Desde adentro: Pablo Ramírez, el primer ganador del Martin Fierro de la Moda

Por @AlexiaToumikian

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Perseverante, pasó de no conseguir trabajo a tener su primera experiencia laboral nada más ni nada menos que en París. Transgresor, auténtico e idealista, nos cuenta que su último desfile en “situación de calle” fue una decisión tanto artística como política. Con los pies sobre la tierra y una imaginación sin techo, desde sus comienzos supo que no quería hacer ropa descartable. Si bien sabe que “no está salvando vidas” cree que la moda es comunicación y fue elegido por Gustavo Cerati, Lizzy Tagliani, Dolores Fonzi, Marilú Marini y Griselda Siciliani entre otros.

El ganador del premio a mejor diseñador, en la primera edición del Martín Fierro de la Moda, nos abre las puertas de su atelier para darnos definiciones fabulosas, porque si hay alguien que sabe perfectamente lo que quiere, es él: Pablo Ramírez.

-¿De dónde venís?

Soy de Navarro, Provincia de Buenos Aires. Empecé en esto de muy chico dibujando, me encanta dibujar y tuve la suerte de que terminé el secundario en el 89’ y fue el año en el que se creó la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil en la Universidad de Buenos Aires. Fue pionera en Sudamérica, hasta ese momento la carrera no existía en la región. En el 90’ me vine a vivir a Buenos Aires y fui parte de la segunda camada.

- ¿Desde chico sabías que querías diseñar?

-En realidad no lo tenía tan claro, si sabía que para mí dibujar era algo muy natural y que formaba parte casi como de una expresión, como hablar o como caminar... un gesto muy natural. Y en el dibujar se manifestaba el tema de la figura humana, el cuerpo, la silueta, el traje, el vestido, el zapato. Por otro lado me gustó mucho siempre el cine, la literatura... tenía una imaginación muy frondosa entonces siempre me escapaba por ese lado y lo volcaba en el dibujo.

- ¿Cómo fueron tus inicios en Buenos Aires?

-Cuando era adolescente participé dos o tres veces de un concurso que hacía la firma Alpargatas y no podía quedar finalista porque era menor de edad. Pero los organizadores me decían “seguí participando, porque vemos en vos potencial”. En el 90’ cuando ingreso a la carrera estaba totalmente embalado. No tenía idea cómo iba a trabajar y demás porque aparte yo venía de un pueblo, no conocía a nadie... mi papá era mecánico y mi mamá ama de casa.

La Universidad de Buenos Aires para mí fue re importante porque le da la posibilidad a todo el mundo de poder juntarse y abrir puertas, que se mezcle toda esa gente es fabuloso. Conocí un montón de personas que hoy en día son amigas.

En el 93’ era estudiante y mi papá me mantenía, ese año muere del corazón y de alguna manera empieza a temblar además de mi vida, mi proyecto. Empecé a buscar trabajo y no conseguía de nada, fue un año muy duro para mi. En el 94’ se vuelve a hacer el concurso Alpargatas y me pongo como objetivo que ese iba a ser el medio por el cual yo iba a conseguir trabajo.

Pensaba que si no conseguía trabajo en nada era porque tenía que conseguir trabajo en esto.

-¿Se podría decir que te aferraste más que nunca al arte?

Si y participé en el concurso, de 500 participantes quedamos seleccionados 15 y el primer premio era un contrato de trabajo en Alpargatas y una beca para estudiar en St Martins, Londres. El segundo puesto ganaba el contrato de trabajo en Alpargatas. Gané esa mención asegurándome el trabajo y Nadine Zlotogora, otra diseñadora que es amiga mía hoy por hoy, gana el primer premio. Entonces surge inesperadamente una sorpresa en el jurado, integrado también por diseñadores franceses, que decidieron premiar mi trabajo con un contrato para desarrollar su colección en París. De repente pase de no tener trabajo a que mi primera experiencia laboral sea en París.

-¿Eso crees que tiene que ver con el destino o que sucede cuándo uno trabajo muchísimo y termina consiguiendo eso que tanto desea?

-Creo que es una unión. Tiene que estar el deseo junto con la pasión, el trabajo, la oportunidad, la ocasión... tiene que estar todo. También tiene que haber una gran fe y uno tiene que poner todo para eso. Creo que pocas veces en mi vida creí tanto en mí como en esa ocasión. También tenía que ver con la necesidad que tenía yo en ese momento, no tenía escapatoria, tenía que conseguir un trabajo y me puse un objetivo que de alguna manera el resultado superó ampliamente lo que yo esperaba, como trabajar en París por ejemplo.

Estuve en París un tiempo, volví a Argentina y trabajé para diferentes marcas.

