Jean-Paul Belmondo: la cara imperfecta e irresistible del cine francés, su incorrección y sus romances escandalosos

Hoy cumpliría 90 años Jean-Paul Belmondo, una de las grandes estrellas del cine francés. La pelea que le llevó por primera vez a la portada de los diarios, sin ser famoso. La explosión con Sin Aliento, una película de bajo presupuesto. Las películas de acción que lo convirtieron en una súper estrella y de las que nunca renegó. Y las mujeres de su vida

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Jean-Paul Belmondo, ícono del cine francés, cumpliría hoy 90 años. fue la cara de la Nouvelle Vague y durante los 70s y 80s consiguió enormes éxitos de taquilla con películas de acción.
Jean-Paul Belmondo, ícono del cine francés, cumpliría hoy 90 años. fue la cara de la Nouvelle Vague y durante los 70s y 80s consiguió enormes éxitos de taquilla con películas de acción.

Jean-Paul Belmondo murió en París el 6 de septiembre de 2021. Tuvo un funeral de Estado. El presidente Macron, otras altas autoridades, la familia, celebridades y una multitud. Sonaba Chi Mai, la música compuesta por Ennio Morricone para El Profesional, uno de sus tantos éxitos globales. Su pueblo despedía a Bébel (lo conocían por ese apodo). Despedía a un monstruo sagrado, a un héroe del cine de Francia. Despedía a un héroe de Francia, a secas.

Durante más de tres décadas, Jean-Paul Belmondo dominó la escena. En él convergían la dureza, el físico trabajado, la picardía, la mirada firme y un encanto inefable. Su ductilidad actoral le permitió trabajar con los mejores directores y encabezar, al mismo tiempo, enormes éxitos de taquilla.

De emblema de la Nouvelle Vague y pretendido por los directores más prestigiosos del mundo, los clásicos y los de las nuevas generaciones, pasó a ser un héroe de acción. El quiebre se produjo con El Hombre de Río, de Phillipe de Broca. Una especie de James Bond, con más humor, una de espías, tiros y mujeres. El público enloqueció. Fue récord de taquilla en Francia y triunfó en el resto del mundo. Belmondo descubrió un nuevo género y lo amó.

Quentin Tarantino, que siempre nombra entre sus influencias las películas de acción del actor, dijo: “Belmondo es un verbo. Significa vitalidad, carisma, fuerza de voluntad y representa, claro, a lo híper cool”.

Belmondo, que murió el 6 de septiembre de 2021, recibió un funeral de estado. Francia despidió a uno de sus héroes. . REUTERS/Eric Gaillard
Belmondo, que murió el 6 de septiembre de 2021, recibió un funeral de estado. Francia despidió a uno de sus héroes. . REUTERS/Eric Gaillard

Nació el 9 de abril de 1933, hace 90 años, en un suburbio parisino. Su padre era escultor, su madre pintora. Sin vocación para el estudio, Jean-Paul se dedicó a los deportes. El fútbol, el ciclismo emulando a los héroes de la montaña del Tour de France y el boxeo que esculpió su nariz. Fue boxeador amateur y terminó su corto paso por la disciplina invicto, con tres victorias: “Cuando me vi en el espejo y me di cuenta que la cara me estaba cambiando a fuerza de golpes, lo dejé para siempre”, dijo mucho tiempo después.

Este parisino perezoso, que preocupaba a sus padres de origen italiano por su escaso apego a las responsabilidades, quiso ser actor. La primera vez fue rechazado en el examen de ingreso al Conservatorio Nacional. No aceptó con elegancia la derrota. Le hizo un corte de manga al profesor que lo reprobó. El profesor se arrepintió: “Ese chico tenía algo que los demás no”. Tiempo después, Belmondo lo volvió a intentar. Pasó tres años aprendiendo los secretos del oficio.

La primera vez que salió en los diarios fue en parte por su labor como actor y en parte por su personalidad. Al terminar el seminario, luego de la presentación final se elegía al mejor actor. Belmondo era el candidato indiscutido, se descontaba que el galardón terminaría en sus manos. Pero a las autoridades les molestó un sketch paródico que protagonizó en el que se burlaba de ellos. Sólo le concedieron una mención honorífica. Ni él, ni el público se tomaron bien la decisión. Las protestas se convirtieron en una pequeña revuelta. Hubo amontonamientos, sillazos, piñas. Una verdadera riña. La policía tuvo que intervenir. Y el escándalo ocupó espacio en la portada de los diarios al día siguiente.

