“Solo quería dormir, pero tuve visiones del paraíso y participé en una fiesta con ángeles”: la experiencia al borde de la muerte de una mujer que sufrió una reacción al cannabis

“Solo quería dormir, pero en lugar de eso tuve visiones del cielo. Asistí a una fiesta con ángeles”. Con estas palabras, Madison Baker, una mujer de 30 años de Dallas (Texas), relató en redes sociales una experiencia que, según cuenta, cambió su forma de entender la vida.

El episodio ocurrió tras ingerir una gomita de Delta-8 THC, un derivado sintético del cannabis de venta libre en varios estados de EE.UU., y terminó en una sala de urgencias tras una fuerte reacción fisiológica.

Un compuesto controvertido

El Delta-8 THC es un cannabinoide que se encuentra de forma natural en cantidades mínimas en la planta de cannabis. Para su comercialización, suele sintetizarse a partir de otros compuestos, lo que da lugar a productos no regulados, con concentraciones variables y etiquetado inconsistente.

Su disponibilidad ha crecido en Estados Unidos gracias a vacíos legales que lo diferencian del Delta-9 THC, la sustancia principal de la marihuana.

Madison sufría insomnio desde 2017. Tras múltiples tratamientos sin éxito, comenzó a consumir las gomitas a finales de 2022 por recomendación de su madre. “Me emocioné muchísimo al encontrar algo que funcionó”, explicó en una entrevista con el Daily Mail.

En la víspera de Año Nuevo de 2023, al haberse quedado sin su marca habitual, compró una nueva variedad específica para dormir. A las 21:00 de la noche tomó una dosis. “Menos de una hora después, estaba jadeando por aire, sintiéndome mareada y dando vueltas por la habitación porque no podía respirar y sentía que me estaba muriendo”, afirmó en un video publicado en TikTok.

Arritmia y pánico

Baker nació con una anomalía cardíaca que acelera su pulso a más de 180 latidos por minuto debido a impulsos eléctricos irregulares en las aurículas. Aunque fue sometida a una intervención quirúrgica años atrás, asegura que aquella noche revivió la angustia de sus episodios infantiles. “Me arrastré hasta la habitación de mi madre y juntas fuimos al hospital. Abrí la ventanilla del coche buscando aire. Quería salir de mi cuerpo”.

Ya en urgencias, perdió la visión y comenzó a convulsionar. Los médicos descartaron un infarto tras un electrocardiograma y le administraron medicación intravenosa. Fue en ese momento, en medio de la confusión y la pérdida de conciencia, cuando asegura haber tenido una experiencia cercana a la muerte (ECM): “Vi una mesa larguísima con un banquete, la gente brindando como si estuviera celebrando algo. No los reconocía, pero tenían forma angelical. Entre esas visiones, veía la típica luz brillante de la que se habla. Nunca había experimentado algo así”.

“La experiencia fue un ataque de pánico severo, pero las visiones fueron reales”, sostiene Baker. Aunque su recuperación fue completa, considera que su caso debe servir de advertencia: “No digo que estos productos sean siempre peligrosos. Pero cada cuerpo es diferente. No podemos tratarlos como si fueran chicles de menta”.

Las experiencias cercanas a la muerte

Los científicos han documentado numerosos casos como el de Madison. El Dr. Jeffrey Long, oncólogo de Kentucky, ha recopilado más de 5.000 testimonios de ECM en más de 30 idiomas.

Las similitudes entre estos relatos (túneles de luz, sensación de paz, separación del cuerpo) son objeto de estudio neurocientífico. Algunas teorías apuntan a que estos fenómenos podrían deberse a la hipoxia, es decir, la falta de oxígeno en el cerebro, que genera señales anómalas en la corteza visual y causa ilusiones como los fosfenos (destellos de luz).

Aunque estas experiencias son intensamente subjetivas y no existe una explicación única, su impacto es duradero. “No puedo decir que quisiera morir. Pero en ese momento sentí que había llegado al final. Y sentí una paz extraña”, concluyó Baker.