Hasta que en el año 99’ participo de otro concurso que pertenecía al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y lo organizaba la productora Dolores Navarro Ocampo, que lamentablemente hace muy poco tiempo falleció. Una mujer muy increíble, muy trabajadora, que estuvo siempre atrás de nuevas ideas, de nuevos emprendimientos. No gané nada en ese concurso, pero al haber trabajado tanto tiempo en productos y marcas era como que tenía el “Know how” de como producir y hacer la ropa. Y a la vez tenía en mi cabeza las ideas de lo que quería hacer, lo que había presentado en ese concurso no se veía experimental sino que se veía algo bien hecho. La sensación que tenía la gente que lo veía era que había más ropa producida atrás de eso. Entonces Dolores me llama y me dice que me quería dar la oportunidad para que arranque con mi propia colección. Ella tenía la semana de las Grandes Colecciones previo a que se hagan los Fashion Weeks en Buenos Aires, quiso que haga mi desfile y debute con mi colección. Así fue que en marzo del 2000, hace 20 años ya, debute con mi primer desfile.

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- Tu último desfile, que fue en la vidriera de tu tienda, me pareció súper inclusivo.

-Este fue un año muy complicado y no me parecía que era momento para hacer un desfile. A mí me encanta la moda por supuesto, vivo de esto y creo que la moda es fantasía, lo que vendemos y demás. Pero también soy una persona que está muy conectada con la realidad.

- Me imagino que es un tire y afloje porque también necesitas mostrar la colección para venderla

Guillermo Azar me convocó para que haga mi desfile en la semana del Designers BA y le dije que no estaba tan convencido de hacerlo, que no tenía ganas... por otro lado yo tuve durante 15 años mi tienda en San Telmo y hace dos que me mude y tengo el Atelier acá y la tienda en Ayacucho y Alvear. Y dije tal vez lo que puedo hacer es pensar en algo más conceptual, mostrar el espacio nuevo, intervenir la tienda con una performance. En un punto fue como una metáfora bastante cruel. Pero pensé que en un momento en el que hay tanta gente en situación de calle, que el desfile sea en situación de calle, era llevar al público a ese lugar. Fue una decisión de alguna manera artística como política. Iba a presentar la colección primavera verano y pensaba ojalá que no haga mucho frío porque estoy invitando a mis clientes y a la prensa y no quería que la pasen mal. Pero a la vez es lo que está pasando y me parecía que estaba bien. La tienda es muy chica y como para mi la moda es fantasía y contar una historia, era lindo hacer que la tienda fuera como una cajita de luz y de espejos. Como cuando uno es chico y ve desde la calle los juguetes o los bombones en la vidriera. Había gente que fue a verlo especialmente, gente que pasaba y paraba a verlo. Y gente que pasaba desde el colectivo y lo veía. Yo estuve 15 años con la tienda en San Telmo y tenía gente que me escribía por las redes sociales: “Amo pasar por tu vidriera y verla desde el colectivo”. Hacer el desfile de la vidriera a la calle me daba como cierta ilusión, pensar que fuera algo abierto y no que fuera un evento cerrado con esa cosa del vip, del acceso, de la primera fila... por eso fue una performance que duraba poco tiempo pero que la repetimos 4 veces para que el público pudiera circular y que todos pudieran verla.

- ¡Qué emocionante! Cuando lo vi sentí eso, pero no sabía que era una decisión política, es muy movilizante y estremecedor.

Lo pensé así. En el año 2001, en plena crisis, hice una colección que se llamó Patria. Tuvo que ver con lo que me había pasado a mí viendo lo que sucedía en nuestro país. Muchos amigos en aquel momento se fueron de Argentina y sentía que los que nos habíamos quedado estábamos de alguna manera resistiendo y haciendo patria. Decidí hacer una colección que fuera un homenaje a los patriotas como San Martín, Belgrano... a los héroes que hicieron la patria. Hice el tapado “Sanmartiniano” que devino en que Gustavo Cerati viniera a verme para el vestuario y que lo vistiera para los 11 Episodios Sinfónicos.

Luego de ese desfile fui al Hotel de los Inmigrantes y en el año 2002 hice la colección Pueblo. Me pregunté: “¿Si esta es la patria, quiénes somos como pueblo?”. Se me ocurrió pensar que había sido en ese hotel donde se había cocinado esta raza que somos los argentinos. Fue una colección en un momento de mucha crisis donde no teníamos insumos, y fue casi toda hecha en gabardinas de algodón, telas de producción nacional y jean. Los varones desfilaban con alpargatas y en las cabezas tenían pañuelos como tocados. El desfile se hizo en el que había sido el salón-comedor del antiguo hotel y la primera fila eran los bancos de madera.

Fue un desfile que lo pensé con la pasión que tengo para hacer mi trabajo. La gente cuando llegó al lugar antes de ver la colección estaba muy conmovida, era movilizante porque la mayoría nunca había entrado a ese lugar. Cuando empezaron a aparecer los modelos que eran como un homenaje a los inmigrantes, al pueblo, a los trabajadores, a los obreros... fue una conmoción, algo lindísimo.

Siempre intento trabajar con las cosas que me pasan: desde una película que me inspira, música o algo que me esta pasando con la realidad.

A esta colección una periodista la tituló “Pobre Chic” y la sentí como un halago a la elegancia, que tenía que ver con lo austero, lo esencial, lo simple...

