La presencia de Halophila stipulacea en la Bahía de Biscayne, Florida, ha encendido las alarmas entre los científicos marinos. Esta especie invasora, oriunda del Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Océano Índico, fue identificada por Justin Campbell, especialista marino de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en Crandon Marina y zonas colindantes. Se trata de la primera vez que esta fanerógama marina es detectada en aguas a lo largo del territorio continental de Estados Unidos.
Campbell comentó que la aparición de Halophila stipulacea podría significar una “amenaza considerable para los ecosistemas locales”, de acuerdo con FIU. Existen informes que indican que esta especie ha competido exitosamente con praderas marinas nativas en otras áreas del Caribe, y es plausible que ocurra lo mismo en el sur de Florida. Dado que las praderas marinas son esenciales para la salud de los océanos, su competencia con especies nativas podría tener implicaciones serias.
Un trabajador de la marina fue quien primero notó la presencia de estos pastos marinos en Crandon Marina el mes pasado y contactó a Campbell, quien realizó pruebas para determinar la especie, según FIU. Desde la apertura del Canal de Suez a fines del siglo XIX, Halophila stipulacea se ha esparcido, viajando en las anclas y otras partes de los barcos. A principios de la década de 2000, esta planta fue encontrada en el Caribe, aumentando su alcance geográfico.
Las praderas marinas desempeñan roles críticos en los ecosistemas marinos. Sirven como hábitats de cría para especies de importancia comercial y económica como peces, camarones, cangrejos de piedra, vieiras y otros crustáceos y mariscos, de acuerdo con NBC Miami. Además, son una fuente primaria de alimento para tortugas marinas, manatíes y otros herbívoros marinos. Funcionan como sumideros de carbono, absorbiendo emisiones del aire y almacenándolas a largo plazo, lo que contribuye a mitigar el cambio climático.
La capacidad de Halophila stipulacea para crecer rápidamente y adaptarse a diversas condiciones, incluyendo variaciones en salinidad, temperatura y disponibilidad de luz, es destacable. Un pequeño trozo de esta planta puede flotar en el agua, asentarse en el suelo y crecer a diversas profundidades. Incluso se ha observado que prospera a profundidades de hasta 18.288 metros o más, algo poco común entre las especies de pastos marinos nativos, según FIU.
James Fourqurean, coautor de la investigación y director de la División de Costas y Océanos del Instituto de Medio Ambiente de FIU, ha estudiado las praderas marinas durante más de 40 años. Fourqurean subrayó la importancia de estas praderas para la salud del sur de Florida e indicó que ahora deben tomarse medidas para limitar la propagación de esta especie invasora. Se insta a la comunidad científica y a las autoridades locales a ser cautelosos con las alteraciones que Halophila stipulacea pueda causar en el orden natural, de acuerdo con FIU.
La Halophila stipulacea tiene una apariencia y estructura muy distinta a las de las praderas marinas nativas del sur de Florida y el Caribe. Al menos 19 islas del Caribe han reportado la presencia de esta planta, la cual, en algunos casos, ha superado a los pastos nativos, según NBC Miami. Las primeras investigaciones sugieren que algunas especies de peces podrían evitar estas praderas marinas más cortas cuando buscan lugares de cría, y las tortugas marinas del Caribe prefieren especies nativas como parte de sus dietas habituales.
Se desconoce cuánto tiempo lleva esta especie no autóctona en el sur de Florida, pero Campbell estima que pudo haber echado raíces hace varios años. Pasó desapercibida para el observador casual debido a su similitud con la vegetación nativa, según FIU. Crandon Marina, que puede albergar veleros de tamaño mediano y grande, probablemente facilitó la llegada de esta especie invasora a la Bahía de Biscayne.
Ahora que se ha confirmado su presencia, Campbell subraya la necesidad de ampliar los estudios y la vigilancia para comprender y mitigar los impactos de Halophila stipulacea en las aguas del sur de Florida y más allá. La llegada de esta especie invasora resalta la interconectividad global y los impactos potenciales de las actividades humanas en distintos ecosistemas.