Ethan Hawke atraviesa uno de los momentos más intensos y reveladores de su carrera. Con Luna Azul, una película que lo vuelve a poner en el centro de la conversación rumbo al Oscar, el actor no solo recupera prestigio crítico, sino que también se reencuentra creativamente con Richard Linklater, el director que mejor supo capturar su sensibilidad a lo largo de los años.
En una entrevista íntima con Vanity Fair, Hawke mira hacia atrás sin nostalgia y hacia adelante sin concesiones: repasa su recorrido, los riesgos emocionales de Luna Azul y la persistencia del “carpe diem”, la filosofía que marcó El club de los poetas muertos y que, décadas después, sigue funcionando como brújula vital y artística en su vida.
“Creo que tuve más líneas de diálogo en el primer día de rodaje de Luna Azul que en los últimos cinco años en los que actué”, afirmó Hawke durante el encuentro virtual. “Solo tuvimos 15 días para rodar, así que fue como si te dispararan desde un cañón”.
El proceso creativo y los desafíos del rodaje

El actor recordó sus inicios junto a River Phoenix y su salto con El club de los poetas muertos. Sobre Luna Azul, explicó que el guion de Robert Kaplow llegó por Linklater hace más de diez años y que su amistad permitió que el proyecto madurara. “Rick entendía lo pequeña que era la diana… Es una película tan frágil que debía basarse en una simplicidad absoluta, algo muy difícil y misterioso de lograr”, detalló Hawke.
El rodaje se realizó en Dublín, respaldado por Sony Pictures Classics, bajo plazos estrictos. “Cuando estuvimos listos para comenzar, llevaba diez años meditando sobre la película y leyendo libros sobre Lorenz Hart, así que me sentí realmente preparado”, explicó.
“Pensamos la película como una canción de Rodgers y Hart: Rick daba la estructura y yo debía aportar la letra, bailar, reflejar patetismo y melancolía”, añadió.

La técnica y la emoción exigieron un trabajo intenso: “La película no podía hacerse en la sala de montaje. No se pueden reorganizar las escenas; se basa en lanzar una serie de petardos, cada uno encendiendo al siguiente. Por eso requirió muchísimo ensayo”.
Aunque llevan más de 30 años colaborando, cada experiencia con Linklater es distinta: “Mantener nuestra relación viva y fresca conlleva muchos pequeños desafíos”.
Autenticidad y mirada humanista
Para Hawke, lograr autenticidad era fundamental: “El peligro de una película como esta es que, si no se sienten las emociones, se queda en un retrato adorable. Y nadie quiere ver una película adorable que transcurre en una sola habitación… Nuestro objetivo era invitar al espectador a sentarse en el bar con Larry, en la peor noche de su vida”.
Destacó también la sensibilidad de Linklater: “A su cámara parece gustarle la gente. Empatiza con la experiencia humana, sin juzgar. En Boyhood noté lo poco que juzga la cámara de Rick. Creo que tiene un lado científico apasionado por el comportamiento humano”.
Lorenz Hart y el reto de la autoestima

Sobre Lorenz Hart, Hawke sostuvo: “La gran fuente de dolor para Larry es su falta de autoestima fuera del trabajo. No le importa su vida mientras el trabajo exista. Si se lo quitan, está muerto”. Y agregó: “Yo también lucho a nivel personal con la idea de poner toda tu autoestima en tu trabajo. Es necesario quererse a uno mismo más allá de lo profesional”.
Reflexiones sobre el arte, la industria y el “carpe diem”
La conversación derivó hacia un terreno más profundo, donde el actor dejó de hablar solo de una película para reflexionar sobre el oficio, la fragilidad del acto creativo y el sentido de hacer arte hoy. Sin rodeos, cuestionó la obsesión por las formas y las modas: “Lo que importa es la excelencia. Una buena narrativa siempre encuentra su lugar. Las ideas originales sobreviven. Y la comunidad artística necesita sostener un diálogo honesto”.
Desde esa mirada, amplió el foco y puso en perspectiva la transformación constante de la industria cinematográfica. “El mundo es completamente distinto al de mis comienzos. Todo cambia tan rápido que apenas hay tiempo para entender qué pasó”, señaló.
Sobre el lema “carpe diem”, afirmó: “Le da sentido a cada vida. Todos estamos aquí por solo un instante y hay que disfrutar, dar lo mejor y estar presentes. Esa expresión está ligada a mí, a mis sentimientos y a la idea de que nuestra vulnerabilidad y sensibilidad son fortalezas”.
En el caso de Hart, el actor profundizó: “La desventaja de Larry es que está envenenando sus raíces con el alcohol, lo opuesto a aprovechar el momento. Ese es su dilema”.
Recompensa y transformación tras Luna Azul
Tras la intensidad del rodaje de Luna Azul, Hawke reveló a Vanity Fair que, solo tras finalizarlo y realizar un cambio radical de imagen, sintió alivio y reafirmación: la verdadera recompensa surgió después de afrontar el reto, cuando el vértigo se transformó en energía vital.

Luna Azul, la nueva colaboración entre Hawke y Linklater, propone un retrato íntimo construido con rigor actoral y una búsqueda honesta de autenticidad, donde la filosofía del “carpe diem” sigue latiendo, sin artificios, en cada plano y cada palabra.
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