
“La logística no solo determina el costo, sino también la disponibilidad y la percepción del cliente”, afirma Mario. En ese marco, sostiene que la eficiencia en cada eslabón de la cadena es determinante para la competitividad en la industria electrónica de consumo, marcada por una competencia global cada vez más exigente.
¿Cómo impactan la logística y el comercio exterior en la competitividad de las empresas del rubro de productos de electrónica de consumo?
La logística y el comercio exterior representan directamente la mitad de nuestro negocio. Todo comienza por la planificación: el proceso completo, desde que colocamos una orden de compra a un proveedor en China hasta que cerramos el ciclo, lleva aproximadamente 180 días. En ese tiempo pueden pasar muchas cosas, por lo que es clave tener cada paso bien cuidado. Hay que elegir proveedores confiables que entreguen en tiempo y forma, porque cualquier demora afecta las reservas de transporte. En consecuencia, se puede llegar a perder, por ejemplo, la salida de un buque, y tener que esperar al siguiente, sumando días y costos.
Cada día que se agrega representa costos financieros, almacenaje, manipulación, y todo eso impacta directamente en el precio final del producto. Más aún en mercados tan competitivos, con jugadores globales y cadenas de valor muy profesionalizadas. La sensación de urgencia tiene que estar presente en cada eslabón de la cadena. La logística no solo determina el costo, sino también la disponibilidad y la percepción del cliente: si nos retrasamos, perdemos participación de mercado y la confianza del cliente se ve afectada.
¿Cómo se maneja la planificación frente a un entorno tan dinámico?
La planificación requiere anticiparse y tener cintura para adaptarse a los cambios del contexto. La mitad del negocio es comprar bien y tener disponibilidad de producto, la otra mitad es venderlo y dar un buen servicio. Pero hay un elemento adicional: entender las categorías. Por ejemplo, el aire acondicionado es más estable, mientras que la telefonía celular cambia vertiginosamente. Un modelo puede quedar viejo en cuatro o seis meses.
La clave es conocer el mercado, saber dónde está la innovación y leer qué busca el consumidor. En algunos dispositivos hay mesetas tecnológicas; otros, como el celular, están en constante evolución. En los últimos años, por ejemplo, el tamaño de la pantalla fue determinante. Hoy vemos celulares de más de seis pulgadas, y con los modelos plegables o “trifold”, se están alcanzando dimensiones que igualan a las de una tablet. Elegir productos que mantengan vigencia, incluso ante cambios del mercado, es esencial para no quedar afuera de la competencia.
¿Qué rol juega la seguridad en la logística local para estos productos de alto valor?
La seguridad es un factor fundamental, sobre todo en el tránsito de mercadería dentro del país. En el caso de productos de alto valor, como los celulares, se analiza si es más eficiente utilizar transporte aéreo en lugar de terrestre. Cuando se suman los costos de seguridad al transporte terrestre, a veces terminan siendo equivalentes al del aéreo, que además ofrece la ventaja del tiempo.
El equipamiento de los vehículos, los sistemas de seguimiento y las alertas representan un costo necesario. Incluso, por cuestión de cobertura de seguros, los camiones muchas veces no viajan con carga completa, lo que impacta en la eficiencia del transporte. Aunque la situación ha mejorado, todavía hay mucho camino por recorrer en Argentina en materia de seguridad logística.

¿Qué se fabrica y cuál es el verdadero valor agregado que se genera en Tierra del Fuego?
En Tierra del Fuego los procesos productivos no se enfocan en la fabricación desde cero de componentes como procesadores o pantallas, que por cuestiones de escala global deben importarse. Estos elementos requieren inversiones altísimas y volúmenes de producción que no serían viables localmente, ya que son fabricados por grandes compañías internacionales con capacidad para abastecer millones de unidades.
Lo que sí se desarrolla en la provincia es la integración y el armado avanzado de los dispositivos. Se reciben placas vacías y sobre ellas se insertan los componentes electrónicos, se realiza la carga de software y se ejecutan pruebas de calidad exhaustivas para garantizar el funcionamiento del producto. Este proceso demanda tecnología especializada y personal capacitado, generando empleo calificado y aportando valor agregado al país a través del fortalecimiento de la industria local.
¿El modelo productivo de Tierra del Fuego es comparable al de otros polos industriales en el mundo?
Totalmente. Lo que se hace en Tierra del Fuego no es un caso aislado o particular de Argentina, sino que es un esquema de producción que existe en muchas partes del mundo. Regiones industriales como algunas en Brasil o en Europa aplican modelos muy similares, donde se definen los niveles de ensamblado o integración de los productos en función de las capacidades locales y la estrategia global de las compañías.
Cuando uno negocia con un proveedor internacional, la elección de qué nivel de producto recibir -si terminado o desarmado- no es aleatoria, sino una decisión estratégica que se toma en cualquier país. Argentina no es la excepción: trabajamos bajo esos mismos estándares globales, decidiendo qué procesos se hacen localmente para sumar valor y qué partes, por cuestiones de escala, se importan ya listas. Eso permite mantener la competitividad, aprovechar las capacidades locales y estar alineados con las mejores prácticas de la industria a nivel mundial.
¿Qué transformaciones esperás en la industria de la tecnología en los próximos años?
Creo que el hardware está llegando a una meseta, no espero grandes cambios en los dispositivos como tal. Pero sí veo una revolución en el software y en la conectividad, especialmente con la llegada del 5G y el avance de la inteligencia artificial. Los procesadores cada vez más potentes permitirán hacer cosas que antes parecían imposibles.
Hoy, por ejemplo, casi no uso dinero en efectivo ni documentos físicos: todo está en mi celular. Las interacciones digitales se multiplican y será cada vez más sencillo integrar la tecnología en cada aspecto de nuestra vida cotidiana. Estoy convencido, por ejemplo, de que pronto dictaremos nuestros correos en lugar de teclearlos y que los dispositivos serán todavía más intuitivos, adaptándose a nuestras necesidades sin que lo notemos.
Lo interesante es que todo esto no es un futuro lejano: ya está en movimiento. La aceleración tecnológica está transformando no solo cómo trabajamos, sino cómo vivimos, y es un proceso que se va a profundizar cada vez más. Para quienes estamos en este sector, es un desafío constante, pero también una enorme oportunidad de seguir aprendiendo y evolucionando junto con la tecnología.
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