Por qué el principal problema argentino es el gasto público

Manuel Alvarado Ledesma

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La presión tributaria en la Argentina alcanza el 33% del PBI y es más alta que en 2015.
La presión tributaria en la Argentina alcanza el 33% del PBI y es más alta que en 2015.

Para muchos, afirmar que el problema central de nuestro país es el gasto público es lo mismo que adoptar una posición fundamentalista. Sin embargo, no es así puesto que proviene de décadas de populismo. Resulta de la pretensión de alcanzar un nivel de vida sin esfuerzo, por encima de las posibilidades del momento.

En la economía argentina, sin dudas, se observa el esfuerzo. Pero únicamente en algunas áreas. Y en otras, sólo ocio.

En el período 1970-2001, el gasto público consolidado giraba en torno al 32% del PBI, y los recursos totales llegaban al 28 % del PIB, el déficit consolidado del sector público era, en promedio, de alrededor del 4 a 5 por ciento del Producto.

Cuando el populismo llegó a niveles nunca vistos en la historia, se inicia un camino de acentuado ascenso en tal coeficiente. Al comienzo de la gestión de Néstor Kirchner, el gasto era de aproximadamente 29%. Con Cristina Fernández de Kirchner, este porcentaje llegó a 47%, en el año 2015.

Con este porcentaje, y dado que los ingresos eran en total de 39% del PBI, la cruda realidad fue que el déficit fiscal total subió a un alarmante 8% del PBI.

El déficit público consolidado pasó de 5% del PBI en 2001 a 8% del PBI en 2015

Así, al asumir Mauricio Macri, el nivel de gasto estaba en el límite. El nuevo gobierno se propuso reducirlo y logró bajarlo a un nivel de 42%. La reducción fue plausible, pero claramente, insuficiente. Con un usual comportamiento que, como bien dice Douglass C. North, los hombres estamos condicionados por un "sendero del pasado", lamentablemente, la decisión política quedó atrapada por tal sendero. Y careció de racionalidad suficiente para quebrarlo.

Por ello, en lugar continuar con la baja del gasto, se implementó una política de mayores tributos. El gobierno de Macri siguió el camino del pasado: focalizar la solución por la vía tributaria. Así, volvieron impuestos como los derechos de exportación, el nuevo impuesto de renta financiera y se estableció otro más irracional todavía: el correspondiente a la exportación de servicios.

Aun así, la carga impositiva no alcanzó. Al mismo tiempo, para no estirar más de la cuerda, el camino elegido fue el de dilatar toda decisión difícil (relacionada con el gasto). Entonces, la financiación del déficit provino de la deuda.

Para colmo de males, ahora, los jubilados y pensionados con más de una retribución deberán unificar los pagos. Así, mayor será el número de personas en pagar Ganancias.

La presión tributaria conjunta de Nación y provincias de 2019 superaría el 33% del PBI. Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), la presión fiscal de 2019 será récord. La carga tributaria crecerá 0,4 puntos del PBI, por encima de la registrada en 2015.

Podrá parecer reduccionismo, pero es así: la base del problema está en el gasto.

Para salir adelante, es la inversión la llave de salida. En tal caso, urge reducir drásticamente el gasto público. Aunque sea un camino espinoso, éste es el adecuado (y único, en mi opinión) para reducir la carga impositiva, en un marco de estabilidad en su sentido más amplio.

Se ha logrado mejorar el marco institucional. Pero éste, aunque es condición necesaria, resulta insuficiente para la inversión. Sin una fuerte reducción de la carga impositiva, la inversión no llegará.

El autor economista y profesor (UCEMA)