
Vox se desinfla desde hace tiempo, pero, con el inicio de la nueva legislatura y sin poder en las Cortes Generales, el proceso se acelera. Por eso la estrategia ha sido evidente y visible: disparar al aire para llegar a todos lados. El caso es que una de esas balas ha dado con el Partido Popular, que ha respondido atacando a sus socios en cinco gobiernos autonómicos y en 140 municipios, lo que ha ofuscado aún más a la extrema derecha.
Santiago Abascal habló en una entrevista desde Buenos Aires de “colgar de los pies” a Pedro Sánchez, unas palabras que Alberto Núñez Feijóo condenó, lo que a su vez enfadó a Vox. Hasta tal punto que el ajustado tiempo del que disponía su líder durante el debate sobre la ley de amnistía, lo empleó, fundamentalmente, en cargar contra Feijóo y no contra Sánchez. Acusó al que se supone que era su socio de representar un “simulacro de oposición”. Así, Vox desvió el foco de la amnistía el día de su estreno en el Congreso de los Diputados, lo que no cayó en saco roto para el PP, pese a sus esfuerzos de ignorar a la extrema derecha.
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La situación ha vuelto a abrir el melón sobre el estado de las relaciones entre ambos partidos y qué hacer con ellas. Desde Vox llaman incoherentes a los populares y les echan en cara haber pactado con el PSOE las comisiones mixtas del Congreso y el Senado, además, su secretario general, Ignacio Garriga, salió en una rueda de prensa con el propósito principal de romper relaciones con el PP a nivel nacional, lo que tampoco va más allá de escenificar su enfado. “Feijóo y Génova han decidido ir por un lado, y nosotros trabajaremos en los gobiernos autonómicos con los líderes regionales para liderar una respuesta”, precisó para alejar la idea de una crisis en los Ejecutivos en los que comparten coalición.
Choque o alianza
“Vox tiene el paso perdido”, sostiene una voz del PP que apuesta por “privar” a Vox de “autoridad” para ganarse su electorado, también en las comunidades autónomas y ayuntamientos. Para eso, estas fuentes territoriales creen que no hay que temer a los problemas que puedan surgir por el enfrentamiento con la extrema derecha. Lo cierto es que esta estrategia es efectiva según las circunstancias, lo ha sido, sobre todo, en gobiernos autonómicos y municipales con candidatos populares potentes, como es el caso de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida en Madrid, Alberto Núñez Feijóo cuando estaba en Galicia, o Juanma Moreno en Andalucía.
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Sin embargo, hay varias diferencias en las formas en las que la han llevado a cabo. Mientras que Isabel Díaz Ayuso radicaliza su discurso para quitarles espacio hasta ahogarles, José Luis Martínez-Almeida les ningunea para arrebatarles cualquier tipo de institucionalidad posible. Por otro lado, la estrategia de Juanma Moreno pasa por chocar con la extrema derecha y poner de relieve un perfil más centrista y moderado, tal y como hizo Núñez Feijóo en Galicia, que pasó el testigo a Alfonso Rueda.
Pero no todos los populares apuestan por esta estrategia. Otro sector normaliza sus salidas de tono, y señala que hay una doble vara de medir con la extrema derecha, que aunque pronuncia frases “desafortunadas”, lo realmente “deleznable” es “entregar a Bildu una Alcaldía”, por ejemplo. Esta posición se podría extender a los territorios donde la extrema derecha comparte coalición con el PP. Es el caso de la Comunidad Valenciana, Aragón o Castilla y León.

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En este último gobierno, presidido por Alfonso Fernández Mañueco, y con Juan García-Gallardo de vicepresidente, goza de buenas relaciones, y Vox tiene bastante peso político. Pese a las fricciones nacionales, ambas partes confirman ese buen entendimiento que pretenden conservar hasta el final de la legislatura. Lo mismo ocurre en Aragón, con una coalición mucho más joven, pero con una salud a prueba de choques nacionales.
Desde la Dirección Nacional del PP optan, de momento, por ignorar a los de Santiago Abascal y advertirles de que se equivocan de adversario. Admiten que Vox está contribuyendo a la cortina de humo para tapar la amnistía: “Somos partidos diferentes, cada uno con su estrategia. Nosotros hacemos oposición y cada uno decide cuál cree que debe ser la suya”, sentencian desde el PP. A su juicio, con sus ataques, Vox está haciendo lo que el PSOE quiere, “les sigue el juego de forma equivocada”, pronostican.
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