El pueblo en Galicia donde “el mar habla”: entre acantilados, piscinas naturales y ruinas celtas a orillas del Atlántico

Localización armoniosa, sin artificios y cargada de historia donde el cine español ha captado la esencia sus playas

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Porto do Son, Galicia. (flickr)
Porto do Son, Galicia. (flickr)

En una esquina poco conocida de Galicia, el océano no ruge ni se impone con violencia; más bien parece respirar. La Praia das Furnas, ubicada en el municipio de Porto do Son, es un enclave singular donde el agua del Atlántico, al filtrarse por formaciones rocosas naturales, emite un sonido grave y pausado que ha captado tanto la atención de científicos como la fascinación de los visitantes.

Este tramo de costa, recortado entre acantilados y cuevas, forma parte de la ría de Muros y Noia, y está muy próximo al famoso faro de Corrubedo. Allí, entre el viento constante y la fuerza del mar, se produce un fenómeno acústico poco habitual: el eco del oleaje canalizado a través de grietas y cavidades crea lo que se conoce como “resonancia acústica marina”, una especie de susurro geológico que da la sensación de que la tierra misma exhala con cada ola.

Lejos de las playas bulliciosas o las orillas urbanizadas, As Furnas ofrece un tipo de experiencia más contemplativa. En determinadas zonas, el agua queda atrapada entre las rocas, formando piscinas naturales que invitan a detenerse y observar. La transparencia del agua y la calma del entorno contrastan con la fuerza que se intuye en las entrañas del mar.

El escenario de una película de Amenábar

El carácter especial del lugar no ha pasado desapercibido para el cine. Fue aquí donde Alejandro Amenábar rodó algunas de las escenas más íntimas de Mar Adentro, la película inspirada en la vida de Ramón Sampedro. El paisaje, austero pero potente, fue el telón de fondo perfecto para una historia marcada por el deseo de libertad frente a un océano eterno y en movimiento.

Praia das Furnas, Porto do
Praia das Furnas, Porto do Son. (Esquire)

Porto do Son, más allá de su costa, conserva el encanto de los pueblos marineros del Barbanza. Sin grandes complejos turísticos ni infraestructuras invasivas, este municipio ha sabido mantener la armonía entre el ser humano y el entorno. Las pequeñas playas escondidas entre colinas, los caminos que ascienden a miradores naturales y la vida cotidiana ligada a la pesca hablan de una Galicia que se resiste a cambiar de piel.

Otras joyas de la zona

A escasos kilómetros de As Furnas se encuentra otro de los grandes tesoros patrimoniales de la zona: el Castro de Baroña. Este antiguo asentamiento celta, situado a orillas del mar, es uno de los mejor conservados de Galicia. Su silueta de piedra destaca especialmente al atardecer, cuando el cielo se tiñe de naranja y el mar sirve de telón de fondo a estas ruinas que cuentan historias de hace más de dos mil años.

Castro de Baroña. (GuiateGalicia)
Castro de Baroña. (GuiateGalicia)

Para quienes buscan vistas elevadas, el Mirador del Monte Enxa ofrece una panorámica privilegiada de la ría y del sistema montañoso del Barbanza. Desde sus 539 metros de altitud, el paisaje se despliega en toda su diversidad: mar, monte y pueblo en un mismo cuadro.

Y si el visitante quiere adentrarse tierra adentro, los caminos forestales conducen a rincones como la fervenza de Ribasieira, una cascada de hasta 20 metros de altura enclavada en el bosque. También en el núcleo urbano, el Museo da Memoria Mariñeira rinde homenaje a la vinculación histórica del municipio con el mar.