El escudo, el lema y la cruz del papa Francisco

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EL ESCUDO

La fe de Francisco es inmensa y queda reflejada en hechos de su propia vida. Estos tres signos que la tradición puso a su alcance así lo reflejan. Esperamos que la breve descripción de esas experiencias -que trascienden los objetos -nos permitan acercarnos más aún a él.

El papa Francisco decidió conservar, en esencia, el escudo elegido desde su consagración episcopal caracterizado por líneas bien sencillas. Tiene fondo azul al que agregó en ocasión de su elección como Papa los mismos símbolos de la dignidad pontificia: mitra colocada entre dos llaves de oro y plata en forma de cruz, unidas por un cordón rojo. En lo alto, el emblema de la orden de Jorge Mario Bergoglio: la Compañía de Jesús -un sol radiante, con el monograma de Cristo en rojo y también figuran los tres clavos de la crucifixión.

En la parte inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; la flor de nardo indica a San José, patrono de la Iglesia universal. Al incluir en su escudo estas imágenes el Papa está expresando su especial devoción hacia la Virgen Santísima y hacia San José. En la basílica de San José de Flores descubrió su vocación. Fundó la Parroquia Patriarca San José, de la que fue su primer párroco, y también fue rector del Colegio San José entre 1980 y 1986.

EL LEMA

El lema de Francisco procede de las Homilías de San Beda el Venerable, un sacerdote erudito en Historia, métrica y teología que vivió en la baja Edad Media, entre los años 672 y 735. Comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, Beda, en una de sus célebres homilías dice: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor lo eligió, diciéndole: Sígueme)».

Recordemos que San Mateo fue uno de los 12 discípulos de Jesús, el cobrador de impuestos odiado por su oficio por la gente del pueblo, sin embargo, Jesús vio en él a un hombre bueno y lo convocó. Su nombre etimológicamente significa “don de Dios” y se lo celebra el 21 de septiembre.

Un lunes 21 de septiembre, el joven Jorge Mario Bergoglio, con 17 años experimentó el llamado de Nuestro Señor Jesucristo. Después de haber recibido la confesión en el primer confesionario de la nave izquierda de la Basílica de San José de Flores donde hoy puede verse una placa recordatoria de ese episodio. 39 años después de aquella iluminación Jorge Mario, al ser consagrado Obispo eligió como lema y programa de su ministerio la expresión “miserando atque eligendo” (San Mateo por Beda) que se traduce como “con su misericordia lo eligió”.

Y en esta suerte de asociaciones que nos suscita el lema grabado en el escudo papal recordemos que a los pocos días de haber sido ungido Obispo de Roma, el primer domingo después de inaugurado su papado, en el Ángelus ante las multitudes que desbordaban la plaza de San Pedro, cuando aún en el mundo no había pasado el asombro de su designación, clavó un kairós (tiempo de Dios, tiempo oportuno) en el espacio al anunciar “La misericordia es el mensaje más grande del Señor”.

LA CRUZ DE PLATA

El Papa, como muestran sus imágenes, lleva una cruz de plata que cuelga de una cadena. En esta cruz se distinguen una paloma, una oveja perdida y un pastor con el rebaño.

La paloma

En la parte superior de la Cruz se encuentra la paloma. El Espíritu Santo desciende sobre Jesús en forma de paloma ("16.Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. 17. Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado…” San Mateo 3) y es uno de los símbolos más fuertes de los cristianos. Sin el Espíritu Santo no se puede entender a Jesús (Catecismo). Recordemos que el Supremo es tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo y un sólo Dios verdadero. Uno y trino.

La oveja perdida

“Sean pastores con olor a oveja”, decía Bergoglio en Buenos Aires y esa consigna llega a todos los discípulos misioneros del mundo desde la misa del 28 de marzo de 2013 y en innumerables ocasiones ha sido reiterada por el Papa Francisco. En la cruz pectoral, el rebaño y el buen pastor cargando la “oveja perdida” en sus hombros, campean en el centro.

Se trata de la referencia a la parábola del Evangelio que considera importante recuperar la oveja perdida. Lo que explica también porque el padre Bergoglio se haya ocupado siempre de nosotros, aún cuando estuvimos extraviados, y que junto al rebaño nos lleve en su pecho.

El Buen Pastor

El ícono bíblico del Buen Pastor (Jn 10,11-18) resume la misión que Jesús recibió del Padre: dar la vida por las ovejas. Esa actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos, como una madre que da su vida por ellos, sostiene Bergoglio.

En la exhortación programática de su pontificado explica que la Iglesia está llamada a “ser siempre la casa abierta del Padre[…]” – ¡Nada de puertas cerradas! (Evangelii Gaudium, 47). Y los cristianos estamos llamados a imitar al buen Pastor dándole una mano a los desfavorecidos, a los descartados, a los pobres. ¿Ayudándolos a qué? A salir del aislamiento y la pobreza.