
Hace doce meses las Fuerzas Armadas recibían del Poder Ejecutivo Nacional la orden de alistar sus organizaciones e iniciar las operaciones para contribuir con los esfuerzos que disponía el Estado para la contención y mitigación de los efectos de la pandemia COVID-19 que se propagaba por el mundo. Esta misión, cuya ejecución recibió el nombre de Operación “General Manuel Belgrano”, constituyó un gran desafío para unas fuerzas armadas que, por primera vez, llevarían a cabo una operación de protección civil de gran magnitud y larga duración, abarcando todo el territorio nacional y con la participación de la mayor parte de su personal y medios.
Más allá de tratarse de la imposición de una tarea correspondiente a las misiones subsidiarias de las FFAA y de contar con la predisposición innata de sus integrantes para colaborar con la sociedad en circunstancias difíciles para la Nación, las fuerzas armadas argentinas encaraban una misión de envergadura, imprevista, con una cadena de mandos recientemente instalada, en pleno proceso de orientación institucional por las nuevas autoridades y con un presupuesto correspondiente al año anterior que se había prorrogado hasta el tercer mes de ese primer trimestre del año 2020. Al decir de algunos mandos militares “la operación comenzó con los depósitos vacíos”. Esta circunstancia particular implicó poner en práctica un gran esfuerzo logístico y la creatividad necesaria para iniciar las tareas de apoyo a la comunidad y ayuda humanitaria con los recursos disponibles.

El Comando Operacional de las Fuerzas Armadas asumió, como lo indica la doctrina militar, la conducción de la operación, buscando accionar en base a las fortalezas de las organizaciones castrenses: el profesionalismo y la capacidad de trabajo de sus miembros, el amplio despliegue territorial de las Unidades y Bases, la eficiencia operativa y la capacidad de operar en el marco de la acción militar conjunta.
Las falencias logísticas iniciales fueron atenuadas a través del apoyo de recursos de las gobernaciones y municipios. En poco tiempo, se restituyó el flujo financiero y logístico necesario posibilitando el normal desarrollo de las operaciones, dentro de la particular situación reinante.
Desde aquel 20 de marzo en que se inició el cumplimiento de la misión, se presentaron nuevos retos que pondrían a prueba la capacidad de adaptación de las fuerzas armadas a las exigencias y desafíos que caracterizan a los ambientes operacionales del siglo XXI.
El Comando Operacional de las FFAA junto a los 14 Comandos de Zonas de Emergencia establecidos para abarcar todo el territorio nacional y las Fuerzas de Tareas dependientes, debieron coordinar las tareas de apoyo a la comunidad con las autoridades políticas nacionales, provinciales y municipales, así como con diferentes integrantes de la sociedad civil. A partir de este hecho, todas las operaciones cobraron las características de “multiagenciales”, imponiéndose un planeamiento, preparación y ejecución integrada de cada acción junto a actores institucionales y sociales para proporcionar solución a cada uno de los problemas que se presentaron durante la evolución de la pandemia. En este proceso cada organización aportaba su esfuerzo complementario al resto, logrando una firme acción sinérgica hacia el logro de los objetivos. Durante este año de operaciones se ejecutaron más de 40.000 tareas con resultados óptimos gracias al esfuerzo mancomunado de ese conjunto de personas y organizaciones. Las FFAA constituyeron un actor más en ese esfuerzo fusionado de tantas agencias.

Los ejércitos con mayor experiencia en la conducción de operaciones, consideran al trabajo multiagencial como un componente esencial del ambiente operacional. La experiencia de trabajo coordinado y confluyente junto a otros actores de la sociedad civil durante la Operación “General Belgrano” ha contribuido a incrementar la preparación de sus hombres y mujeres para enfrentar los desafíos futuros que se le presenten en el cumplimiento de nuevas misiones.