La temporada siguiente sentí que tenía que cambiar el chip, porque si bien era muy poético, hubieron 1500 personas y todo el mundo se emocionó y lloró, era como una contradicción. Entonces mi próxima colección se llamó “Snob” y la presente en la biblioteque del Sofitel en un desfile que era tan solo para 20 personas. Fue una ironía conmigo mismo. Me parece que tampoco hay que tomárselo tan en serio porque no es que estamos salvando vidas, después de todo es moda. Lo qué hay que tener en cara es que la moda es comunicación, uno cuando se viste o como diseñador está contando una historia.

- Me imagino que te pasa lo mismo a la hora de vestir celebridades o personas que tienen visibilidad. ¿Te fijas en su línea de pensamiento? ¿Si te representan o no?

Sí. La verdad es que he tenido la suerte de que muchísima gente que yo admiro haya querido que la vista. Me gusta hacer un trabajo en equipo, ahora se está acostumbrando con estilistas que vienen, buscan la ropa, se la llevan. A mí me gusta más el trabajo personal, conocer a la persona, hacer un intercambio para que sea un trabajo en conjunto.

- ¿Cuáles fueron aquellas figuras que conocemos todos a las que te gustó vestir?

El ejemplo que di de Cerati trascendió en el tiempo, al igual que con mi primer trabajo superó mis expectativas, nunca imaginé que eso iba a ser así. Es difícil elegir una, pero me pasa mucho con Marilú Marini, una actriz que conozco hace muchísimo y admiro. He tenido la suerte de vestirla en París para una obra y es alguien que me representa completamente, que trasciende, que con muy poco sabe como transformar. Cuando uno admira tanto a alguien, tener la posibilidad de que te elija y que lleve tu ropa es un regalo.

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- Hace muy poco se hizo la primera edición del Martín Fierro de la Moda y ganaste el premio como Mejor Diseñador. ¿Cómo te sentiste? ¡Me imagino que es un honor enorme!

-Estoy muy contento, por más que suene trillado, los premios son un regalo. Es lindo el reconocimiento, me parece que este premio tiene un valor más grande en un momento como este, en el que la industria está tan castigada. He recibido un montón de premios de la Cámara Argentina de la Moda que hoy en día está intentando rearmarse y el premio no lo da más...

El Martín Fierro en Argentina tiene una gran notoriedad, es de los más importantes, ser elegido como mejor diseñador y obtenerlo es muy lindo.

- ¿Por qué el negro?

-Como parto del dibujo tiene que ver con la síntesis, la silueta... Digo siempre que en el negro no hay distracción, uno ve la forma pura. Yo trabajo con las formas, la moldearía, el cuerpo y no hay distracción. Además una de las cosas que me propuse cuando empecé a trabajar era que las prendas no tuvieran fecha de vencimiento, en hacer clásicos.

Cuando empecé no existía el concepto de lo sustentable pero de alguna manera tuve en mi mente que no quería hacer ropa descartable. No quería que mi ropa a los 6 meses no se usara más. Pensé: quiero ser un diseñador de ropa negra, que perdure en el tiempo y que quieras tenerla en tu guardarropas. Que te armes un guardarropa con buena ropa negra, que cuando pienses necesito un buen jean, una buena camisa, un buen vestido, pienses en mí como necesidad. Ese fue el objetivo cuando empecé y mucha gente me lo cuestionó porque decían que no era una visión comercial. Pasaron 20 años y acá estoy, creo que es más lento, que no es efectista. No es la novedad de presentar cada 6 meses el “BOOM” y a los 6 meses se descarta. No estoy de acuerdo, nunca tuvo que ver con mi ideología y lo sigo pensando así. Es como si tuviera una especie de ética, moral o llamalo como quieras pero no estoy de acuerdo. Una vez una amiga me dijo como si fuera un castigo: “Es que sos muy idealista” y es verdad, soy una persona muy idealista.

- Es parte de tu esencia. Es muy fácil reconocer un vestido tuyo y eso está buenísimo, porque ahí se ve tu identidad. Creo que en el arte no hay nada más lindo que poder reconocerse.

A pesar de que toda mi vida me la pase diciendo que no era una persona ambiciosa, tengo que reconocer que si lo era hace 20 años cuando decía que quería hacer algo que tenga identidad y que la gente lo reconozca. Finalmente pasa eso.

-El otro día me llamo Griselda Siciliani para que la vista a ella y a Nicolás para el Bailando. Lo que yo hago no tiene etiqueta ni bordados, es línea pura, es muy austero. Y que aparezcan Griselda y Nicolas bailando y que todos me llamen y me digan: “están vestidos por vos” es muy fuerte.

-Para terminar, ¿cómo fue hacer el famoso vestido de Evita para el Bicentenario?

-Convocaron a diez diseñadores y cada uno tenía que recrear una década, a mi me tocó la del 50’. De alguna manera los iconos eran Evita y Dior, mi interpretación y forma de sintetizar fue esa. Pensé en Evita como en Santa Eva, como en el hada madrina de los pobres, en la femineidad, en la elegancia y todo eso que representa. Sentía que se podía ver a Eva, a Dior y a Ramírez.

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