
En España, hablar del Siglo de Oro implica, casi siempre, pensar en una época de esplendor. Por aquel entonces, la monarquía hispánica expandía su imperio por medio mundo; en él nunca se ponía el Sol, hasta el punto de que toda aquella luz impedía, en cualquiera de sus formas, la existencia de ninguna sombra.
Sin embargo, esas sombras existían. Susana Martín Gijón ya lo dejó bien claro en su anterior novela, La Babilonia, 1580, un thriller histórico donde, a través de un macabro crimen y su investigación, la autora realizaba un fiel retrato de la Sevilla del Siglo XVI, “centro comercial del Antiguo y el Nuevo Mundo”, y el oscuro secreto que la ciudad albergaba en su interior.
Ahora, la autora cambia de escenario, pero no de época. Y es que, en su nueva novela, La Capitana (Alfaguara), muestra cómo en esa misma época el brillo de una ciudad no impedía que, a unos cuantos kilómetros al este, Granada estuviera pasando por una etapa “muy oscura”. “Había una grandísima crisis social y económica, provocada sobre todo por la expulsión de la población morisca una década antes”. La antigua capital del reino nazarí, conocida como la ciudad de las tres culturas, se convierte en la ciudad del exilio y la vergüenza. Un lugar idóneo para un nuevo y terrible crimen.

Sumergirse en la historia
En La Capitana, segundo thriller histórico de Martín Gijón, el Convento de San José se vuelve el escenario de una serie de asesinatos cuya investigación es llevada a cabo por una particular pareja: sor Ana de Jesús, priora del convento, y Fray Juan de la Cruz. Dos personajes reales (la una declarada beata, el otro canonizado como santo) que se ven envueltos en una serie de conspiraciones que amenazan no solo su propia integridad, sino también el destino de la ciudad y el de la religión.
“A mí siempre me había apasionado la historia“, empieza diciendo la escritora en su entrevista con Infobae España. ”No me había atrevido hasta ahora, pero llevaba ya diez novelas negras o policíacas, thrillers, en la actualidad, y bueno, me lo planteé como un desafío”. Fue la investigación llevada a cabo para La Babilonia, 1580 la que finalmente condujo a su proyecto posterior. En ambas, la autora ha sabido mostrar su oficio en la novela negra para el suspense de las tramas, los giros sorprendentes y los misterios que, en esta nueva etapa, acaban por sumergirnos del todo en una época anterior.
Sin embargo, este trabajo ha implicado una labor mucho mayor de documentación. Y algo aún más importante —y también más difícil, tal y como ella reconoce—, ha sido encontrar el “equilibrio” para que las descripciones históricas no acabaran por entorpecer el ritmo del argumento. “Para eso, parte de la documentación me ha servido para poder narrar más directamente las emociones, o partir más de la vista, el oído o incluso el olfato de los personajes, y así sumergir al lector ahorrándole muchos pasajes descriptivos”.

Una dupla singular de detectives
La trama viene muy dada por los acontecimientos históricos que preceden y suceden a la propia novela, como la mencionada expulsión de los moriscos. “Además, es la primera vez que utilizo a personajes históricos reales como protagonistas”, añade Martín Gijón, quien explica cómo leyendo múltiples biografías y textos escritos de la propia mano de la priora y Juan de la Cruz, acabó pudiendo reconstruir su personalidad para poder ser fiel, incluso, en sus reacciones.
La relación entre estos personajes se mezcla con la tensión palpable en Granada, donde abundan la vigilancia eclesiástica y las alianzas clandestinas. Y es que La Capitana no se centra tan solo en los asesinatos. Estos vienen enmarcados por otro acontecimiento clave, la reforma teresiana, una renovación de la Orden del Carmen que buscaba establecer una vida religiosa más austera, alejada de privilegios, abusos y jerarquías, por un lado, y que por otro establecía también la liberación de las mujeres consagradas a la fe de la sujeción a los hombres.
Tanto la capitana como Juan de la Cruz se arriesgaron al defender una transformación que dotaba a los conventos de las Carmelitas de una autonomía mucho mayor y las liberaba de la autoridad de los religiosos hombres. La reforma acogía la pureza de las almas sin ningún tipo de prejuicios y brindaba mayores oportunidades a todas las profesas. Algo que, cómo no, suscitó recelos en el seno de la propia Iglesia.
“Sor Ana fue una de las principales defensoras de los cambios impulsados por Santa Teresa, seguía luchando por esas ideas y fue fundando conventos por toda Europa”, explica Martín Gijón. La escritora señala, además, como estos lugares no solo eran un lugar de culto, sino también “un refugio para muchas mujeres y uno de los pocos lugares donde se podían permitir cultivarse de alguna forma, lejos de las desigualdades más atroces”.