Sus primeros trabajos los hizo integrando compañías teatrales que recorrían todo el país haciendo clásicos de la escena francesa. Después consiguió algunos papeles menores en cine. Actuó en películas de poca monta hasta que Claude Chabrol le confió un papel en A Double Tour. Belmondo estaba convencido de que sería su despegue definitivo. Le había llegado su gran oportunidad. Un buen guión, producción profesional, un director prestigioso. Pero no pasó nada, la repercusión fue escasa. Sin embargo, esa película sirvió para convencer a Jean Luc Godard que estaba buscando el protagonista para su pequeño proyecto que mezclaba un amor loco y torrencial con robos. Un chico, una chica y la ciudad como protagonistas. Ya habían trabajado juntos en un corto pero al ver la obra de Chabrol, el director supo definitivamente que necesitaba esa cara imperfecta pero irresistible y esa presencia física. Sin Aliento fue una película de bajo presupuesto: blanco y negro, sin guión, improvisaciones, cámara en mano. Belmondo creyó que se trataría sólo de un vehículo para adquirir experiencia y para no desaparecer del ambiente. Pero después del estreno, ya nada sería igual para él, ni para Godard ni para la Nouvelle Vague. Cada vez que Belmondo aparece en escena eclipsa al resto y eso se convierte en una hazaña si tenemos en cuenta que al lado está Jean Seberg.

Sin Aliento fue su gran trampolín. El mundo conoció al mismo tiempo a Belmondo, a la Nouvelle Vague y a Godard.
Sin Aliento fue su gran trampolín. El mundo conoció al mismo tiempo a Belmondo, a la Nouvelle Vague y a Godard.

Unos años después, actor y director se volvieron a juntar en Una mujer es Una Mujer y repitieron el éxito con Pierrot, Le Fou. Un colega del director, con una pizca de maledicencia, sostuvo que no es como todos piensan, que es al revés: Godard no lanzó a Belmondo; el mundo conoció a Godard gracias a Belmondo.

A partir de ese momento su carrera explotó. Belmondo podía actuar para Vittorio de Sica, Melville, Truffaut, Claude Lelouch, Agnes Varda, Alain Resnais, Peter Brook, Louis Malle. Y, al mismo tiempo, encabezar éxitos de acción que hacían explotar la taquilla como El Hombre de Río. Alternaba lo sutil con la potencia y el despliegue físico. Como si supiera que él, a diferencia de la gran mayoría, podía obtener todo: el prestigio y el éxito.

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Sus contrafiguras femeninas fueron las mujeres más bellas del mundo: Sophia Loren, Claudia Cardinale, Ursulla Andress, Catherine Deneuve, Jeanne Moureau y muchas, muchísimas más.

Empezó la década del setenta con Borsalino, la película que lo unió con Alain Delon, el otro mito, la otra súper estrella del cine francés. Fue un duelo en la pantalla y fuera de ella. Delon, como era productor, quiso aprovechar de su posición y aparecer en el afiche de manera preferencial. Belmondo peleó y consiguió la paridad. En escena se esfuerzan por superar al otro; tanto en los diálogos como cuando deben mostrar sus torsos trabajados. La película fue un enorme suceso. Su otro gran compañero masculino fue Lino Ventura.

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Poco después decidió dedicarse al cine de acción y a las comedias. Empezó a monopolizar la taquilla francesa y varias de esas producciones también conquistaron mercados globales. Entre 1969 y 1982 cinco de sus películas fueran las más vistas del año en Francia. Y en 11 de esos 13 años, alguno de sus proyectos estuvo entre las cinco primeras. Una racha impresionante.

Durante la segunda mitad de los años setenta y los ochenta, se convirtió en un ícono del cine de acción y policial: El Profesional, El Marginal, El Magnífico, El Animal, El Incorregible, As de Ases y muchas más.

Alain Delon fue su gran rival. En 1970 coprotagonizaron Borsalino y compañía. Ambas eran estrellas muy taquilleras y además tenían sus propias productoras. (AP Photo/File)
Alain Delon fue su gran rival. En 1970 coprotagonizaron Borsalino y compañía. Ambas eran estrellas muy taquilleras y además tenían sus propias productoras. (AP Photo/File)

Ninguna de sus películas, por más descuidada que estuviera la parte artística, o por más que se notara que la única ambición que acarreaba era la de ser complaciente con el gran público, ninguna de esas películas logró que Belmondo perdiera su ángel. Sin importar el vehículo, su carisma desbordaba, siempre, la pantalla. La mirada vivaz, la sonrisa sardónica, las muecas apenas vislumbradas, el aire cínico y la seducción permanente.

En las películas de acción, el concepto funcionaba en cada entrega porque sin importar la peripecia, el nombre del personaje principal ni sus características, siempre veíamos a Belmondo. Y los guionistas sabían que el público creía que él era capaz de conseguir cualquier cosa. Otra faceta que era muy promocionada era que él interpretaba cada escena, que rechazaba a los dobles. Así la gente sabía que en cada salto, cada caída, cada persecución, cada golpe, el que estaba ahí era Belmondo. Recién en 1985, después de cumplir los 52 años, aceptó por primera vez que lo suplantara un doble de cuerpo.

La búsqueda por los tanques comerciales no sólo tenía como motivación satisfacer su ego. Belmondo se había transformado en productor de sus propios proyectos. En esa competencia eterna con Delon (que durante un tiempo continuaron ridículamente sus hijos sin talento ni méritos, playboys y herederos que se movían con comodidad por el jet set), siguió sus pasos y puso su propia productora. A pesar de haber realizado proyectos con excelente valoración como Stavisky, se centró en los films de acción que le hacían mantener la maquinaria que había montado y que además lo hacían disfrutar del proceso. A diferencia de muchos, nunca renegó de esas películas que eran consideradas de un género menor.

