Mauricio Dayub recorre su vida en su primer libro: “El teatro es literatura incompleta”

El actor, productor, director publicó su primer libro de relatos, “Alguien como vos”, basado en historias de su vida que, guardó por 30 años. También dice que el teatro "es literatura incompleta".

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Mauricio Dayub y narraciones sobre distintos momentos de su vida
Mauricio Dayub y narraciones sobre distintos momentos de su vida

“Mi madre quería que sus hijos aprendieran a nadar, pero como no siempre alcanzaba para pagar la cuota del club de todos, a algunos nos tocó aprender mirando”. Así empieza el relato “Aprender”, de Mauricio Dayub; actor, productor, director, autor de teatro y ahora también de libros, al menos, en principio, de Alguien como vos, que publica Sudamericana entre sus novedades de abril. El texto forma parte del capítulo “El club”, que junto a otros como “La escuela”, “La infancia”, “La vocación” o “La juventud” integran esta selección de narraciones sobre hechos reales ocurridos en distintos momentos de su vida.

“Yo llevaba un cuaderno en el que tomaba nota durante los veranos de cada uno de estos hechos importantes que había vivido”, cuenta Dayub. “Sentí que me habían pasado algunas cosas que me habían marcado mucho. A medida que las registraba y agregaba junto al título de cada una la edad en la que me había ocurrido descubrí que habían sido tan importantes que formaron mi personalidad. Y que en distintas oportunidades cuando tenía que tomar decisiones lo hacía en función de lo que había aprendido con cada una de esas vivencias, que me habían marcado para siempre”.

Con el tiempo que dio el encierro por la pandemia recuperó el cuaderno y comenzó a desarrollar las historias detrás de cada uno de esos títulos, que conocía de memoria después de haberlas guardado en su interior durante más de treinta años. “Cuando terminé de escribir el primero me pareció que el resultado era interesante. Entonces grabé la lectura en voz alta y empecé a escuchar el audio para corregirlo. Creo que fue La siesta, un recuerdo muy claro de lo que significaba ese ritual en mi casa y lo que marcaba ese momento: no estaba permitido salir. Ahora descubro que tal vez era similar a la situación que vivíamos durante la cuarentena, pero por otras razones”.

Alguien como vos, de Mauricio Dayub
Alguien como vos, de Mauricio Dayub

Dayub comenzó a compartir los audios con gente cercana a él: sus hermanos, amigos, un autor conocido, algún productor. Pronto se formó un grupo, algo así como un “elenco estable” pero de público, que demandaba nuevos textos leídos. Luego decidió probar con el formato audiovisual: con ayuda de personas del medio comenzó a agregar imágenes a los cuentos, vinculadas a los distintos momentos de su vida a los que se refería cada uno. Las piezas, que poco a poco fue subiendo a su canal de Youtube y su cuenta de Instagram, tienen también música, de Pablo Brie, el Chango Spasiuk o Lito Vitale, y en algún caso ilustraciones de artistas como Rep, que dibujó justamente el texto “Aprender”.

Este cuento sobre sus primeras experiencias en la pileta del club de la infancia también fue uno de los elegidos para leer en su columna de los jueves del programa Un día perfecto, en FM La Metro. Los textos que salieron al aire pueden escucharse en Spotify o en el archivo del ciclo, una experiencia radial que según cuenta Dayub lo ayudó a entender que se abría para él un nuevo camino en su actividad artística. “Sobre todo por la aceptación”, explica. “El llanto de los oyentes no parece para mí. Es increíble, dejan decenas de mensajes, uno atrás del otro, en los que dicen ‘recién estacioné el auto y sigo escuchando’; o ‘espero que llegue el jueves para que leas otro cuento’; otros llaman muy movilizados y cuentan a qué cosas de su historia les recordó la lectura”.

El actor de El equilibrista también se sorprendió al escuchar los llamados de algunos habitantes de Paraná, Entre Ríos, donde vivió de chico, que decían reconocerse en esas historias. “Me han vuelto a ver como soy, de algún modo”, dice.

-¿Cómo es eso? ¿No sucedía en el teatro?

-En los últimos años ha pasado un poco, pero no era algo que ocurriera siempre. Yo no lograba ser visto por cómo era. Porque el medio no me ofrecía lo que a mí me parecía que tenía que ofrecerme. Yo como actor, en la tele, en el cine, resolvía los problemas que tenían los productores. Nunca hubo nadie llamándome porque tenía un proyecto para mí. Hice bolos. De algún modo, en los últimos años, a fuerza de mis últimos proyectos, logré parecerme a lo que yo quería desde siempre. Recién cuando escribí El amateur cambió un poco la mirada, más en el teatro que fuera de él.