La capacidad de organización, planeamiento y coordinación de acciones, resumida en la capacidad de gestión de los Comandos de Zona de Emergencia y de las Jefaturas de Fuerza de Tarea, se constituyó en la columna vertebral de las tareas que desarrollaron las fuerzas armadas en el contexto de cada jurisdicción. Durante el apoyo de planeamiento y gestión de la crisis se cooperó con el análisis de la situación epidemiológica de cada región; se proporcionó constante evaluación de las condiciones ambientales y se llevó a cabo la planificación detallada de las tareas de apoyo a la comunidad y de ayuda humanitaria. En numerosos casos, los estudios aportados por el personal militar proporcionaron capacidad de previsión, logrando anticipar situaciones críticas en el marco del desarrollo de la epidemia en determinadas regiones, permitiendo adoptar oportunamente medidas para la mitigación de los efectos del virus. Una situación de este tipo, entre otras, se vivenció en la provincia de Santa Cruz, al visualizar una potencial saturación del sistema sanitario, que posibilitó el empeñamiento oportuno de personal de sanidad militar para reforzar al sistema provincial de salud.
La capacidad de adaptación y la versatilidad de las organizaciones militares, que constituyen un aspecto distintivo de las fuerzas armadas argentinas, se potenciaron durante el transcurso de la pandemia. En este sentido, se destaca la organización y ejecución de tareas inéditas para el personal militar en la contribución de la lucha contra el COVID-19 en diversas comunidades del país. Entre otras tareas se resaltan: la ampliación de la estructura hospitalaria; el traslado de muestras de análisis de laboratorio; la operación de call centers; el apoyo logístico al testeo y rastreo de casos; el desarrollo de software para el monitoreo de la situación epidemiológica; el abastecimiento de tubos de oxígeno a hospitales en zonas con alta saturación de pacientes COVID graves y moderados y, más recientemente, el traslado aéreo de vacunas bajo altas exigencias de conservación de temperatura.

El ámbito de desarrollo de la mayor parte de las funciones que impuso la pandemia fueron principalmente conglomerados urbanos y poblaciones aisladas, con preponderancia de población de bajos recursos y con elevados requerimientos de satisfacción de necesidades básicas. El accionar humanitario de nuestro personal, que se adaptó a las necesidades de la operación, contribuyó a disminuir las carencias de esas comunidades y atenuar la angustia propia de un contexto de pandemia. El militar argentino, ya reconocido por la ONU y otros países por su capacidad para lograr el acercamiento y la confianza de las poblaciones locales durante las misiones de paz, contribuyó con esa aptitud al éxito de la operación, logrando una alta empatía con la población de cada barrio o localidad en que se operó. Desde los primeros días, cuando se recibieron los requerimientos para contribuir en tareas de apoyo alimentario en barrios del conurbano bonaerense, no dudamos de que este sería una de nuestras fortalezas. El respeto por las personas, el trato humanitario, el respeto por los derechos humanos y la abnegación para entregarse al cumplimiento de la misión, constituyen uno de los pilares de la conducta del personal militar. Estas características se evidenciaron en el trabajo de apoyo a la comunidad en La Cárcova, Barrio 1-11-14, Villa Azul, Barrio San Jorge, Zárate, Perico, Ledesma, Tartagal, Ñorquinco o El Dorado, entre decenas de localidades asistidas.
La conducción de la operación a lo largo del territorio nacional y la extensión en el tiempo constituyeron dos exigencias importantes que se adicionaron a la conducción de todas las operaciones militares en desarrollo que conduce el Comando Operacional de las Fuerzas Armadas. Al respecto, durante el año 2020 y en lo transcurrido del año 2021 este Comando llevó a cabo, simultáneamente con la Operación “General Manuel Belgrano”, la conducción de:
- El abastecimiento regular de las bases antárticas durante la etapa invernal 2020 y la ejecución de la Campaña Antártica de Verano 2020-2021 con la finalidad de garantizar la presencia soberana en ese territorio y el apoyo a la actividad científica y habiendo logrado dar cumplimiento a la exigencia del Ministerio de Defensa de evitar el ingreso del virus a las bases antárticas de la República Argentina.
