La truculenta historia de “la bestia de la Bastilla”, el violador y asesino en serie que aterrorizó durante siete años a París

Entre principios de 1991 y finales de 1997, Guy Georges violó y asesinó a siete mujeres e intentó hacer lo mismo con muchas más. Pese a que siempre utilizó el mismo modus operandi y dejó marcas similares en las ropas de las víctimas, durante años la policía creyó que se trataba tres criminales diferentes. Solo la insistencia de una jefa de la policía científica puso fin a su carrera criminal

Compartir
Compartir articulo
Guy Georges se llamaba, en verdad, Guy Rampillon y era el hijo de un soldado estadounidense y de una francesa, nacido el 5 de octubre de 1962. Fue criado por una familia adoptiva con otros once hermanos (Julien Hekimian/Sygma/Corbis/Sygma via Getty Images)
Guy Georges se llamaba, en verdad, Guy Rampillon y era el hijo de un soldado estadounidense y de una francesa, nacido el 5 de octubre de 1962. Fue criado por una familia adoptiva con otros once hermanos (Julien Hekimian/Sygma/Corbis/Sygma via Getty Images)

Cuando la policía francesa lo detuvo la tarde del 26 de marzo de 1998 en las inmediaciones de Place Blanche, en el distrito 18 de París, Guy Georges no pareció sorprendido. Al contrario, dio la impresión de que sabía que iba a ocurrir y que esperaba el momento. No ofreció resistencia y, mientras le ponían las esposas, les dijo a los agentes: “Si salgo, lo volveré a hacer”.

Durante casi siete años, Georges había tenido aterrorizadas a las mujeres de la zona este de la capital francesa, sobre todo a las que vivían o debían moverse por los alrededores de La Bastilla. El modus operandi de “La Bestia de la Bastilla” -como lo bautizaron los medios- era casi siempre el mismo: seguía a mujeres jóvenes durante la noche, entraba en sus departamentos, les destrozaba la ropa, que muchas veces quedaba marcada con cortes en forma de “Z”, las violaba y las asesinaba. En otras ocasiones, si mientras las seguía se presentaba la oportunidad, las sometía en algún estacionamiento, donde las mataba después de violarlas y las abandonaba con la ropa marcada de la misma manera.

A pesar de la forma casi calcada con que cometía sus crímenes, durante años la policía francesa no tuvo en claro que debía buscar a un asesino en serie sino que pensó que se trataba de tres o quizás más criminales. Entre 1991 y 1997 las muertas sumaban siete, pero los casos eran muchos más, porque varias mujeres lograron escapar de sus garras y salvar sus vidas.

La única pista que durante mucho tiempo fue un identikit elaborado a partir de la descripción de alguna de las sobrevivientes, pero no conectaba todos los casos. Recién en 1997, las autoridades descubrieron que en realidad buscaban a un violador y asesino en serie. Lo hicieron gracias a huellas digitales y muestras de ADN recogidas en las escenas de los crímenes, un material que hasta entonces no les había servido de nada porque hasta mediados de los ‘90 Francia no contaba con un registro criminal de huellas ni con una base policías de rastros genéticos.

Cuando finalmente se descubrió la identidad de “La Bestia de la Bastilla”, el identikit fue reemplazado por una foto de prontuario de Georges que fue difundida por los medios. Porque junto con la identificación del violador y asesino en serie, la policía y la justicia francesa también supieron que lo habían tenido en sus manos y que incluso había cumplido 30 meses de cárcel por otros delitos.

Después de su detención, Guy Georges contó que había visto su fotografía en los medios y que sabía que tarde o temprano lo capturarían, pero que aún así decidió no irse de París, que algo en su interior le había impedido alejarse de su territorio de caza.

Quizás por eso, cuando los agentes lo rodearon mientras compraba en una tienda de Place Blanche, no mostró ninguna sorpresa sino que, por el contrario, pronunció esa frase que equivalía a una confesión: “Si salgo, lo volveré a hacer”.

En su infancia, agredió de sus hermanas. Pasó por diferentes instituciones de menores y al salir, en 1980, no se adaptó a la vida en libertad. Se volcó al alcohol y cometió una seguidilla de asaltos sexuales por los que fue detenido y liberado en tres ocasiones (Patrick Durand/Sygma via Getty Images)
En su infancia, agredió de sus hermanas. Pasó por diferentes instituciones de menores y al salir, en 1980, no se adaptó a la vida en libertad. Se volcó al alcohol y cometió una seguidilla de asaltos sexuales por los que fue detenido y liberado en tres ocasiones (Patrick Durand/Sygma via Getty Images)

Un agresor precoz

Guy Georges no nació con el nombre que lo hizo tristemente célebre como violador y asesino sino como Guy Rampillon, el hijo de un soldado estadounidense y de una francesa que vino al mundo en Angers el 15 de octubre de 1962.

