hoy, en las costas cercanas! Puentes de esclavitud. “Es la guerra de este momento, es el sufrimiento de hermanos y hermanas que no podemos callar”, añadió el Papa. “No podemos quedarnos callados y mirar para otro lado, en esta cultura de la indiferencia”.

“El sueño de Dios”

Al destacar la actualidad de las palabras de San Pablo cuando dice: “Ustedes ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos.”, el Papa afirmó que en ellas se cumple la “profecía de la Iglesia”, la de una comunidad que “encarna -con todos los límites humanos- el sueño de Dios”. “Como tú -le confirmó el Papa a Marianie, de la República democrática de Congo- Dios sueña un mundo de paz, en el que sus hijos viven como hermanos y hermanas. Somos nosotros los que no lo queremos”.

“No somos números”

“No somos números ni individuos que haya que catalogar –subrayó Francisco- somos ‘hermanos’, ‘amigos’, ‘creyentes’ y ‘prójimos’ los unos de los otros”. Y añadió que cuando los intereses de grupo o los intereses políticos, incluso de las naciones, presionan , tienden también a esclavizar sin que nos demos cuenta”. “El interés siempre esclaviza, el amor que es amplio, que es contrario al odio, el amor nos hace libres.

“El odio es veneno… intoxica”

A Maccolins, un joven de Camerún que se dice “herido por el odio” a lo largo de su vida, el Santo Padre le recordó que el odio contaminó también las relaciones entre los cristianos, lo que ha dejado una “marca profunda” que dura mucho tiempo. El odio, dijo el Papa, “es un veneno del que resulta difícil desintoxicarse, es una mentalidad distorsionada que, en vez de hacer que nos reconozcamos hermanos, lleva a que nos veamos como adversarios, como rivales”.

“El muro de los prejuicios”

Al responder el testimonio de Rozh, un joven de Irak que al contar el largo recorrido que lo llevó hasta Chipre, dijo ser “una persona en camino”, Francisco enfatizó que también la comunidad de cristianos es “una comunidad en camino”, que como la suya está hecha de “subidas y bajadas”, que “no nos deben asustar las diferencias entre nosotros, sino más bien, nuestras cerrazones y nuestros prejuicios, que impiden que nos encontremos realmente y que caminemos juntos. Las cerrazones y los prejuicios vuelven a construir entre nosotros ese muro de separación que Cristo ha derribado, es decir, la enemistad.”

“Dios nos habla a través del rostro del otro”

El Papa durante el encuentro ecuménico dijo que Jesús viene a nuestro encuentro “en el rostro del hermano marginado y descartado, en el rostro del migrante despreciado, rechazado y oprimido”, pero también en el “rostro del migrante que está en camino hacia algo, hacia una esperanza, hacia una convivencia más humana”. El Papa puntualizó nuevamente que “Dios habla a través de los sueños” de esos migrantes, de esos jóvenes. “Nos llama a no resignarnos a vivir en un mundo dividido, en comunidades cristianas divididas, sino a caminar en la historia atraídos por el sueño de Dios, que es una humanidad sin muros de separación, liberada de la enemistad, sin más forasteros sino sólo conciudadanos. Diferentes, es verdad, y orgullosos de nuestras peculiaridades, que son un don de Dios, pero conciudadanos reconciliados.

“Chipre, taller de fraternidad”

En esta última cita del Papa en Chipre, antes de su partida, mañana, sábado, hacia Grecia, el Santo Padre deseó que “esta isla, marcada por una dolorosa división, pueda convertirse con la gracia de Dios en taller de fraternidad”.

En el campo de refugiados de Moria, Grecia

Lesbos, isla griega del mar Egeo próxima a la costa de Turquía, en la localidad de Moria posee un campo de refugiados. Había 13.000 cuatriplicando su capacidad de alojamiento cuando en septiembre del 2020 -en medio y a propósito de la pandemia del Covid 19 -sufrió un incendio que destruyó gran parte de los toldos y de las pocas cosas que las familias guardaban en forma precaria. El Santo Padre había visitado este lugar en el año 2016 y junto a los pastores de la Iglesia Ortodoxa hecho una denuncia pidiendo a las autoridades y los organismos internacionales para que se arbitraran los medios de ayuda y respeto por los derechos humanos.