-Lograste concretar ideas y te fue muy bien con eso.

-Sí, fue todo producido por mí. Tuve que inventarme, proponer. Cuando tenía 27 años hice El compañero del alma sobre la vida de Miguel Hernández en el Teatro de la Campana. Me ternaron para el Premio María Guerrero como mejor actor. Recuerdo que vino Alfredo Alcón, me esperó, le dije ‘Uh, Alfredo, lo que te admiro’, y él me dijo ‘No, no, yo te admiro a vos”. Después de eso me llamaban para cosas más chicas y yo pensaba ´cómo, yo hice esto, me pasó esto, otra vez para atrás’. Y lo que siguió era siempre por alguna razón, si era para la tele era por mi aspecto, o para interpretar al chanta argentino. No lograba que mi carrera se pareciera a lo que yo deseaba. Llevó mucho tiempo lograr eso, recién empezó un poquito cuando escribí, produje y actué en El amateur. Pero ya tenía 37.

Mauricio Dayub interpreta en Toc Toc desde 2011 a Alfredo, un hombre con síndrome de Tourette (Colin Boyle)
Mauricio Dayub interpreta en Toc Toc desde 2011 a Alfredo, un hombre con síndrome de Tourette (Colin Boyle)

El título del libro, Alguien como vos, alude a que los relatos cuentan historias que le sucedieron a su autor en distintos momentos de la vida pero “podrían haberle ocurrido a cualquiera en su casa, en la escuela o en el club”, según considera. Sin embargo son las suyas, y además las distingue una reflexión que contienen al final, elaborada por él desde su punto de vista actual. “Por esas cosas que viví y guardé en la memoria durante tantos años yo siento que soy como soy. Si no me hubieran ocurrido, o si no me hubieran pegado como me pegaron y no me hubieran quedado impregnadas no tendrían tanta importancia para mí”, dice.

Algunas, además, se cruzan con temas conocidos por la opinión pública, como lo que sucede en el relato “Coincidencias”, en la que cuenta su vínculo con una chica, con quien leía a Cortázar, y cómo fue que un día ella encontró al autor de Rayuela por la calle y le regaló un ramo de jazmines. Dio la casualidad que fue justo la famosa última visita del escritor al país, que generó una gran polémica cuando el presidente Raúl Alfonsín no lo recibió, y numerosas versiones después acerca de lo que realmente sucedió.

Como parte de la repercusión de los audiocuentos, durante una entrevista para la provincia de Santa Fe, de donde era la chica de los jazmines, que murió hace unos años, su hermano contó al aire que cuenta con una carta escrita de puño y letra por Cortázar, en la que le agradecía a ella por el gesto aunque pedía disculpas por la brevedad de la misiva porque no estaba bien de salud. Poco tiempo después él falleció, en París, a causa de una leucemia.

El actor también escribe y lee su propio texto

“Ser feliz es ser de grande lo que uno se imaginó que iba a ser cuando era chico”, es la frase que acompaña en el libro el inicio del capítulo “La vocación”. “Si hay algo bueno que tuvieron en estos últimos años mis producciones, mis obras y el libro, es que los demás empezaron a ver que esta es mi vida, no otra. Que este soy yo y que estas son las cosas que me gustan y que soy capaz de hacer. Es muy distinto ser un actor que ser yo. Un actor es como no ser nadie”, afirma.

Y reflexiona, para cerrar: “Yo creo que el teatro es literatura incompleta. Cuando lo escribo sé que el texto necesita ser completado por la mirada del actor, del músico, del escenógrafo. En este caso, los relatos no necesitaban ninguna otra cosa, tenían que terminar en la lectura. La comprensión, la imaginación, la emoción, todo tenía que venir de lo que estaba escrito. Una vez que se terminó de escribir ya está, si al otro no le pasó nada leyendo ya no hay más posibilidades de cambiarlo. Y eso es algo completamente nuevo para mí”.