El apellido de su partida de nacimiento era el de su madre, porque su padre, George Cartwright, cocinero de una base de la OTAN en Francia, los abandonó para siempre apenas le dieron otro destino militar. La señora Rampillon tampoco quiso saber nada con el niño y lo entregó a los servicios sociales. Allí le cambiaron el apellido por Georges -quizás una evocación del nombre del padre que lo había abandonado- y al cumplir seis años lo entregaron en adopción a una familia de apellido Morins, que ya tenía otros once niños en custodia.

El pequeño Guy no se sintió a gusto en el hogar de los Morins, tanto que desde el primer momento se mostró agresivo con sus hermanos adoptivos, sobre todo con las niñas. Aún así lo toleraron hasta 1976, cuando con 13 años intentó estrangular hasta la muerte a una de las chicas de la casa, Roselyne. Los padres adoptivos lo devolvieron a las autoridades, pero éstas, después de someterlo a estudios psicológicos, decidieron que podía seguir viviendo con la familia. Fue una evaluación equivocada: poco después de volver, Guy intentó estrangular a otras dos niñas.

Pasó los cinco años que le faltaban para llegar a la mayoría de edad en diferentes instituciones de menores y al salir, en 1980, no se adaptó a la vida en libertad. Primero se volcó al alcohol y cometió una seguidilla de asaltos sexuales -todos sin llegar a la violación- por los que fue detenido y liberado en por lo menos tres ocasiones.

Para 1991 a Guy Georges ya no le alcanzó con violar y comenzó a matar.

Los noticieros se empezó a hablar entonces del “Asesino del este de París”, al que tiempo después pasaron a llamar “La Bestia de la Bastilla”. Mientras la policía lo bautizó SK1 ("Serial Killer 1") (Stephane Ruet/Sygma via Getty Images)
Los noticieros se empezó a hablar entonces del “Asesino del este de París”, al que tiempo después pasaron a llamar “La Bestia de la Bastilla”. Mientras la policía lo bautizó SK1 ("Serial Killer 1") (Stephane Ruet/Sygma via Getty Images)

Los primeros asesinatos

A Pascale Escarfail, una estudiante de La Sorbona de 19 años, le cayó bien Guy ese muchacho al que solía encontrar en cerca de la facultad y con el que solía conversar y hasta tomar algún café. Nunca se sabrá porqué el 26 de enero de 1991, después de compartir un rato en un bar, dejó que la acompañara a su departamento y entrar. Una vez adentro, Guy Georges la amenazó con una navaja, le tapó la boca con cinta adhesiva, la ató la cama, le desgarró la ropa en forma de “Z” y le cortó el corpiño por el medio.

La violó atada a la cama y la estranguló hasta matarla por asfixia. Después, para asegurarse, le cortó el cuello con la navaja. En la escena del crimen, la policía no encontró rastros de esperma ni tampoco de otra sangre que no fuera de la víctima.

Luego del crimen de Pascale Escarfail, Guy Georges se mantuvo más de un año tranquilo, o por lo menos no hay registros de que haya cometido otro ataque, pero en abril de 1992 volvió a la carga, esta vez contra Eleonore C., a quien atacó en un estacionamiento, aunque no alcanzó a violarla porque la chica escapó.

No tuvo esa suerte Catherine Rocher, de 27 años, a quien Georges violó y asesinó en un estacionamiento subterráneo cerca de La Bastilla. La policía la encontró muerta, con la ropa desgarrada en forma de “Z”, pero eso pasó casi inadvertido en el contexto de la brutalidad del crimen. “Vimos una escena de horror, llena de salvajismo, violencia e implacabilidad”, describió a los medios el jefe de la Brigada Criminal, Christian Pellegrin.

Una semana más tarde, Guy Georges protagonizó otro ataque fallido. Intentó someter a una locutora de radio, a quien se identificó como Annie L., en el patio de su casa, pero la mujer pudo escapar. En cambio, Elsa Benady, una chica de 22 años, no pudo hacerlo el 8 de noviembre de 1994, cuando el Georges la atacó, violó y asesinó en el estacionamiento de su edificio en el distrito 13.