Sin embargo la situación de hacinamiento y desolación creció durante la pandemia, el año pasado cuando se produjo un voraz incendio. Ahora Francisco, en Mitilene estuvo nuevamente con las familias de los refugiados.

En Atenas

A las 12 del mediodía de hoy, 5 de diciembre de 2021, II domingo de adviento, en Grecia dejó de llover cuando Helios -el dios del sol se asomó mientras el Papa latinoamericano partía del aeropuerto de Mitilene para llegar algunos minutos mas tarde a la ciudad de Pericles. No se vió con este, claro, quien 428 años antes de Jesucristo, emprendió la retirada definitiva junto a su amada Aspasia, pero en cambio sí pronunció un meduloso discurso dirigido a las autoridades de Grecia y al cuerpo diplomático y luego se encontró con un viejo amigo, Monseñor Jerónimo II, Arzobispo de esta ciudad y Primado de la Iglesia Ortodoxa griega con quien había estado en el campo de refugiados en Moria en el año 2016.

Discurso del papa Francisco en Atenas: La Democracia

Dirigiéndose al mundo y como prueba de que el viaje del Santo Padre no se limitaba a advertir sobre los males del mundo como son el rechazo y la indiferencia a los migrantes -como alguna prensa anunciaba -Francisco habló de la democracia actual. Allí donde la democracia nació: en Atenas. Y dijo: «no se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no solo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia».

Contra los autoritarismos, los populismos y la manipulación

El Santo Padre dijo que “los regímenes autoritarios se vuelven más opresivos y los autócratas más descarados.” Y agregó: “La democracia es compleja, mientras el autoritarismo es expeditivo. Y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes”. Asimismo en una descripción de la realidad que podemos aprovechar todos, incluidos politólogos y periodistas afirmó que “en diversas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el malestar conducen a una suerte de ‘escepticismo democrático’ que manipulan algunos políticos.”

Al populismo, consumismo y autoritarismo suma Francisco el escepticismo “provocado por la distancia de las instituciones, por el temor a la pérdida de identidad, y por la burocracia”. En opinión del Santo Padre “la baja calidad en el servicio de gobernar resultaría inaceptable en otros ámbitos profesionales…desde la medicina a la ingeniería.” Estado que no se supera “en la búsqueda obsesiva de popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de promesas imposibles, sino en la buena política”, especialmente en tiempos de dificultad.

Para Francisco, “la política es algo bueno” en la teoría, pero debe serlo “también en la práctica” por lo cual es urgente “pasar del partidismo a la participación; del mero compromiso por sostener la propia facción a implicarse activamente por la promoción de todos”.

Tras dedicar unas palabras a la crisis europea Francisco exhortó a una visión de conjunto, comunitaria, ante la cuestión migratoria, y a dirigir la atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus derechos humanos y de su dignidad.

Rechazo a la eutanasia, al descuido del clima y a la hipocresía de los gobiernos

Por último, también rechazó una vez más el descarte especialmente de los ancianos, la responsabilidad de los gobiernos por el calentamiento global. Se manifestó contra la hipocresía de muchos haciendo suyas las palabras que Homero puso en boca de Aquiles: ‘Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y manifiesta otra’.

Y finalizó deseando “que desde esta ciudad, cuna de la civilización, donde nació, siga elevándose siempre el mensaje orientado hacia lo alto y hacia el otro: que a las seducciones del autoritarismo se responda con la democracia y que a la indiferencia individualista se responda con el cuidado del otro…”.

Mañana, Roma

Mañana, lunes 6 será el último día de su viaje apostólico, recibirá al presidente del Parlamento y finalmente se encontrará con un grupo de jóvenes católicos, para partir minutos más tarde hacia Roma, como lo hizo en el año 58 el apóstol San Pablo, aunque este fuera a través de un largo viaje en barco, en calidad de prisionero en los tiempos en que Nerón que muy poco sabía de ese tal Cristo crucificado en Palestina arremetió contra todos los cristianos sometiéndolos a un martirio en masa.

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