El vinagre, junto con el bicarbonato, el limón y la sal, es un gran aliado en los hogares en la actualidad. Su uso en la cocina se ha extendido hacia otros ámbitos domésticos y le han propulsado como uno de los elementos indispensables en cualquier casa. Esto es, gracias a las propiedades desinfectantes, el líquido se utiliza para la limpieza de electrodomésticos, superficies, tejidos, e incluso en trucos cosméticos caseros.
Sin embargo, existen algunas diferencias entre el vinagre blanco y el de limpieza que la mayoría de personas desconocen, como por ejemplo su grado de acidez. Y es que, a pesar de que el vinagre blanco se emplea en numerosas ocasiones para limpiar la grasa y desinfectar el hogar, su elaboración está enfocada para el ámbito gastronómico.
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Las diferencias entre el vinagre blanco y el de limpieza
En primer lugar, la principal distinción radica en su acidez. Mientras que el vinagre blanco de consumo tiene una acidez que varía entre el 3% y el 5%, el vinagre de limpieza, o de alcohol, alcanza un 8%, lo que lo hace más potente para tareas de desinfección e higienización profunda. Sin embargo, la versatilidad del blanco lo ha posicionado como una de las primeras opciones para eliminar las manchas en la ropa, la grasa de electrodomésticos y los gérmenes de superficies y electrodomésticos.
De esta manera, aunque menos potente, el vinagre blanco es un recurso natural sin químicos añadidos, lo que lo convierte en una opción ecológica para diversas tareas del hogar. Esta opción es útil para eliminar malos olores y bacterias de tejidos y electrodomésticos, como lavadoras y lavavajillas. Por lo que se recomienda realizar ocasionalmente un ciclo de lavado con este recurso.
Además, lavar las toallas por primera vez con jabón y vinagre, sin necesidad de un suavizante, es un truco infalible para mantenerlas en buen estado por más tiempo. Asimismo, también es eficaz para eliminar manchas en tejidos cuando se combina con bicarbonato de sodio. Igualmente, el vinagre blanco puede usarse para mantener la madera brillante, especialmente si se mezcla con aceite, y es una alternativa para limpiar cristales y espejos al diluirlo en agua tibia.
El vinagre de limpieza, por su parte, es un derivado del blanco cuya composición química ha sido modificada para aumentar su acidez, según un artículo del supermercado Consum. Esto le confiere una gran capacidad desinfectante y desincrustante, siendo especialmente útil en la desinfección de baños y cocinas. No obstante, uno de los usos exclusivos es desatacar el fregadero o el desagüe de la ducha.
A pesar de la existencia de productos específicos para estos problemas, el vinagre de alcohol es una alternativa más económica. También, es muy útil para desincrustar la cal o el moho o abrillantar el acero inoxidable de las planchas de vapor, cacerolas o grifería.
Cuando no se debe usar el vinagre de limpieza
Sin duda, el vinagre de limpieza no es apto para el consumo humano, ya que no está sometido a las mismas medidas de seguridad y calidad alimentaria. Además, puede contener impurezas o residuos que pueden perjudicar gravemente los tejidos humanos si se toman grandes cantidades. Y es que puede provocar quemaduras en la boca, la garganta, el esófago y el estómago.
Asimismo, hay que tener precaución con algunos tipos de superficies, ya que su acidez puede afectar al acabado de diversos materiales. Entre ellas se encuentran las superficies de mármol, de granito, de piedra o rústicos, de madera, enceradas o con metales preciosos. Pero también, es conveniente tener cuidado con los aparatos electrónicos, con los objetos de hierro fundido. En estos casos, se aconseja emplear el vinagre blanco, pues tiene una concentración de acidez inferior.