Fragmento de “Alguien como vos”:

Destino

Como algunos grandes, como Chaplin o Buster Keaton, también puedo decir que empecé en el cine mudo. Había cine sonoro en mis inicios, pero ningún director se decidía a darme un personaje que hablara. Mi amigo Lito me había recomendado un productor muy amigo que podía ayudarme a obtener mi primer personaje con voz, pero mi orgullo no me permitía pedir. Solo me animaba a dejar fotos en las productoras, mientras esperaba el llamado que nunca se daba. Hasta que un día llegó “la gran posibilidad”. Se trataba de una coproducción con Estados Unidos. El actor venía de protagonizar Hair y El francotirador, ganador de un Oscar. Pero mi papel, uno de los diez combatientes que rodeaban su heroico personaje, no hablaba. Tenía voz, pero no la usaba en toda la película. Me ofrecían 100 dólares por día. Y me anticiparon que podía llegar a tener hasta 13 días de rodaje. En ese momento, ganaba como boletero de un teatro el equivalente a 120 dólares, pero al mes. No dudé un instante y acepté.

En la historia, el protagonista iba liberando países y en el camino perdían la vida los combatientes que lo acompañábamos. Entonces, el desafío como actor empezó a consistir en “no dejarme matar” para cobrar los 13 bolos. Cuando el director planteaba las escenas, me convertía en un ser mudo e invisible. Y los compañeros, que no tenían la misma necesidad económica que yo, se hacían elegir para aparecer al lado del ganador del Oscar.

Yo, en cambio, me escondía para salvar la billetera.

Héroes

El médico de mi infancia vivía a una cuadra de la casa donde nací. Pero, además, tenía un lugar de descanso, a unos 30 kilómetros de la ciudad. Una vez, uno de sus hijos, que era amigo del barrio, me invitó a conocer ese lugar. Llegamos a la tarde, y a poco de estar ahí, alguien vino a avisarle al papá que lo necesitaban de urgencia.

El médico nos hizo una seña, para que subiéramos al auto, sacó de la heladera algo que no llegué a ver y lo puso en el maletín que tenía en el asiento del acompañante. (…) Salió a recibirlo un señor, con cara de desesperación. El hijo del médico y yo bajamos del auto, sin que nadie nos registrara y nuestro tiempo quedó suspendido ahí afuera, en medio de la noche. (…)

Alcanzamos a ver dentro del cuarto a una señora angustiada, que abrazaba a un chico que no paraba de llorar y retorcerse del dolor. En ese momento ingresó el doctor a la habitación y por miedo a que nos retaran, nos alejamos de la ventana y dejamos de mirar. Mientras el médico estaba en el cuarto, deambulaban por la casa el papá del chico enfermo y una señora mayor, que tal vez sería la abuela del niño, iban y venían, a las corridas, en busca de agua, una toalla, alcohol, cosas así.

Cuando pasó media hora, se abrió la puerta del cuarto, y el papá de mi amigo salió para hablar con los familiares, que lo rodearon. Todos pasaron de moverse con esa velocidad desesperada a hacerlo lenta y silenciosamente. La casa pasó de estar envuelta en un pánico desesperante a tener una paz tranquilizadora. (…) Yo quería ser el médico, quería ser el papá de mi amigo. Quería ser yo el que se acercaba al auto, ahora, adorado por esa familia, que no sabía cómo agradecer la molestia de haber ido a salvar la vida de ese chico, en el medio de la nada, donde ningún médico hubiera podido llegar a tiempo, de no haber sido un día domingo, único día de descanso del papá de mi amigo, Dios para mí, a partir de ese momento. (…)

Habíamos ido a acompañar al hombre con la profesión más extraordinaria del mundo. La que les devolvió la vida al chico y a la familia, que lo rodeaba. Supe ahí, con 11 años, cómo podía ser la imagen real de un superhéroe sobre la tierra. La imagen del papá de mi amigo, la del médico de mi barrio, que me mostró hasta dónde se puede aspirar en la vida.

Con mi profesión no se puede llegar tan lejos, pero cada vez que me convocan, salgo con la misma actitud con que lo vi salir, esa noche, a Yamil Obaid, el médico de mi infancia.

Quién es Mauricio Dayub

♦ Nació en Paraná, Entre Ríos, en 1960

♦ Es actor, productor y director de teatro

♦ Debutó como actor en Buenos aires en “El primero”, de Ismael Horowitz

♦ Escribió y actúa en las multipremiadas “El amateur” y “El equilibrista”

♦ Protagonizó durante 9 años la exitosa comedia “Toc toc”

♦ En 2021 recibió el Konex de Platino como el mejor actor de la década

♦ Desde 2003 dirige su propia sala, el Chacarerean Teatre

♦ Actuó en más de 20 películas y series de televisión

♦ “Alguien como vos” es su primer libro de cuentos

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