La comunidad internacional debe detener otro genocidio de Turquía y Azerbaiyán

La lucha es abismalmente desigual. Armenia y Artsaj esperan que la comunidad internacional frene el expansionismo turco y los delirios de su presidente Erdogan

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Manifestación de la comunidad armenia en Buenos Aires por el ceses del conflicto (Nicolás Stulberg)
Manifestación de la comunidad armenia en Buenos Aires por el ceses del conflicto (Nicolás Stulberg)

Después de siete décadas de poder soviético, a principios de los 90 se formaron en el Cáucaso Sur cuatro Estados independientes: la República de Armenia, la República de Georgia, la República de Azerbaiyán y la República de Artsaj. Dentro de la ex U.R.S.S., las tres primeras tenían status de Repúblicas Socialistas Soviéticas; la cuarta, de Región Autónoma de Nagorno-Karabaj. El pueblo de Georgia es caucásico, cristiano y tiene una historia muy antigua. Armenia y Artsaj tienen población armenia cristiana, y viven allí desde hace más de tres mil años. El pueblo de Azerbaiyán es turco, sus antepasados llegaron con las invasiones turcas desde Mongolia en el siglo XII-XIII. Hasta 1918 eran los turcos o tártaros del Cáucaso. Azerbaiyán fue creado en 1918 para denominar una de las tres repúblicas que se formaron después de la disolución del Imperio Ruso y de la Revolución Bolchevique.

Entre 1915 y 1923, dentro del Imperio Otomano se cometió el primer genocidio del siglo XX. Un millón y medio de armenios fueron asesinados en sus tierras ancestrales y la mitad occidental de la Nación Armenia fue destruida por decisión de la dirigencia turca. El genocidio se extendió a asirios, griegos y otras etnias cristianas del Imperio Otomano. Había que exterminar a la Nación Armenia para unir a todos los pueblos turcos desde Constantinopla en Europa hasta Mongolia para hacer realidad sus planes panturquistas.

Pasó más de un siglo desde aquel crimen que Turquía nunca reconoció. La Argentina lo condenó por la ley 26199. El pasado 27 de septiembre Azerbaiyán, con apoyo de Turquía, lanzó un ataque a gran escala contra la República de Artsaj. Todo indica que en forma conjunta aspiran a completar el genocidio de 1915. Turquía y Azerbaiyán totalizan 90 millones de habitantes en 900 mil kilómetros cuadrados; Armenia y Artsaj, 3 millones en 40 mil kilómetros cuadrados.

La lucha es abismalmente desigual. De no detener el ataque, se producirá otro genocidio: muerte y destrucción, ataques a monumentos históricos de la cristiandad, bombardeos de ciudades, ataques con drones y misiles. La comunidad internacional exhorta a volver a la mesa de negociaciones, dentro del marco de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa y las Naciones, representadas por el Grupo de Minsk que co-presiden Rusia, Estados Unidos y Francia.

Armenia y Artsaj solo quieren vivir en paz en sus territorios ancestrales y rechazan la guerra. La diáspora armenia mundial, formada como consecuencia del genocidio del año 1915, pide y promueve la paz, lucha para alertar al mundo y requiere la adhesión de todos los países al proceso de paz. Las muestras de solidaridad y adhesión de todos los sectores de la sociedad argentina son multitudinarias. La comunidad armenia agradece estos sentimientos, las palabras de apoyo y ayuda concreta desde todos los ámbitos, hechos que reafirman la tradicional amistad entre argentinos y armenios.

El mundo nos acompaña y condena la agresión. Armenia y Artsaj esperan que la comunidad internacional frene a Turquía y a su discípulo Azerbaiyán, unidos en el horror y la destrucción, que solo favorece el expansionismo turco y los delirios de su presidente Erdogan, que ha llevado a su país a usurpar territorios y espacios de Siria, Irak, Chipre, Libia, Grecia y el mar Mediterráneo. Azerbaiyán y Turquía atacan y siembran la muerte por un pedazo de tierra. Nunca piensan en sus habitantes. Armenia y Artsaj se debaten entre la vida y la muerte, decididos a defender sus derechos, ejercer su libre determinación y aspirar a una vida digna.

El autor es presidente del Centro Armenio de la República Argentina