
El germen del libro nació mientras veía un magacín matinal en la televisión sueca. En el programa apareció un doctor que daba consejos de salud... o eso creía él. Éste recomendó a las personas que cocinasen en casa que, si metían algo en el horno, podían hacer sentadillas mientras miraban si el ingrediente se había cocinado. “Me interesó porque parecía que, en la búsqueda por optimizar tu vida, pierdes algo más”, indica.
Liv Strömquist (Lund, Suecia, 1978) comenzó a percatarse de que en su círculo cada vez había más frenesí por los supuestos gurús del bienestar. De tiktokers recomendando una rutina de gimnasio perfecta para reducir el abdomen a pódcast que recomiendan rutinas de respiración para dormir mejor. “En los últimos años se ha vuelto mainstream”, dice sobre el poder que el usuario, espectador, oyente o lector ha otorgado a aquellos que dicen ser connoisseurs del desarrollo personal.
La historietista sueca, la más reconocida en su país y con más de 40.000 lectores en España, regresa con La voz del oráculo (Reservoir Books), un libro de ayuda contra la autoayuda, una sátira ácida sobre la ‘mentira’ del skincare o la esclavitud del wellness. Empleando los escritos de filósofos como Zygmunt Bauman, Slavoj Žižek, Eva Illouz o Jacques Lacan, Strömquist intenta abordar la obsesión contemporánea por convertir nuestra vida en un organigrama de obligaciones, retos y metas imposibles.

La historietista cree que la obsesión por medir y controlar todas las áreas de nuestra vida está llevando al ser humano a monitorizarlo todo. “Ahora hay una especie de desorden alimenticio del sueño, es como cuando la gente se obsesiona pensando en qué comer y qué no”, cuenta en una entrevista con Infobae España. “¿Cómo dormí anoche? ¿Cuántas horas? ¿Tengo mi reloj de sueño?“, añade entre risas. Una práctica destinada al descanso convertida en una maratón. ”La creación de esta tensión y la optimización de todas las cosas conduce a todo lo contrario", explica la autora sueca.
“Es muy agradable decirle a otras personas cómo vivir y los expertos se han convertido en una industria donde siempre se puede llegar a una nueva idea de mercado”
El sueño no es el único espacio vital que se ha visto afectado por la pandemia del control. Strömquist también menciona la fijación por medir los pasos que caminamos al día, las calorías que consumimos con cada comida o los productos que estamos poniendo en nuestra cara, piel o cabello. La nueva oleada de cuidados es, sin embargo, una tendencia poscapitalista más. “Uno de los motores de esta ‘cultura del experto’ es que, en realidad, es muy agradable ser un gurú y cualquiera con un teléfono puede hacerlo”, explica. De consejos en Instagram (no, no te comas esas galletas que engordarás) a libros (la factoría Marian Rojas Estapé con sus ‘personas vitamina’). “Es muy agradable decirle a otras personas cómo vivir y los expertos se han convertido en una industria donde siempre se puede llegar a una nueva idea de mercado”, relata. “Todas las personas dormimos, así que es una muy buena idea de negocio decirle a la gente cómo puede optimizar su sueño”, comenta entre risas Strömquist.

“No eres una ‘tradwive’ si subes vídeos a TikTok”
La cultura del bienestar y los zumos de apio en ayunas ha generado una regresión en el movimiento body positive, o eso cree la propia Liv Strömquist. “Se lo han apropiado las industrias”, admite. Como ciudadana sueca, ha podido comprobar lo anterior con una de sus marcas estrella, H&M, a quien dedica una de las ilustraciones de La voz del oráculo. “Tienen un montón de anuncios con modelos de diferentes tamaños, pero a la vez tiran la ropa al vertedero”, cuenta. La conocida marca de ropa tiene un servicio en el que permite a sus clientes llevarles la ropa usada que no usan a un contenedor que tienen ubicado en sus tiendas. “Decían que lo reciclaban ellos, pero acaba todo en la basura. Te venden esta idea de que son feministas y sostenibles, pero en el fondo son una empresa de moda rápida y horrible con trabajadoras en el tercer mundo que tienen muy malas condiciones”, explica la historietista.
La palabra del 2024 para el diccionario Oxford ha sido brain rot, un término que habla del scroll infinito en nuestras pantallas y de la obnubilación a causa del consumo constante de contenido en redes sociales o internet. “Siento esa putrefacción cerebral ocurriéndome a mí también”, cuenta entre risas. “Noto que cada vez me siento menos concentrada, que se me olvidan las cosas con facilidad”, añade. Entrar en el bucle virtual ha llevado al ser humano a una incapacidad de “estar presente” porque siempre se está en otro escenario mental. “No sé si tiene que ver con el teléfono, con el exceso de información o con el estrés”, se pregunta.
“Empresas como H&M venden la idea de que son feministas y sostenibles, pero en el fondo son una empresa de moda rápida y horrible”

Si nuestros teléfonos son capaces de dictaminar qué beber, comer, escuchar, ver o cómo caminar, ¿hacia dónde se precipita la sociedad? “Los jóvenes están abrumados, hay una sensación de miedo, y por eso anhelan las cosas del pasado, quieren que todo vuelva a ser como hace 50 años. Vemos una tendencia de conservadurismo en la que los jóvenes han recuperado los valores y deseos tradicionales”, explica. Ya sea por medio de una perfomance como ama de casa (tradwives en Estados Unidos), la autora sueca cree que es un tanto hipócrita hablar del pasado en una plataforma del futuro (véase TikTok). “No eres una esposa tradicional si estás subiendo los vídeos a redes sociales”, concluye.
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