Estos son los 5 pueblos más bonitos de La Rioja: de villas prehistóricas a fuertes defensivos y rurales

Estos pequeños pueblos muestran un patrimonio histórico y monumental envidiable, a la vez que son destinos rurales de primer orden

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San Millán de la Cogolla,
San Millán de la Cogolla, en La Rioja (Adobe Stock).

La Rioja, tierra de paisajes tejidos por viñedos y surcada por el río Ebro, despliega ante el viajero una colección inmejorable de pequeños pueblos cargados de historia y riqueza cultural. El entorno natural se fusiona con huellas prehistóricas, murallas que han resistido los siglos y castillos elevados sobre cerros, componiendo un mosaico que invita a recorrer sus calles y descubrir tradiciones vivas. La gastronomía y los vinos de la región —pionera como primera Denominación de Origen en España— completan la experiencia, convirtiendo cualquier ruta por La Rioja en un viaje inolvidable.

San Millán de la Cogolla

El nombre de San Millán de la Cogolla se asocia de forma inevitable a dos de los monasterios más renombrados de España. El primero, Yuso, destaca por sus dimensiones monumentales y su origen románico, con una historia que hunde sus raíces entre los siglos X y XI. En su interior, el visitante puede contemplar el facsímil de las célebres Glosas Emilianenses, anotaciones a los márgenes de antiguos textos latinos y consideradas uno de los testimonios escritos más antiguos en castellano y euskera.

Las raíces literarias de este enclave se extienden a la aldea cercana de Berceo, cuna del poeta y monje Gonzalo de Berceo, uno de los grandes artífices del corpus medieval conocido como Mester de Clerecía. Así, la historia de la lengua española y la espiritualidad se entrelazan en los valles que rodean San Millán, regalando al viajero un destino de incalculable valor patrimonial y cultural.

Ezcaray

Ubicada en la Sierra de la Demanda y a orillas del río Oja, Ezcaray se presenta como la joya turística de La Rioja, especialmente durante los meses de invierno vinculada a la cercana estación de esquí de Valdezcaray. En los meses más cálidos, la villa conquista a los aficionados al senderismo y los deportes de montaña, que encuentran en su entorno un espacio de gran riqueza natural y paisajística.

El caserío, coronado por la imponente iglesia gótica de Santa María la Mayor, conserva rincones singulares como la ermita de Nuestra Señora de Allende, célebre por sus ángeles arcabuceros, o la de Santa Bárbara, situada a tres kilómetros y convertida en privilegiado mirador sobre el valle. Ezcaray vive al ritmo de sus tradiciones y eventos: desde fiestas medievales y festivales de jazz hasta jornadas gastronómicas, el calendario local aporta dinamismo continuo a esta villa de raíces industriales y espíritu hospitalario.

San Vicente de la Sonsierra

Sobre un cerro y a poca distancia del Ebro, San Vicente de la Sonsierra combina arquitectura defensiva y encanto rural. El castillo, antaño frontera entre Castilla y Navarra, domina la localidad y asoma vigilante sobre las tierras circundantes. Al recorrer sus calles, el viajero tropieza con la rehabilitada Plaza Mayor y la fuente de los cisnes, corazón social de la villa.

El conjunto se completa con la espectacular basílica barroca de Nuestra Señora de los Remedios y los murales artísticos que salpican la localidad, testimonio de la vitalidad cultural de la zona. Saliendo del centro histórico, un sendero conduce a la Torre del Reloj y, tras cruzar las murallas, al Mirador del Ebro, desde el que se admira el característico puente medieval y el paisaje vinícola.

Ortigosa de Cameros

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Ortigosa de Cameros, en La Rioja (Adobe Stock).

Al sur, en la Sierra de Los Cameros, Ortigosa de Cameros sorprende con su patrimonio prehistórico. Las cuevas de La Paz y La Viña resguardan en su interior restos de sílex y puntas de lanza, prueba de antiguos asentamientos. La belleza natural se despliega en estalactitas y estalagmitas, conformando recorridos subterráneos de gran interés para el visitante.

La ermita de Santa Lucía se convierte en un excelente mirador panorámico, desde donde puede contemplarse tanto la villa como el entorno montañoso. La localidad se articula en torno al profundo barranco del arroyo Alberco, separando los barrios de San Miguel y San Martín. Destacan en el paisaje el puente de hormigón y el de hierro, iconos modernos que junto al caserío forjan una de las postales más distintivas del Cameros.

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Sajazarra

Rodeada de viñedos y en la confluencia de los ríos Aguanal y Ea, Sajazarra recibe al visitante con una impresionante muralla de los siglos XII y XIII. Cruzar cualquiera de sus cuatro puertas supone un salto directo al corazón de la villa, dominada por el ayuntamiento y la iglesia de Santa María de la Asunción, cuya balconada y campanario marcan el perfil del pueblo desde el siglo XI.

Adentrándose entre sus casas barrocas, emerge la silueta del castillo-palacio, edificado en la segunda mitad del siglo XV y convertido en emblema histórico local. Tras sumergirse en el ambiente sosegado que brindan sus calles y una cata de vinos en vidrieras centenarias, la invitación a recorrer el entorno rural y descubrir paisajes únicos es inevitable.