La puerta de entrada de la calle d'Hautpoul, en el distrito 19 de París, el departamento donde Magali Sirotti, una estudiante de 19 años, fue asesinada la noche del 23 de septiembre de 1997 por Guy Georges (THIERRY ORBAN/Sygma via Getty Images)
La puerta de entrada de la calle d'Hautpoul, en el distrito 19 de París, el departamento donde Magali Sirotti, una estudiante de 19 años, fue asesinada la noche del 23 de septiembre de 1997 por Guy Georges (THIERRY ORBAN/Sygma via Getty Images)

Tres asesinos diferentes

Pese a que los ataques -letales o fallidos- mostraban similitudes entre sí, la policía no llegaba a vincularlos y buscaba a tres criminales diferentes. De hecho, las autoridades crearon tres unidades de investigación, una para cada crimen.

Fueron los medios de comunicación los primeros en esbozar la hipótesis de que se trataba de un único violador y asesino, después de que Agnes Nijkam, una arquitecta holandesa de 33 años, fuera violada y asesinada en su casa el 9 de diciembre de 1994. Su ropa, como la de las otras víctimas, estaba desgarrada en forma de “Z” y la víctima tenía un corte en el cuello, igual que en los otros casos. En los diarios y los noticieros se empezó a hablar entonces del “Asesino del este de París”, al que tiempo después pasaron a llamar “La Bestia de la Bastilla”.

En este último caso, Georges dejó una huella dactilar en la escena del crimen y restos de esperma en la vagina de la víctima. Por el momento, ni la huella ni los rastros genéticos sirvieron para nada, pero serían decisivos después.

El crimen de Agnes abrió una nueva línea de investigación y la policía comenzó a trabajar, por primera vez, sobre la pista de un asesino en serie, al que llamó “SK1″ (Serial Killer 1).

Atrapado, preso y liberado

Georges atacó nuevamente en junio de 1995. Entró al departamento de Elisabeth O. e intentó reducirla, pero la mujer escapó por la ventana y pidió auxilio en un bar cercano. El violador frustrado alcanzó a escapar, pero la policía encontró restos de saliva en la colilla de un cigarrillo que dejó el atacante.

Volvió a violar y matar el 8 de julio de 1995. Esa vez la víctima fue Helene Frinking, de 27 años, a quien redujo en su casa, la ató, le desgarró la ropa en forma de “Z””, la violó y la asesinó. La escena del crimen parecía calcada a las de por lo menos dos de los anteriores.

La carrera criminal de Guy Georges pudo haber terminado un mes después, cuando atacó a Melanie Bakou en su departamento. Si bien alcanzó a reducirla, no pudo violarla porque justo en ese momento entró el novio de la chica y forcejeó con él. El asesino alcanzó a escapar, pero mientras luchaba perdió la cartera con sus documentos y la policía lo detuvo poco después.

Lo juzgaron por agresión y debió cumplir una condena de 30 meses de prisión. En ningún momento, los investigadores relacionaron el ataque contra Bakou con los crímenes de “SK1″, tampoco notaron que mientras Georges estaba entre rejas, los crímenes de “La Bestia de la Bastilla” cesaron abruptamente.

Si hubiesen atado esos cabos, habrían impedido otras muertes.

Guy Georges fue condenado a cadena perpetua el 5 de abril de 2001. Aún sigue vivo, detenido en una cárcel de Francia (Julien Hekimian/Sygma/Corbis/Sygma via Getty Images)
Guy Georges fue condenado a cadena perpetua el 5 de abril de 2001. Aún sigue vivo, detenido en una cárcel de Francia (Julien Hekimian/Sygma/Corbis/Sygma via Getty Images)

Dos crímenes más y el ADN

Guy Georges salió de la cárcel en 5 de junio de 1997 y el 27 de septiembre asesinó a Magali Sirotti, una estudiante de 19 años, después de irrumpir en su casa. La escena del crimen y la ropa desgarrada de la víctima no dejaron dudas de que “La Bestia de la Bastilla” había vuelto a las andadas. Aún así, la policía siguió sin relacionar al violador y asesino en serie con el recién liberado Georges.

Cuando cometió su último crimen, la violación seguida de muerte de Estelle Magd, el 16 de noviembre de ese año, “La Bestia de la Bastilla” ya estaba casi cercada. El final de su carrera criminal se debió en gran parte a la insistencia de la jefa de la policía científica de París, Martine Monteil, que no cejó en su intento para identificarlo utilizando las huellas de ADN que había dejado en varias de las escenas de sus crímenes.

