El legado de Mademoiselle, Glamour y Charm: Las revistas que empoderaron a la mujer trabajadora en Estados Unidos

Durante décadas, estas publicaciones rompieron moldes al mostrar a las mujeres jóvenes como profesionales independientes, abriendo debates sobre feminismo y cambiando para siempre la imagen de la trabajadora en la cultura estadounidense

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El espíritu de las revistas
El espíritu de las revistas femeninas de los años treinta y cuarenta encontró eco en el célebre póster "We Can Do It!", ilustrando cómo los nuevos modelos de mujer empoderada se transformaron en símbolos de fuerza y autonomía durante una época de profundas transformaciones sociales (Dominio público/Wikipedia)

En la década de 1930, un grupo de revistas estadounidenses revolucionó la percepción de las mujeres jóvenes y profesionales. Mademoiselle, Glamour y Charm ofrecieron un espacio inédito para las llamadas “career girls”, anticipando debates fundamentales sobre el feminismo en Estados Unidos y la historia de la mujer en el siglo XX.

Según Smithsonian Magazine, estas revistas marcaron un antes y un después en la representación de la mujer trabajadora, abriendo caminos durante una etapa de profundos cambios sociales.

Hasta 1935, no existían publicaciones orientadas a mujeres jóvenes con aspiraciones profesionales. Las revistas femeninas predominantes, como Vogue y Harper’s Bazaar, se enfocaban en la alta costura y estilos de vida exclusivos, apartados de la realidad de la mayoría.

El resto de las más de cuarenta revistas para mujeres solo se dirigían a amas de casa, ignorando intereses y necesidades de quienes buscaban una vida más allá del hogar.

La tapa de Charm anunciaba
La tapa de Charm anunciaba moda y estilo para enfermeras, maestras, oficinistas, vendedoras y ejecutivas, reafirmando el lugar central de la mujer trabajadora en su propuesta editorial (Charm)

El nacimiento de Mademoiselle y la revolución editorial

La creación de Mademoiselle respondió a esta carencia. La iniciativa surgió de Henry W. Ralston, vicepresidente de Street & Smith, impulsado por las observaciones de su hija Helen, quien advertía que ninguna publicación reflejaba a las jóvenes de su generación.

En febrero de 1935, el equipo lanzó Mademoiselle, la primera revista estadounidense para mujeres jóvenes y las incipientes “career girls”. El debut resultó problemático: la portada y el nombre francés atrajeron a un público masculino y el contenido no conectó con las lectoras; las bajas ventas obligaron a suspenderla temporalmente.

Con la llegada de Betsy Talbot Blackwell, periodista con experiencia en moda y mercadotecnia, Mademoiselle viró radicalmente. Blackwell advirtió: “Nadie parecía haber notado que las mujeres habían cambiado. Las jóvenes estaban en rebelión. Sus ideas eran diferentes a las de sus madres... No solo les interesaban las recetas o los bebés. Iban a la universidad. Conseguían empleos”, afirmó Blackwell según Smithsonian Magazine. Bajo su dirección, la publicación se dirigió a mujeres de entre 18 y 30 años, conscientes de sus derechos y posibilidades.

Mademoiselle incorporó escritoras de renombre y creó un “College Board” de estudiantes universitarias para dar ideas sobre moda y temas sociales. El número especial de “Guest Editors”, producido por estudiantes, se convirtió en referencia y sirvió de plataforma a futuras figuras literarias como Sylvia Plath y Joan Didion. La revista ganó popularidad con secciones de consejos de carrera y abordó temas sociales entonces poco habituales, mostrando una visión sorprendentemente moderna para la época.

Mademoiselle apostó por visibilizar a
Mademoiselle apostó por visibilizar a jóvenes inteligentes y seguras, presentando a sus lectoras como protagonistas de una nueva etapa en la independencia y la vida universitaria femenina (Mademoiselle)

De la guerra a la posguerra: auge y retroceso del modelo “career girl”

El éxito se consolidó en 1938 con el primer número dedicado íntegramente a carreras profesionales. Para 1940, la tirada inicial de 37.000 ejemplares se había multiplicado hasta superar los 300.000, dejando atrás a publicaciones como Vogue y Harper’s Bazaar en circulación e ingresos. Esto estimuló el lanzamiento de nuevas competidoras, como Glamour en 1939, que pronto adaptó el enfoque de Mademoiselle, y Charm en 1941, orientada a la “business girl”.

Aunque Estados Unidos aún no participaba en la Segunda Guerra Mundial, Charm promovía la independencia femenina y el trabajo como aporte al país. Según U.S. Bureau of Labor Statistics, en 1948 las mujeres representaban el 32,7% de la fuerza laboral estadounidense, cifra que llegó al 60% en 1999.

La guerra cambió el panorama: millones de mujeres ingresaron al mercado laboral y las revistas apoyaron la campaña gubernamental para fomentar la incorporación femenina al empleo. Se multiplicaron las historias sobre mujeres en el frente interno y en profesiones claves para el esfuerzo bélico.

Al terminar la guerra, muchas mujeres debieron abandonar sus puestos para dejar paso a los hombres que regresaban. Charm advirtió en 1945 sobre el retorno de los hombres a los trabajos y al mismo tiempo florecieron discursos antifeministas, como el libro Modern Woman: The Lost Sex (1947). Su autora, Marynia F. Farnham, defendió en Glamour que las mujeres debían centrarse en criar a la siguiente generación, incluso con ayuda de la psicoterapia. Según Betty Friedan, este mensaje contribuyó al malestar de muchas amas de casa en la posguerra.

Con este giro, las revistas para “career girls” cambiaron de rumbo: Glamour resaltaba carreras masculinas, Mademoiselle se centró en profesores admirados y Charm en temas como los peinados. Durante los años 50, estas publicaciones se enfocaron en la maternidad como principal aspiración femenina.

El tránsito del conflicto bélico
El tránsito del conflicto bélico a la posguerra estuvo marcado por la expansión laboral femenina, seguida de una presión social que intentó devolver a las mujeres al ámbito doméstico (U.S. National Archives and Records Administration)

Persistencia, legado e impacto en el siglo XX

A pesar de la presión mediática y social, muchas mujeres se mantuvieron en el mercado laboral. Nelson Lichtenstein, citado por Smithsonian Magazine, señala que en los años 50, tras un leve descenso, el número de trabajadoras superó incluso al de la guerra, aunque en su mayoría en empleos administrativos y con responsabilidades reducidas.

Betsy Talbot Blackwell prosiguió su carrera y en 1949 se convirtió en la primera mujer directora de Street & Smith. Ese mismo año, la editorial abandonó sus títulos masculinos y se concentró en el mercado femenino. Blackwell editó Mademoiselle hasta 1971, consolidando su legado como pionera en la representación de la mujer trabajadora.

En una ceremonia de reconocimiento en Nueva York, Blackwell declaró que el valor del trabajo femenino debía ser reconocido incluso por encima del masculino, defendiendo una remuneración superior para las mujeres.

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