
Uno de los principales problemas para los españoles es la inmigración, según recoge el Centro de investigaciones Sociológicas (CIS) en sus barómetros. Esta preocupación se disparó la semana pasada tras los disturbios ocurridos en el municipio murciano de Torre Pacheco protagonizados por grupos extremistas tras la agresión sufrida por un vecino de 68 años por parte de unos jóvenes extranjeros.
Este suceso ha vuelto a sacar a la palestra el debate político y social sobre la inmigración, una de cuyas vertientes es su efecto sobre el empleo y los salarios de los trabajadores españoles. Las posiciones varían entre quienes sostienen que la llegada de extranjeros provoca una pérdida de empleo y reducción salarial para los nativos y quienes argumentan lo contrario.
Esta última tesis la defiende el último estudio del think tank español Fedea, titulado Inmigración y mercado de trabajo: revisión y evidencia para España, elaborado por el profesor de la Universidad de las Islas Baleares, Ismael Gálvez, en el que recoge que el impacto de la inmigración sobre el empleo y los salarios de los españoles es “pequeño o insignificante”, y sólo puede ejercer cierta presión a la baja sobre los sueldos y el trabajo de grupos específicos que compiten directamente con los inmigrantes, especialmente trabajadores menos cualificados.

Incide en que los efectos de la inmigración para los trabajadores españoles pueden ser “positivos” cuando inmigrantes y nativos tienden a especializarse en tareas distintas y aportan habilidades complementarias.
Más trabajo y bienestar tras la llegada de inmigrantes
Gálvez destaca aumentos en el empleo total y en el bienestar promedio de los nativos tras episodios de llegada masiva de inmigrantes. Estos efectos se explican, en parte, a juicio del profesor, porque la inmigración supone un aporte de mano de obra en sectores donde escasea y contribuye a mejorar la eficiencia del sistema productivo y a mantener el crecimiento en etapas de expansión.
Reconoce que en situaciones de crisis económicas profundas, como la registrada durante la Gran Recesión, “la presencia de población extranjera ayudó a mitigar el deterioro del empleo, favoreciendo una mayor flexibilidad y facilitando el ajuste de las empresas a las nuevas condiciones”.
Otro de los factores que explican los beneficios de la inmigración sobre los sueldos y los trabajos de los nativos es que ambos colectivos suelen ocupar posiciones diferentes o se especializan en tareas distintas, de modo que “la competencia directa por un empleo no resulta tan fuerte como a veces se percibe desde el debate público”. Además, la presencia de extranjeros “aumenta la demanda de bienes y servicios, lo que puede beneficiar a otros sectores y generar nuevos puestos de trabajo”.
El experto apunta que investigaciones recientes en España indican que los trabajos desarrollados durante la década de 2000, con foco en las primeras oleadas migratorias, describen efectos positivos y moderados de la inmigración sobre los nativos. Más tarde, con la llegada de la crisis económica, “el papel de los extranjeros adquirió más relevancia en el ajuste del mercado de trabajo, contribuyendo a absorber parte del choque negativo sobre el empleo”.
Los más perjudicados
El colectivo al que más puede impactar la llegada de extranjeros es al de trabajadores menos cualificados que comparten características similares con buena parte de la población inmigrante. En estos casos “existen efectos adversos más claros, especialmente sobre los salarios y, en menor medida, sobre el acceso al empleo”, apunta el informe.
Estas diferencias sugieren que el impacto de la inmigración es heterogéneo y que los sectores o nichos laborales donde la competencia entre nativos y extranjeros es mayor pueden sufrir más presiones.
Aumento de la productividad y de la especialización
En cuanto a la incidencia de los trabajadores foráneos sobre los salarios, el estudio revela que para grupos de baja cualificación, la expansión de la oferta laboral a los extranjeros puede ejercer presión a la baja. Sin embargo, para el conjunto de los trabajadores, el efecto suele diluirse o incluso revertirse, gracias al aumento de la productividad y la especialización asociada con una mayor diversidad de la fuerza de trabajo.
Al mismo tiempo, la redistribución de tareas entre nativos e inmigrantes permite aprovechar mejor el capital humano y reducir las fricciones dentro de las empresas, indica el estudio.
Ismael Gálvez concluye con que la inmigración en España “no ha generado una pérdida masiva de empleo ni una caída generalizada de los salarios entre los trabajadores nacionales”. Lo que sí se observan son “impactos negativos para ciertos segmentos, identificados, sobre todo, en mano de obra no cualificada, aunque la magnitud es limitada”.
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