Luego de enfrentar la reticencia de sus superiores a emplear la técnica -un método tan novedoso como costoso-, Monteil consiguió que esos rastros genéticos fueran comparados con todos los existentes en los archivos, tanto públicos como privados, de Francia.

El resultado positivo llegó el 24 de marzo de 1998 desde el laboratorio estatal de Nantes, donde su jefe, el doctor Olivier Pascal, identificó las muestras correspondientes a “SK1″ con las de Guy Georges. Al día siguiente, el identikit del criminal que la policía había dado a los medios para que lo difundieran fue reemplazado por la foto de prontuario del criminal.

Dos días más tarde, la llamada de un empleado de una tienda de Place Blanche, en el este de París, alertó a la policía que el asesino estaba comprando allí. Dos minutos más tarde lo detuvieron sin que ofreciera resistencia.

Juicio y condena a perpetua

Pese a que cuando fue detenido, “la Bestia de la Bastilla” prácticamente confesó sus crímenes al decir “si salgo, lo volveré a hacer”, luego se retractó y se declaró inocente.

El juicio, que se inició el 19 de marzo de 2001, contó con cincuenta testigos: cuatro de las supervivientes de los ataques y violaciones de Guy Georges, además de los investigadores del caso, psicólogos y peritos forenses e, incluso, de Jeanne Morris, la madre adoptiva del acusado, que lo defendió y aseguró que no creía que hubiese cometido los crímenes por los que se lo acusaba.

Al principio, Georges mantuvo su inocencia y negó haber cometido los crímenes, pero una semana después, la presión de los testimonios lo hizo confesar los siete asesinatos. También, entre lágrimas, pidió perdón a los familiares de sus víctimas.

Era un último y desesperado intento para que no lo encerraran de por vida. “Tengo casi 40 años y nunca saldré”, dijo tratando de conmover a quienes debían fijar la pena. No le sirvió: el 5 de abril de 2001 “La Bestia de la Bastilla” fue sentenciado sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de pedir la libertad condicional en 22 años.

Luego de escuchar la pena, Guy Georges pidió la palabra y se dirigió al juez: “Sé que nunca saldré de presión, pero le puedo asegurar que no cumpliré la condena para siempre… En la cárcel yo mismo me voy a sentenciar”.

Pese a esa amenaza de suicidio, al escribirse estas líneas el hombre que aterrorizó a París durante siete años sigue vivo, preso en una cárcel francesa.

Últimas Noticias

El MET de Nueva York devolvió esculturas centenarias expoliadas a Tailandia

El Museo Metropolitano todavía debe regresar 14 piezas arqueológicas a Camboya, que fueron saqueadas durante la guerra civil del siglo pasado
El MET de Nueva York devolvió esculturas centenarias expoliadas a Tailandia

Una decisión del Gobierno hundió los rendimientos de fondos como el de Mercado Pago: cuál es la nueva inversión que asoma

El recorte de los intereses que decidió el BCRA afectó los rendimientos de billeteras virtuales y los fondos “money market”. Hay migración a fondos con más riesgo, pero que le dan pelea a la inflación
Una decisión del Gobierno hundió los rendimientos de fondos como el de Mercado Pago: cuál es la nueva inversión que asoma

Accidente fatal en la Panamericana: hay 2 muertos y un menor internado tras un choque múltiple

Ocurrió anoche en el kilómetro 15 de la autopista, a la altura de Olivos. El fiscal Gastón Larramendi confirmó a Infobae que las personas fallecidas, una madre y su hija de 10 años, viajaban en el Toyota Corolla que terminó aplastado por el container que se desprendió de un camión con acoplado
Accidente fatal en la Panamericana: hay 2 muertos y un menor internado tras un choque múltiple

Al llegar al país, Milei habló con usuarios de las redes sociales sobre el conflicto con España y adelantó que evalúa viajar a Francia

El jefe de Estado arribó esta mañana a la Argentina y decidió interactuar en X con gente que lo elogió por confrontar con el gobierno socialista de Pedro Sánchez
Al llegar al país, Milei habló con usuarios de las redes sociales sobre el conflicto con España y adelantó que evalúa viajar a Francia

Escala la tensión diplomática con España: tras el pedido de Pedro Sánchez, el Gobierno ratificó que Milei no pedirá disculpas

El vocero presidencial, Manuel Adorni, sostuvo que “no hay razones” para la ruptura de las relaciones entre ambos países y señaló que las diferencias “son personales”
Escala la tensión diplomática con España: tras el pedido de Pedro Sánchez, el Gobierno ratificó que Milei no pedirá disculpas