Hace casi un siglo, el 14 de agosto de 1926, nació en París René Goscinny, uno de los escritores y guionistas que mayor influencia tuvieron en la evolución de la historieta europea. La historia personal del creador de Astérix, el galo y de personajes como Lucky Luke y El Pequeño Nicolás incluye un capítulo clave que lo relaciona de manera directa con Buenos Aires, ciudad donde transcurrieron su infancia y adolescencia.
Los padres de Goscinny eran inmigrantes judíos originarios de Polonia que se radicaron en Francia a principios del siglo XX. Tras casarse en 1919, se mudaron años más tarde a Argentina debido a una oferta de trabajo para el padre, quien se desempeñó como ingeniero químico en la ciudad de Buenos Aires.

Esa decisión familiar determinó que Goscinny cursara sus años escolares formativos en Buenos Aires, donde asistió a escuelas francesas y comenzó a desarrollar su temprano interés por el dibujo, motivado por los cuentos ilustrados que leía y por el entorno cultural al que accedía por medio de revistas y libros importados.
Durante la década de 1930 y principios de 1940, Buenos Aires se caracterizaba por la presencia de comunidades europeas, entre ellas la judía y la francesa, que mantenían fuertes lazos con su cultura de origen. Goscinny se formó en el colegio que luego se llamaría Liceo Francés y participó de las actividades de la Alianza Francesa local.

Su contacto con la literatura, el humor y la identidad visual francesa se consolidó en esos años, en los que también cultivó una afición por el fútbol y, especialmente, por Racing Club de Avellaneda. Diversos testimonios señalan que solía asistir con frecuencia al estadio y era conocido entre sus amigos como hincha de ese equipo. Otra marca que le dejó a Goscinny su paso por la Argentina fue la admiración por uno de los más importantes personajes de la historieta del país: el cacique Patoruzú, de Dante Quinterno.
El hecho de vivir en la Argentina mantuvo a los Goscinny, que eran judíos polacos, a salvo del Holocausto que arrasó con varios familiares del creador francés.
La situación familiar de Goscinny cambió con la muerte de su padre en 1943. Obligado a contribuir al sostén del hogar, comenzó a trabajar como ayudante de contabilidad en una fábrica de recuperación de neumáticos. Su paso por ese empleo fue breve y, poco después de cumplir la mayoría de edad, la escasez de oportunidades laborales lo llevó a emigrar junto a su madre.
En 1945, partió rumbo a Nueva York, donde intentó iniciar una nueva etapa profesional como artista. Para evitar el servicio militar estadounidense, viajó a Francia en 1946, país en el que fue admitido en el 141º Batallón de Infantería Alpina y, gracias a sus dotes, designado artista oficial del regimiento encargado de producir ilustraciones y afiches para el ejército.
Finalizada esa experiencia, Goscinny consiguió su primer empleo vinculado directamente a la ilustración, como junior en una agencia de publicidad francesa. Uno de sus primeros proyectos destacados fue la adaptación ilustrada del relato “La muchacha de los ojos de oro”, de Honoré de Balzac. De regreso a Estados Unidos, se encontró con una realidad adversa: desempleo, dificultades de adaptación y pobreza. En 1948, tras un tiempo de búsqueda, accedió a un puesto en un pequeño estudio donde hizo contacto con figuras que luego serían centrales en la historia del cómic norteamericano, como Will Elder, Jack Davis y Harvey Kurtzman, futuros responsables de la histórica revista MAD.
En esta etapa en Estados Unidos, Goscinny se desempeñó como director de arte en Editorial Kunen y escribió cuatro libros destinados a público infantil. Allí desarrolló su estilo humorístico y narrativo, que logró combinar con una perspectiva cosmopolita adquirida durante sus años en la Argentina. Este bagaje cultural se reforzó en el contacto con el colectivo de inmigrantes franceses y latinoamericanos que se agrupaban en clubes y centros culturales de Nueva York.

En 1951, Goscinny volvió a radicarse en Francia, donde se integró de manera activa en la industria editorial local. Fue entonces cuando conoció a Albert Uderzo, ilustrador con el que mantendría una larga colaboración.
El dúo inició su trabajo conjunto en la revista Bonnes Soirées con la serie “Sylvie” y, posteriormente, desarrolló otras obras como “Jehan Pistolet” y “Luc Junior” para la revista La Libre Junior. Fue unión laboral entre Goscinny y Uderzo la que sentó las bases para la creación de uno de los universos más populares de la historieta europea.
En 1955 comenzó otra de sus colaboraciones más relevantes, al unirse al dibujante belga Morris en la realización de la serie Lucky Luke. Esa alianza que empezó ese año y se mantuvo hasta la muerte de Goscinny en 1977, generó guiones y personajes que aún hoy son leídos por millones de personas en todo el mundo. En esas historietas es posible encontrar vestigios del humor y las temáticas que marcaron su juventud porteña: situaciones absurdas, juegos de palabras y guiños a la inmigración europea.
En 1959, el sindicato Édifrance/Édipresse impulsó la creación de la revista franco-belga Pilote, cuyo primer número incluyó el debut de Astérix, con guiones de Goscinny e ilustraciones de Albert Uderzo.

Ambientada alrededor al año 50 a.C., la célebre historieta francesa cuenta las aventuras de Astérix y su fiel ladero Obelix en la única aldea del noroeste de Galia que aún no fue conquistada por los romanos. Su secreto para resistir a las tropas de Roma: la fuerza sobrehumana que adquieren cuando beben una poción mágica.
El impacto fue inmediato y la popularidad de la historieta creció en una época de efervescencia cultural. Se tradujo a más de 100 idiomas y vendió más de 400 millones de ejemplares a lo largo del tiempo.
Hacia 1960, ya convertido en redactor jefe de la publicación, Goscinny contribuyó con una gran diversidad de historias y personajes, lo que consolidó su posición como uno de los guionistas más productivos de la industria del cómic. Su capacidad para crear relatos accesibles e inteligentes tenía raíces en su experiencia previa en América Latina y en la influencia de la cultura popular argentina.
Muchos fanáticos del cómic se animan a afirmar que Obelix tiene algunos aspectos de Upa, el hermano menor de Patoruzú que nació a los siete meses y sufrió una dura infancia debido a que su padre lo encerró en una cueva para preservar el honor de su familia.

Ingenuo, tímido, introvertido y con un aspecto físico muy particular, el galo que acompañó a Astérix por diversas aventuras también cuenta con una historia de superación, al sufrir bullying cuando era un niño débil y retraído en su aldea. Además, los pantalones de Obelix, son a rayas verticales celestes y blancas, como la camiseta de Racing.
En 1974 el creador de Astérix ganó el Premio Adamson al mejor historietista internacional (Suecia); desde 1996 el Premio René Goscinny, que se otorga anualmente en el Festival Internacional del Cómic de Angulema (Francia), sirve como un estímulo para los jóvenes autores de cómics de todo el mundo. En 2005, gracias a una decisión oficial del jurado, el nombre de Goscinny fue introducido en el Salón de la Fama Will Eisner en Estados Unidos.

El 5 de noviembre de 1977, mientras escribía “Astérix en Bélgica”, Goscinny falleció de un ataque al corazón en París a los 51 años. Esa última creación fue publicada de forma póstuma en 1979. En enero de 2020, se inauguró una estatua de bronce en las cercanías de su vivienda parisina, constituyéndose en el primer monumento urbano de la ciudad erigido en memoria de un historietista.
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