
Como todos los días, aquel 20 de diciembre de 1973, el almirante Luis Carrero Blanco se dirigió a primera hora de la mañana a misa en su coche oficial para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la madrileña calle de Hermanos Bécquer, hasta la iglesia de Francisco de Borja, en la calle Serrano.
A la altura del número 104 de la calle Claudio Coello, una bomba lanzó a su vehículo a una altura de más de 20 metros hasta caer en el patio interior de la casa provincial de la Compañía de Jesús. El almirante, su chofer José Luis Pérez Mogena y uno de sus escoltas, Juan Antonio Bueno, murieron.

El almirante era nada menos que Luis Carrero Blanco, por entonces presidente del gobierno español designado meses antes por quien había ejercido el poder autoritario desde 1939: el dictador Francisco Franco.
El atentado ocurrido a las 9.36 de aquel jueves de hace 52 años fue reivindicado por ETA a las once de la noche. ETA es la sigla con la que se conoce a Euskadi Ta Askatasuna, que se traduce del euskera como “País Vasco y Libertad”. Era una organización terrorista nacionalista vasca que buscaba la independencia vasca. Su primer atentado fue en 1968. Luego cometió decenas de atentados hasta que en 2011 se produjo el llamado “cese de la violencia armada” y en 2018 se disolvió definitivamente.
Conviene explicar qué significaba Carrero Blanco en la política española allá por finales de 1973. Alfonso Pinilla García, doctor en Historia por la Universidad de Extremadura señala lo siguiente: “Franco había previsto que fuera Carrero el fiel continuador de las esencias de un sistema político que tenía como principal garantía de supervivencia la figura de su fundador. A pesar de la labor institucional desarrollada, la dictadura personalista de Franco no podía sobrevivir sin un Caudillo. El General se había convertido en un anciano de ochenta años al que ya le faltaban las fuerzas y el brío exhibido durante casi cuatro décadas”.

Y agrega: “Al lado suyo, Carrero Blanco, se consolidaba como el hombre de confianza, profundamente comprometido con los principios del Movimiento, y dispuesto a continuar la obra de Franco tras su muerte. Carrero velaría por la supervivencia del Régimen, por eso es nombrado presidente del Gobierno, cargo que siempre había ocupado Franco junto a la Jefatura del Estado”.
En su artículo publicado en 2004 asegura que: “Todo parecía estar ´atado y bien atado´ hasta que ETA atenta contra el futuro continuador, demostrando así que siguen siendo las personas, y no las instituciones, quienes garantizan la supervivencia del sistema franquista. Desde ese momento el Régimen se tambalea, acosado desde innumerables flancos -oposición democrática, huelgas, universidad- que documentan una rica realidad sociopolítica a la que no puede dar respuesta una estructura estatal anquilosada en el pasado. Nace así un proceso de cambio que, soportado en inevitables continuidades, acabará definiendo nuestro sistema democrático actual desde las bases políticas de la dictadura precedente”. Franco murió en noviembre de 1975 y con su muerte se inició la llamada Transición que sentó las bases de la institucionalidad democrática española que perdura hasta nuestros días.
Según reconstrucciones periodísticas, los etarras habían planeado, en principio, secuestrar a Carrero Blanco para pedir un intercambio por militantes de ETA que estaban detenidos. Pero el comando llamado “Txikia” como se conocía a Eustakio Mendizábal, un jefe etarra que había sido asesinado, determinó que era mejor realizar un atentado contra quien había asumido en su cargo en junio de 1973 y por ello le habían reforzado la vigilancia. Bautizaron al atentado como “Operación Ogro”.

La preparación, primero del secuestro y finalmente del atentado había comenzado en 1972. Se planeó para septiembre de 1973.Luego se pospuso. A principios de noviembre uno de los integrantes del comando ve que en el número 104 de la calle de Claudio Coello, por la que Carrero Blanco pasaba todos los días, se alquilaba un departamento en planta baja. Entonces decidieron cavar un túnel desde adentro hasta el medio de la calle y colocar allí un explosivo que volaría por el aire a Carrero Blanco cuando pase por ahí.
En los primeros días de diciembre los etarras terminaron de cavar el túnel. El atentado se iba a hacer el 19 de diciembre pero se pospuso para el 20 porque aquel día se anunció una visita de Henry Kissinger, por entonces Secretario de Estados de Estados Unidos, y el lugar de la excavación quedaba cerca de la embajada de ese país en Madrid. Curiosamente por aquellos días también visitaba la capital española María Estela Martínez de Perón, quien viajó en su carácter de vicepresidente de la Nación. El presidente de Argentina era su esposo, el General Juan Perón, quien había iniciado su tercer mandato el 12 de octubre de 1973.
El mismo 20 de diciembre por la mañana, los integrantes del comando, rellenaron el túnel debajo de la calle Coello con 75 kilos de explosivos. Desde las 9 de la mañana los terroristas se pusieron en posición para esperar a Carrero Blanco. A las 9.35 ven el auto. Un minuto después el claro sucesor de un Franco debilitado y entrado en años, voló por los aires.

José Miguel Beñarán, conocido como “Argala”, Javier Larreategi, llamado “Atxulo” y Jesús Zugarramurdi, nombrado ”Kiskur” fueron los integrantes del comando que asesinó a Carrero Blanco.
Contaron con la colaboración de una ex militante comunista quien conocía muy bien Madrid: Eva Forest, que era la única no vasca del grupo. Fue la única detenida durante el régimen franquista, nueve meses después del atentado, y acusada del mismo. Fue amnistiada y liberada en 1977 y vivió en el País Vasco hasta que murió en 2007. En 1977 se dictó una Ley de Amnistía que incluyó a los autores del magnicidio del 20 de diciembre de 1973. Años más tarde en un documental Josu Urrutikoetxea, integrante de ETA y cuyo seudónimo era “Josu Ternera” admitió haber robado la dinamita con la concretó el asesinato de Carrero Blanco.
Cuando se cumplió el quinto aniversario del asesinato de Carrero Blanco “Argala” fue ejecutado por el grupo parapolicial de ultraderecha Batallón Vasco Español en el País Vasco francés. Para vengar a Carrero Blanco usaron un modo parecido al que le había quitado la vida al por todos indicado como el sucesor de Franco. Un explosivo se activó cuando el etarra puso en marcha su auto.

El asesinato de Carrero Blanco dio lugar a varias teorías conspirativas. Una de ellas, que no ha podido ser confirmada, indica que la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) había estado involucrada de alguna manera. La viuda del almirante Carrero Blanco lanzó alguna que otra sospecha incluso contra el propio régimen franquista cuando dijo que: “Mi marido molestaba a todos”.
Para otros expertos no hay dudas de que el atentado fue hecho por ETA. Al mismo tiempo aseguran que los terroristas vascos consiguieron con aquel atentado, primero resquebrajar el régimen franquista, luego atraer la atención internacional y por último vengar a los etarras que habían muerto a manos de la Guardia Civil española que para entonces eran nueve.
Aquel 20 de diciembre de hace 52 años todo fue confusión en la calle Coello. Se pensó que había habido una explosión de una cañería de gas y que el auto de Carrero Blanco no había sido afectado. Pero como no lo hallaron inmediatamente, comenzó la preocupación. El Dodge negro no estaba a la vista. Estaba sobre un edificio lindero. El almirante murió en el hospital. ETA había cometido un magnicidio.
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