- El relevo de dos contingentes semestrales de la Fuerza de Tarea Argentina que integra la misión UNFICYP en Chipre y de los observadores militares y miembros de estados mayores en distintas misiones de la ONU, cumplimentando estrictos protocolos sanitarios.
- La operación “FRONTERAS”, a cargo del Comando Conjunto Aeroespacial, que a través de un despliegue permanente de radares y aeronaves, realiza la vigilancia y el control del espacio aéreo argentino, en el sector norte del país.
- La operación “MARVAL”, incluyendo la organización de tres Comandos Conjuntos Subordinados, que a través del despliegue de fuerzas terrestres, aeronaves y radares en zonas fronterizas de las provincias de Salta, Jujuy, Formosa, Chaco y Misiones, proporcionan apoyo logístico a las fuerzas de seguridad, realizan adiestramiento operacional y ejecutan el apoyo a la comunidad en poblaciones de frontera.
- El inicio del planeamiento de la operación del Comando General Electoral de apoyo a las elecciones previstas para el año en curso.
El convencimiento de que las fracciones militares de trabajo solamente realicen tareas para las cuales están capacitadas y adecuadamente equipadas constituyó un factor determinante para evitar el surgimiento de errores que pudieran afectar el cumplimiento de la misión impuesta, evitando voluntarismos potencialmente nocivos. Al respecto, también se debe resaltar que haber podido apreciar con realismo las propias capacidades disponibles y considerar permanentemente el marco legal vigente para las fuerzas armadas argentinas en relación a cada tarea requerida, contribuyó a proporcionar seguridad al personal militar y al consecuente éxito de la operación. En ese esquema de análisis, se descartaron modelos de acción militar extranjeros contra la pandemia que se correspondían a realidades particulares de cada país.
La operación “General Belgrano” constituyó y constituye un enorme desafío para unas fuerzas armadas activas que mantuvieron, a pesar de la pandemia, sus compromisos y el cumplimiento de sus funciones y misiones operacionales.
La convocatoria del Presidente de la Nación para participar en la misma, asignando un rol contribuyente importante entre distintos actores estatales, constituyó un gran orgullo para todos los militares argentinos. Los soldados asumimos este mandato con gran responsabilidad y lo percibimos, desde un primer momento, como una oportunidad única para mostrar la calidad del personal y la capacidad de acción de nuestras organizaciones.
El logro de un alto reconocimiento de la sociedad hacia la tarea de las FFAA y, en particular, la consideración de la clase dirigente de esta realidad, constituyen indicadores de que la operación General “Manuel Belgrano” marcha por un buen camino. De hecho, la normalización del pago de haberes a derecho (blanqueo) y la materialización efectiva del FONDEF, son logros institucionales que hablan de otra mirada política sobre nuestras Fuerzas. Por otro lado, el respeto y estima de nuestros conciudadanos a lo largo del tiempo constituyen un aliciente y nos motivan para mantener el ímpetu de trabajo.
Gran parte del éxito en el cumplimiento de esta misión de protección civil se basa en el trabajo constante de las fuerzas armadas para formar y capacitar a su personal, adiestrar sus organizaciones militares y en el enorme esfuerzo logístico para conservar los medios disponibles en condiciones de empleo. Los valores y el orgullo de pertenecer fueron marcas distintivas de los hombres y mujeres de las FFAA que participan de esta operación.
La República Argentina dispone de fuerzas armadas competentes acordes a las características del instrumento militar que la Nación requiere para satisfacer sus necesidades estratégicas y contribuir, junto a otros factores del poder nacional, a garantizar el ejercicio de su soberanía. También para proteger a su población y contribuir a su bienestar, que constituye el fin último de la Operación “General Manuel Belgrano”.
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