Cerca del hábito, lejos de los prejuicios
La imagen popular de las monjas y la vida dentro de los conventos ha estado tradicionalmente marcada por una serie de prejuicios y estereotipos que, en palabras de la autora, no hacen justicia a la complejidad de esas mujeres ni a la realidad histórica. “Le damos una mirada primero de uniformidad. Parece que las monjas se ponen un hábito y se les cancela la identidad”.
La novelista relata que uno de los principales retos narrativos fue precisamente desdibujar ese imaginario preconcebido, así como “definir bien” a cada una de las hermanas “para que el lector identificara fácilmente a cada una de las monjas de ese convento”. Para ello, se sirvió del contacto directo con varias monjas de la orden. “Tenemos una idea de las monjas como un poco mojigatas que no se corresponde con la realidad, pues simplemente dedican ese tiempo a su vocación y eligen estar un poco ajenas al mundo exterior”, defiende.
Al hacer visible la humanidad de las monjas y matizar el clima real de los conventos, la autora también aborda temas tan sensibles como las posibles relaciones sexuales que allí se dieron entre ellas. “Por supuesto que hubo. No me cabe la menor duda, porque al final son seres humanos que convivían”, afirma, pese a reconocer lo difícil que resulta documentar este hecho al tratarse de algo tan penalizado que “no podía quedar reflejado de ningún modo”. “Habrá afectos diferentes entre unas y otras, mayores complicidades, atracción en algunos casos, y por supuesto intentar ocultar que se daban relaciones sexuales sería algo demasiado puritano”.

La historia se repite, aunque nos moleste
Es aquí donde la historia de La Capitana coge mayor fuerza. El recorrido de la autora desde la novela negra al relato histórico es, en sí mismo, un ejercicio de memoria. En la reconstrucción de aquel pasado resplandece la ambición de desvelar lo que se ha querido ocultar: “Quería darle voz a los oprimidos, a los desheredados y, de entre todos ellos, sobre todo a las mujeres”. Un ejercicio que, inevitablemente, acaba por revelar también algunos problemas que reconocemos en nuestro presente.
“No hay que irse muy lejos”, lamenta. “A veces pensamos que, como somos los últimos, somos los más evolucionados, pero basta echar una ojeada a la historia para ver que seguimos cometiendo las mismas atrocidades que se cometían hace 400 años”. Se para, por ejemplo, en la introducción del libro, tomando como ejemplo esa “deportación masiva” que se presencia en las primeras páginas de La Capitana. “Miras a tu alrededor y ves que eso sigue sucediendo, así que nada como refrescar un poquito la historia, ¿no?”.
Por eso, en su viaje al pasado sabe que quizá algunas personas puedan sentirse contrariadas, o incluso, ofendidas. “Estoy arrojando mi mirada al mundo”, empieza diciendo, “e intento que sea de justicia, de igualdad, de reparación... Entiendo que alguien pueda tener una mirada contraria y que le moleste que narre la historia desde un prisma en el que me hago cargo de las crueldades que se cometieron. Pero son datos objetivos: están ahí, y si alguno no lo quiere mirar, si alguno sigue eligiendo su visión distorsionada de la historia, allá él”.
Últimas Noticias
La historia de la música como nunca te la habían contado: “Todo el mundo idolatra a los Beatles, pero son los culpables de casi todo lo que criticamos hoy”
Miguel Ángel Cajigal, conocido en redes sociales como ‘El Barroquista’, publica ‘Otra historia de la música’, un viaje de los grandes clásicos a las canciones de hoy en día, lejos de los elitismos y las barreras autoimpuestas

Las mejores exposiciones de Barcelona para ver en diciembre: de Joaquín Sorolla y el mar a ‘La vida a través del cine doméstico’
Las fotografías de Helen Levitt o Colita completan la selección de actividades ineludibles para estas navidades

Los 10 bestsellers más vendidos del año para regalar en Navidad: de Ken Follett a Dan Brown pasando por Arturo Pérez-Reverte y Juan del Val
Recopilamos algunos de éxitos editoriales de la temporada que nos llevan de autores consagrados a fenómenos inesperados

El cortometraje español ‘El Fantasma de la Quinta’ compite por una nominación al Oscar de Animación
La obra dirigida por James A. Castillo se inspira en los últimos días de Goya y cuenta con el respaldo de instituciones españolas, además del reconocimiento en festivales internacionales

Oliver Laxe desgrana ‘Sirat’ en el Reina Sofía: una exposición nacida del proceso creativo de la película que aspira a los Oscar
El museo alberga la exposición desde el miércoles 17 de diciembre hasta el próximo 26 de abril de 2026