Esa seguidilla le dio muchos millones, acrecentó su popularidad pero también le trajo críticas agrias: “A los intelectuales lo que les molesta es el éxito. Si yo me tiro desde un helicóptero está mal, me critican. Ahora si llego a hacer un desnudo en una película para muy pocos me convierto en el mejor actor del mundo”, se defendía. Muchos insistían que había decidido dilapidar su enorme talento actoral en películas sin riesgo (más allá del físico por las exigidas escenas de acción). Él se enojaba: “Si fuera tan fácil llenar los cines, entonces el mundo del cine estaría mucho mejor de lo que es. No creo que me hubiera mantenido en el centro de atención durante tanto tiempo si estuviera haciendo cualquier basura. La gente no es tan estúpida”.

Laura Antonelli fue una de sus parejas. Estuvieron juntos gran parte de la década del setenta. A Belmondo se lo asoció con las mujeres más atractivas de su tiempo. Su fama de seductor es legendaria (AP Photo/Levy, File)
Laura Antonelli fue una de sus parejas. Estuvieron juntos gran parte de la década del setenta. A Belmondo se lo asoció con las mujeres más atractivas de su tiempo. Su fama de seductor es legendaria (AP Photo/Levy, File)

En un momento se bajó de la máquina de los millones y volvió a demostrar su ductilidad actoral. Volvió al teatro con Kean, de Jean Paul Sartre y después con una versión de Cyrano; ambas, durante años, agotaron localidades.

Pese a recibir ofertas (y muchas muy suculentas) durante décadas, nunca sucumbió a la tentación de Hollywood. Prefirió ser rey en su tierra y desde allí hacer conocer sus películas en el mundo: “”Me va bastante bien así, ¿no?

Soy pésimo con los idiomas. Para qué me voy a complicar. Creo que todo el plan sería un desastre”, dijo.

A fines de los sesenta, un periodista norteamericano le contó que en Estados Unidos, la gente hacía largas colas para ver sus películas. Respondió: “Me parece lógico. Yo también haría una larga cola para verme. Lo valgo”.

Su fama de seductor lo antecedía. Con cada una de las estrellas femeninas con las que compartió cartel le atribuyeron un romance. Sin embargo, él siempre que pudo desmintió los rumores. Siendo muy joven conoció a Elodie Constant, una bailarina clásica. Se casaron enseguida. Se separaron en 1965 cuando Jean Paul conoció en un rodaje a Ursula Andress, el mayor sex symbol de la época. Las revistas del corazón enloquecieron con la pareja, la combinación más hot posible por esos años (y que disputa el podio si se extiende al siglo).

Ursula Andress y Jean-Paul Belmondo conformaron la pareja más "hot" a lo largo de 7 años.
Ursula Andress y Jean-Paul Belmondo conformaron la pareja más "hot" a lo largo de 7 años.

Estuvieron juntos más de siete años. Dicen que el episodio que terminó con la pareja fue un ataque de celos de Belmondo. Llegó tarde y en mal estado a su casa y encontró la puerta cerrada con llave. Nunca pensó que eso podía deberse a su ausencia intempestiva del hogar y a sus consecutivas noches de juerga. Convencido de que Ursula lo estaba engañando con alguien, buscó una escalera como en las películas (al fin y al cabo quién no dejó que su trabajo interfiera con su vida privada) y la colocó contra la ventana creyendo que iba a encontrarla in fraganti. Cuando estaba escalando los últimos peldaños, Ursula abrió la ventana y empujó, indignada, la escalera. Belmondo cayó de espaldas contra el pasto. Su novia no quiso verlo más.

Después se enamoró de otra mujer despampanante y deseada, Laura Antonelli; con ella compartió una década. Sus otras parejas oficiales fueron una modelo brasilera, una actriz clase B y una ganadora de un reality show. A las últimas casi las doblada en edad.

El Paris Saint-Germain,tras la muerte del actor, expresó en un comunicado oficial su inmensa tristeza.  Belmondo, en la década del  setenta participó en el renacimiento del club
El Paris Saint-Germain,tras la muerte del actor, expresó en un comunicado oficial su inmensa tristeza. Belmondo, en la década del setenta participó en el renacimiento del club

En 1989 ganó un tardío Premio Cesar pero lo rechazó. Ya en el Siglo XXI los Cesar y el Festival de Cannes reconocieron su trayectoria.

En 2001 sufrió un ACV. Las secuelas fueron importantes. Se alejó del cine. No quería mostrarse menguado. Trabajó muy duramente en la rehabilitación. Siete años después del evento médico pudo reaparecer. Un Hombre y Su Perro, de Francis Huster filmada en 2009 fue su última película. Una gran despedida.

Después se dedicó a recibir el cariño del público, a cuidar su salud. Su trabajo ya estaba hecho. Bébel ya era una institución francesa.

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